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martes, 22 de abril de 2014

PRIMERAS DUDAS CON EL PRÍNCIPE DE DINAMARCA

Si por algo me gusta Shakespeare es porque sus personajes son eternos. Son arquetipos, ideas. Los reconocemos porque nos reconocemos: los celos, el amor, la ambición, la traición, la amistad… Pasiones humanas, demasiado humanas, al alcance de chonis y de espíritus excelsos; el alma humana se parece mucho en todos los lugares y tiempos.

Cuando era un niño cuyas lecturas no pasaban de Mortadelo y Filemón y Los Siete Secretos, una noche me senté al lado de mis padres a ver Estudio 1, programa semanal de grandes obras de teatro. Pusieron Hamlet, de un autor inglés cuyo nombre aún no he aprendido a escribir bien. No entendí casi nada de la obra, pero el célebre monólogo se clavó en mi cerebro para siempre. Supe oscuramente lo que era la duda, el absurdo de la existencia, la desorientación por tener más preguntas que respuestas. Hamlet será siempre para mí ese ser atormentado que quiere saber pero cuyas convicciones sólo son arenas movedizas.

Muchos años después entendí algo más, pero nunca las nuevas certezas fueron tan deslumbrantes como las primeras dudas que ese Hamlet inoculó en mi sangre infantil.

Y, por alguna asociación postfreudiana, ese texto viene a mi mente cada vez que escucho a Nexus 6 proclamar hamletianamente aquello de las lágrimas en la lluvia…

















Tampoco hay que perderse la maravillosa To be or not to be, de Ernerst Lubistch, y su hilarante escena con temática cornúpeta.




4 comentarios:

  1. En Shakespeare está todo, como dices, para conocer el alma humana: por eso nunca nos cansaremos de leerle, de verlo en cine y en teatro.
    Me impactaron también las dos escenas que mencionas de esas películas. No he encontrado aún ninguna versión de una obra suya que no me guste.
    Es siempre agradable volver a él.

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  2. Siempre. Un clásico lo es porque permite revisitarlo y siempre está vivo. Siempre encuentras algo que aprender.

    A mí me gustó mucho una versión de "Romeo y Julieta", la de Franco Zeffirelli (1968), me encantaron los diálogos y la arriesgadísima apuesta del director. También tengo un excelente recuerdo de "El mercader de Venecia" (M. Radford, 2004), muy especialmente por ese actorazo que es Al Pacino. Ahí va el enlace:

    https://www.youtube.com/watch?v=VydfEXZYmyU

    No obstante, Shakespeare no es un autor que conozca en profundidad y confieso que alguna obra que he visto representada me ha aburrido. Pero puede que fuera el montaje, la compañía. Son variables que no controlo.

    La versión que vi de "Hamlet" fue la de Enric Majó, que no lo he dicho antes.

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  3. Hamlet siente la corrosión de la duda.

    Años después Descartes la hace piedra angular de su filosofía y Calderón dice que la vida es sueño. Alonso Quijano confunde la realidad, o quizás ve más allá de ella.

    Roy sueña, quizás soñará, pero no duda cuando salva una vida. Su gesto es por ello inhumano y humano, demasiado humano.

    Quien salva una vida -reza el Talmud- salva al mundo entero.

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    Respuestas
    1. Siempre tuve la sensación de que Descartes hacía trampa, de que su duda no era pura, sino puro artificio. No vive con radicalidad porque está fuera de la duda. Hamlet, al contrario, la habita. No tiene dudas: su ser es su dudar.

      Cuando pienso en "Blade Runner" no es a Roy al que me estoy refiriendo, sino al policía narrador, a su mirada llena de estupefacción e incredulidad. Roy, en ese instante es casi un Dios a fuerza de humano.

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