Aunque, curiosamente, nunca el conocimiento racional ha llegado tan lejos ni ha alcanzado tales cotas: en física, en biología, en medicina... Sabemos más y sabemos mejor, nuestros médicos prolongan la vida, logran milagros (no hay tales, solo ciencia), la esperanza de vida se ha doblado en un siglo, el universo se desentraña gracias a la labor paciente y larguísima de los que lo estudian y escudriñan.
Sin embargo, ahí está el otro lado. Personas con aparente buena formación reniegan de ese conocimiento oficial y se arrojan sin pudor a toda clase de patrañas. Se autodenominan despiertos, suelen ponerse del lado de la verdad, de una verdad dogmática, acrítica y crédula. Creen que tienen mejor información y ni siquiera contemplan que lo que tienen es una serie de creencias imposibles de falsar ni de verificar.
Porque de eso se trata: el método científico no da nada por verdadero a no ser que se haya verificado experimentalmente. O bien desecha sus hipótesis, esto es, las falsa, cuando se prueba que son inadecuadas. Por el contrario, los creyentes confunden hipótesis con leyes y no ofrecen pruebas, sino testimonios, los favorables, claro. Como aquél que decía que el cáncer responde a una serie de emociones mal resueltas y ofrecía el testimonio de una mujer a que habían desahuciado y seguía viva; como falleció por desgracia en poco tiempo, borraron el testimonio.
Toda esta gente me daría pena si no fuera por el daño que hacen. Se suele decir que no hay medicina alternativa, porque si es medicina no es alternativa y si es alternativa no es medicina. Lo mismo ocurre con las modas orientalizantes, en medicina y en otros ámbitos: nada que objetar a aquello que aporte, que mejore y que ayude. Pero muchísimo si solo se trata de una serie de palabras de raigambre mágica, espiritual o religiosa.
Creo que me estoy desviando un poco y voy a reconducir y concluir. El conocimiento es algo complejo, en el que interviene mucha gente y necesita muchísimo tiempo de inversión e ingentes cantidades de dinero invertido. La magia, por el contrario, solo precisa ocurrencias, lecturas rápidas, una charla, un par de páginas de Youtube y una barra de bar.
Añadiré, como en realidad es innecesario, que las emociones son extraordinarias en su medida adecuada: en poesía, en las relaciones con los demás... Pero para estudiar física o hacer un análisis de sangre no parecen necesarias. Además, emociones hay de muchos tipos: el odio, el resentimiento, la ira..., también son emociones.
He conocido a muchos que decían que había que ser críticos. Sin embargo, se enfadaban bastante cuando eras crítico con sus creencias sin fundamento, lo que me llama bastante la atención: predican la crítica parcial, la crítica hacia lo otro; o sea, una variante posmoderna de la inquisición.
Estos días he estado leyendo y escuchando sobre el tema. Os dejo unos enlaces, por si alguien está interesado:
https://www.comunidad.madrid/servicios/consumo/derechos-consumidor-terapias-alternativas
https://juliobasulto.com/amimefuncionismo/
https://www.rtve.es/play/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-entrevista-jm-mulet/3039709/
https://www.youtube.com/watch?v=x-MRP6MJOsM
Procedencia de la imagen:
https://www.psyciencia.com/el-enigma-de-la-razon/
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