Conozco unos cuantos tipos y tipas que van de
minimalistas rollito zen por la vida a lomos de un BMW, tras haber meditado en el
club social de la exclusiva urbanización a las afueras de la plebe. Pero este
post no va de eso ni es un canto a la vida sin lujos. Siempre habría quien me diese
un capón por mi coche (teniendo bici) o por mi docena de pares de zapatos
(invierno y verano).
No, la cosa va de la creación innecesaria. Estoy
escribiendo de manera más o menos sistemática sobre cine y filosofía. Por lo
tanto, estoy revisando y leyendo sobre las pelis. Una mañana de julio llegué a Psicosis y a su remake de 1998. Por la tarde fui al cine a ver Begin Again: agradable, simpática… Innecesaria.
Por partes. Hitchcock rodó en 1960 la magnífica Psicosis. Grandes novedades en el
tratamiento de la historia y en el montaje, atrevidísima en su mensaje. Y de
mucho miedo. Con memorables escenas que nos siguen estremeciendo (la ducha, el
asesinato del detective, el descubrimiento de la madre…). Casi 40 años después,
Gus van Sant hizo un remake en
colorines. Más que una revisión o actualización es una fotocopia coloreada.
Incluso se atrevió a cambiar el color de la ropa interior de la protagonista,
que el original alterna simbólicamente entre el blanco y el negro y aquí se
vuelve… naranja. Existe en internet un interesante montaje con una comparativa
entre ambas:
Begin Again es la nueva película del
director John Carney. Se trata de un musical que se deja ver, que no ofrece
nada nuevo, que tiene unos actores que
lo hacen bien, que posee una música estupenda, una fotografía maravillosa… y
que es absolutamente prescindible si uno ha visto Once, del mismo director y estrenada en 2006: ésta transpira
frescura, honradez y una capacidad de agrandar el corazón que la primera no
tiene. Algunas escenas de Begin Again
remiten directamente a Once, pero
para añorarla, al contrario que en la actual, que siempre vemos desde fuera y mirando muchas veces el
reloj. El director tiene talento y han puesto a su disposición enormes medios.
Esto da a la película un envoltorio magnífico, pero bajo el papel de regalo y
los fuegos artificiales el producto
es peor. De hecho, hace unos días que fui y ya la recuerdo menos que Once, que vi hace años. De modo que lo
que pensé a la salida del cine se confirma: no es mala, sino innecesaria. Sin
embargo, vuelve a mí la voz embriagadora y sensual de Markéta Iglová…
Totalmente de acuerdo. Ví hace poco "Begin again" (en Francia la han llamado "New York Melody") y, aunque me gustó, tuve una sensación de déjà-vú continua... Del mismo cuento con otros personajes.
ResponderEliminarYo había observado algo parecido en la música. Muchos grupos se dan a conocer con un primer disco innovador, fresco, diferente. Después, la gran mayoría apuestan por hacer una extensión del mismo producto para no perder "adeptos". Sólo unos cuantos se atreven a innovar, aún a costa de "perder clientes".
Me temo que el marketing, las taquillas y los discos vendidos tienen mucho que ver en este juego.
No le va mal el título francés, porque es una postalita neoyorkina, una melodía suavona que se desliza hacia el olvido. Lo dices bien: déjà-vu.
EliminarEl negocio es el negocio, ya sabes. Y a mucha gente nada le gusta más que la enésima versión de lo mismo. Qué aburrimiento.
Creo que esto que planteas de cine y filosofía es muy, pero que muy interesante. Desde donde me encuentro no puedo ver los enlaces que colocas por lo que a mi regreso vuelvo a este post con más detenimiento, prometido. Buen verano!
ResponderEliminarEstoy con un par de libros muy curiosos de los que hablaré en otro momento. Los enlaces te gustarán, pero los dos últimos no son más que los tráilers de las pelis. No te pierdas "Once".
EliminarEl cine convoca a la reflexión, provoca la emoción y entretiene. Algo así podría intentar la filosofía. Una filosofía con palomitas.
ResponderEliminarNo veo nada claro que la filosofía pudiera conseguir tal cosa. Desde luego, lo primero sí. No tanto lo segundo. Y lo tercero... a muy pocos.
EliminarNo me gusta nada que la gente coma palomitas en el cine. Lo siento.