En el piso superior al mío han vivido cuatro familias en cuatro años: cuando llegué residían allí unos dominicanos (que me obsequiaban con música de su tierra a un volumen
francamente molesto), después unos españoles (discretos hasta la sospecha: al poco de
irse apareció la policía), luego unos rumanos (que tenían por costumbre llenarme la
terraza de migas y ceniza) y, por último, unos marroquíes. Éstos llevan unos meses. Tienen
una criatura de unos dos años que se dedica a lanzar cosas por el ventanal del
salón: pinzas, juguetes, alpiste del pájaro…
Hoy, sin embargo, he dado las gracias a Alá por la
maravillosa voz de la mujer. Estaba viendo los horrores habituales en el
telediario, en el que detallaban la última matanza de Boko Haram, cuando me ha
parecido que, bajo el sonido del televisor, alguien cantaba. Y así era. Al bajar al máximo el volumen me ha llegado la voz de una mujer cantando en
árabe. Tenía frente a mí a los que matan en nombre de Alá y encima a la que
cantaba sin saber que un agnóstico la estaba escuchando mientras pensaba que Alá
-si existe- debe querer eso: belleza y bondad.
Después, cuando ella ha quedado en silencio, he visto al Papa
en Estambul, rezando o meditando en la Mezquita Azul al lado de un líder
religioso islámico. Y he pensado que ellos también la escuchaban.
Espero que tengas más suerte con estos nuevos vecinos y que esa voz "angelical" te llene de gratos momentos. No sé por qué tengo la impresión de que las mujeres árabes cantan bien. Puede que sólo sean cosas mías.
ResponderEliminarBueno, no estoy ni muy contento ni muy descontento. Veremos, aún llevan poco. La que debería opinar aquí es la vecina del piso inferior, a la que creo que no molesto, pero debería decirlo ella.
EliminarYo no sé si cantan bien o no, supongo que como las occidentales. Escuchad el enlace. Algo así era.
¡Qué historia tan bonita! ¡Qué conexiones fortuitas tan hermosas! Creo que al final el alpiste, las pinzas y juguetes voladores merecerán la pena ;-)
ResponderEliminarGracias. Si fuera un poco más creyente de lo que soy diría que Alá me mandaba un mensaje. Fue un bonito momento. Pero si vigilasen un poco más al churrumbel, se lo agradecería, y ellos perderían menos cosas.
EliminarLo de los vecinos es que te toque o no te toque. Yo los he sufrido en mis carnes. Espero que esta vez, a pesar del niño lanzador de objetos voladores, tengas más suerte y puedas disfrutar de sus cánticos.
ResponderEliminarBesos
Pensaba, Marian, que te habías borrado, últimamente eres muy cara de ver por aquí.
EliminarYo he tenido todo tipo de vecinos. Lo peor es que te toque uno de esos que monta todos los pollos posibles, pero ay de ti si se te ocurre poner el telediario a las 9 cuando su repollo con lazos al que llaman hijo empieza a dormir... Espero tener suerte, aunque lo mejor ha sido ese año (casi) en el que estuvo vacío. Insisto en lo del primer comentario: seguramente mi vecina de abajo piensa que yo como vecino gano mucho cuando estoy de vacaciones....
Yo lo último que me encontré en mi patio fue una botella de lejía (llena). Me cuesta creer que pudo caerse porque tiene que atravesar otro patio cubierto antes de llegar al mío. No sé si es un mensaje de Dios o de los vecino de arriba pero aún no he conseguido descifrarlo. Que quede claro que mi casa está relimpia. Otra vez me encontré una batidora metida en su caja. Vinieron a reclamarla. Menos mal que no me pilló debajo. Y lo peor es que mi vecina no canta, más bien grita a su hija adolescente vaga, irrespetuosa e impertinente. Disfruta de los cánticos. ( Soy Elena Sun y Jing, me da problemas al poner el url)
ResponderEliminarDebes poner "Elena Sun y Jing" donde dice "nombre" y dejar "url" vacía.
EliminarNo tienes suerte, aunque según se mire. Lo de la lejía puede ser un mensaje, pero si dices que eres relimpia, entonces tómalo como un regalo. Lo de la batidora pudiste decirle que ya la habías usado para hacer un batido de pelusas.
He de decir, en honor a la verdad y también a mis vecinos, que, al día siguiente de lo del alpiste, bajó a pedirme disculpas. Eso sí, con la criatura a la que echó la culpa. Le acepté las disculpas, naturalmente, y su mujer acabó de solucionar el problema son su bella voz. Lo malo es que no ha vuelto a hacerlo (lo del cantar, bueno, ni lo del alpiste).
Ruega a Alá que se lleve a su hija pronto de casa (no de este mundo), a ser posible bien lejos, a una ermita, o con un novio viajero.
la próxima, en vez de en el bar, en la iglesia. Juntitos [y sin la petaca]
ResponderEliminarjooooooooo
ResponderEliminarVienes poco y me dejas unos comentarios... No sé si es una invitación, un lamento... ¿Por qué en la iglesia?
ResponderEliminar