“Con ayuda de tales imágenes y procedimientos se acaba por
retener en la memoria cinco o seis ‘no quiero’, respecto a los cuales uno ha
dado su promesa con el fin de vivir entre las ventajas de la sociedad”.
Friedrich Nietzsche, La
genealogía de la moral
Tras los libros, los propósitos. Porque un propósito es algo
más que una intención y algo menos que una promesa. De modo que, ahora que acabo
de entrar en la segunda parte de mi vida y por lo tanto no tengo ya todo el
tiempo del mundo, he de pensar en qué emplearlo.
No me voy a poner a estudiar inglés de nuevo. Ni tengo ganas
ni probablemente lo conseguiré. El esfuerzo no me compensa porque no anhelo la
meta. No me motiva.
Tampoco voy a apuntarme al gimnasio. Un poco de ejercicio en
casa: pesas, abdominales y una partida de pádel a la semana. En primavera,
bicicleta por el campo.
Más cine. Esencial.
Algún libro menos, pero los que lea que sean por placer, nunca como castigo ni como reto; no tengo nada que demostrar y, habiendo tantas páginas que me
van a gustar, no voy a ponerme obstáculos ni alambradas.
Escribir más y mejor. Literatura, blog.
Ir más despacio.
No perder el tiempo con navegaciones hacia la nada.
Minimalismo social con criterio. En el mundo hay demasiadas
personas y sólo unas pocas me interesan. Dedicarme a ellas. No desperdiciar
energías con los demás.
Blindarme frente a todos los elementos del trabajo que me
hacen daño. Recobrar los que me gustaron, los que me gustan aún. Recordar que
es la única actividad que pagan por hacer.
Hablar, decir lo que hay que decir. Decírselo a quién hay que
decírselo. Encontrar las palabras.
Seguir notando que mi corazón late deprisa y que eso no sea
un aviso de que debo ir al cardiólogo. Volver en un año.
Me parecen bien, pero me falta algún churripropósito. You know.
ResponderEliminarÉsos pertenecen a la categoría de los deseos. I know... Pero conviene no confundir las categorías ontológicas de la voluntad. ¿Porque no estamos hablando de churros?
EliminarNo están mal estos propósitos. Eso de "Recordar que es la única actividad que pagan por hacer" me ha hecho gracia. Por verdadera. Vendemos nuestro tiempo a cambio de unas monedas, siempre escasas. Por lo demás, yo añadiría (además del cine, la poesía, la escritura...), tumbarte en el sofá, ponerte un whiskito mientras oyes música e imaginas cosas maravillosas, que tal vez un día escribirás, y dejarlas desaparecer con la última nota musical o el tintineo del hielo en el vaso. Tampoco hay que dejar constancia de todo.
ResponderEliminarEl trabajo sólo tiene el valor de la escasez; eso nos hace olvidar que es una venta de nuestro tiempo y habilidades por dinero. Se dice que el trabajo realiza y no sé cuántas chorradas más. Se debe aspirar a que no sea alienante, al menos no demasiado, pero no olvidemos que es una obligación, una necesidad. Dicho esto, hay trabajos mejores y peores, bien y mal pagados, etc.
EliminarEl propósito del tumbing on the rocks ya lo practico. Y el de la escritura... ¡este año le toca!
¡Fantásticos propósitos! Espero que seas capaz de llevarlos a cabo. Mi listas son más cortas porque me di cuenta que sino eran todo menos realistas. Aún así, muchos de los míos son combinaciones -no lineales- de los tuyos.
ResponderEliminarTan sólo hay uno que no creo que pueda ser representado por los tuyos y aparece invariablemente en mi lista de propósitos, por su máxima dificultad para cumplirlo: la simplicidad de pensamiento. Es decir, ser capaz de no dar más vueltas ni re-pensar las conclusiones y decisiones que ya eran firmes la primera vez. A ver cómo se nos da el 2015.
Por muy raro o utópico que te parezca, creo que soy realista. Algunos ya están en proceso. Eso de combinaciones no lineales me suena a matemática combinatoria: ¿tomados de dos en dos, de tres en tres?
EliminarNo aparece en los míos lo de la simplicidad del pensamiento porque yo ya soy muy simple y limitado. Y, en serio, soy de los que cree que hay un tiempo para pensar y otro para decidir. No suelo volver atrás en decisiones ya tomadas, porque si son firmes es que no son temblorosas.
Se nos dará bien. No vamos a intentarlo, vamos a hacerlo. (Esto suelo decir a mis alumnos, suena a manual de autoayuda barato).