Siempre he sido un marxista.
No tanto de Harpo como de Groucho, aunque he de reconocer su
punto de salvajismo irrespetuoso al mudo que no era mudo. Me atrae su amoral lascivia.
Tampoco he sido de Chico, jugador, negociante, emprendedor…
Soy grouchomarxsista por su verborreico desvalimiento, por su
contrapunto antiharpista a la hora de seducir con la palabra; porque es un
embaucador sin principios a lomos del disparate. Groucho es Kafka y
Valle-Inclán, es dirty reality,
incorrección política avant la lettre;
es Nietzsche con bigote semipostizo y risotadas en estéreo.
Si Carlos levantase la cabeza…
De pequeño me gustaba el mudo; de mayor, Groucho... Soy un tipo sin principios.
ResponderEliminar¿De pequeño o de chico?
EliminarQué más da...
EliminarYo también siempre me he considerado una grouchomarxsista. Me encanta una de las frases que has elegido para definirlo "un embaucador sin principios a lomos del disparate". Era eso, tal cual... Embaucador, disparatado, y siempre me moría de risa nada más abrir la boca (y a veces sin abrirla)
ResponderEliminarBesos
Era muy cómico en su apariencia, pero nunca nadie logró hacer del lenguaje un instrumento de seducción y de humor absurdo tan genial. Y nos sigue llegando.
ResponderEliminarCada vez que alguien me dice alguna frase que, de tan rimbombante, me suena ridícula, me acuerdo de lo de la parte contratante de la primera parte. A un marxista no se le engaña fácilmente.
Bueno. Y tampoco conviene olvidar q a él debemos el mercantilismo de los principios: "Estos son mis principios y si no le gustan, tengo estos otros".
ResponderEliminarGrande como pocos. El cómico y la frase (aunque se la descontextualice de vez en cuando).
No creo que sea el creador del mercantilismo de los principios. Si esa frase nos gusta tanto es porque reconocemos a tanta gente, porque es tan eterna, tan miserablemente humana...
Eliminar(No sé quien eres. Bienvenido en todo caso).