Hace muy poco tiempo, menos de un mes, murió un profesor, Abel
Martínez Oliva, a manos de un estudiante en un instituto de Barcelona. Escuché televisiones
y radios y presté atención a los especialistas; todos parecían tener claro que
hay causas precisas y lo que debería hacerse y cuáles son los responsables.
Hasta hubo un fulano que sostuvo que todos los profesores deberían saber hacer
frente a situaciones así: transmutar en geos a los enseñantes cuando la ocasión
lo requiera. O poner detectores de armas en las puertas.
Yo no sé por qué ha ocurrido. No sé si es un brote psicótico
de ésos (pocos) que tienen un desarrollo violento. Tampoco sé si es la sociedad
la responsable, porque tal cosa es tan errática como borrosa, y en la sociedad
están los apologetas de la violencia y los de amor y flores, los bombarderos y
los de abrazos gratis.
No digo ‘uno de los nuestros’ porque al asesinado y a mí nos
una la profesión. Es uno de los nuestros por ser persona, por estar allí, por
intentar detener al muchacho, por tener un valor que le costó caro. También el
chico que lo mató es uno de los nuestros porque lo humano es también lo
violento y nos pertenece. No sé si la causa es la maldad, la asquerosa
banalidad de casi toda la violencia o una educación deficiente. El bien es cosa
nuestra, también el mal. La construcción y la destrucción, el amor y el
resentimiento. Obviamente, no todo vale lo mismo.
Circula por las redes sociales una carta muy sensata y
dolida, que pide que el nombre de ese profesor se dé urgentemente a un
instituto. Me parece una gran idea; es más, aún me parece mejor que el centro
de enseñanza donde la muerte le encontró deje de llamarse Joan Fuster y tome su
nombre. Estoy seguro de que muchos otros centros se llamarán como el escritor
valenciano, pero sólo en ése perdió la vida un profesor. Conviene recordar,
honrar.
PS: Acabo de leer que, al menos, una cátedra universitaria llevará su nombre.
Una reflexión acertadísima. Ante estas cosas, realmente "no sabemos", pero reconocer como nuestro lo que habita tanto en el profesor como en el chico, es mirar las cosas con anchura, sin tomar partido por lo fácil. Es vértigo.
ResponderEliminarEres generoso. Realmente hay poca reflexión, aunque sí mucha estupefacción, especialmente sobre ese silencio tan incomprensible. Ni siquiera se cita el nombre del profesor en muchas de las informaciones; parece que la víctima fuera irrelevante.
EliminarVértigo da pensar que la vida es tan frágil, tan incomprensible, que dependemos de tantos azares.
¡Bien dicho, apoyo tus palabras! Noticias de esa índole siempre me impactan (como todas las noticias presididas por la violencia). Y éstas cuyos protagonistas son chavales, me producen estupor. Como tú también, me pregunto la causa, muy probablemente tenga que ver con la educación recibida en casa, de sus padres. Cada vez se ocupan menos de sus hijos, lo veo cada día en la biblioteca y lucho cual geo de palabra contra esos adolescentes contestatarios, que no atienden a normas ni a razones. Una pena...
ResponderEliminarNi siquiera eso me atrevo a afirmar. Tengo claro que es un problema de educación, no tanto quién es el responsable directo. Creo que no hay que acostumbrarse, que lo normal y lo corriente no pueden ser lo mismo. Creo que lo natural es el salvajismo y no la educación, de modo que hay que insistir en la formas, el respeto, la dignidad...
EliminarCreo que el profesor Abel Martínez Oliva murió a manos de un psicópata y también de un marco legal.
ResponderEliminarÉse que diseñan políticos asesorados por psicopedagogos de poltrona, ejecutan profesionales nada críticos con psicopedagogos de poltrona y consienten electores que no tienen ni idea de qué es un psicopedagogo.
Es el marco que pone a psicópatas en espacios inadecuados con personal que no tiene formación, recursos ni ganas de tratarlos.
Que no le pongan a un instituto el nombre de ese profesor, a él ya se la suda, que le pongan el nombre del próximo profesor al que alguien va a insultar, pegar o asesinar.
O el del alumno al que un profesor harto de tanta inmundicia va a enviar a gorrazos a hacerle las ingles a las Parcas. O a su padre (al de la Parca no, al del alumno).
Ha venido a verme el fucking master de los psicopedagogos inspectores de la cosa. Dice que ya estoy cantando el nombre del fulano nickeado CrisC, que se va a enterar de lo que son las competencias básicas, los estándares de aprendizaje y la celda de aislamiento de Alcalá Meco (sólo o en compañía de otros).
EliminarNo te veo muy leído de lo que dice la legislación ad hoc y lo correcto.
El instante en que oí la noticia por primera vez me quedé helada, incrédula. Tuve que escucharla varias veces y no empecé a asimilar hasta días después. De hecho, todavía no he asimilado del todo...
ResponderEliminar¿Y no te parece que, dada su gravedad, el olvido ha sido velocísimo? ¿Y no te llama la atención el persistente silencio sobre el nombre del profesor y la insistencia en los derechos del menor?
EliminarLo cierto es que sí, mucho. Porque pienso... Si todavía no he logrado asimilarlo... Cómo es que ya parece "haber pasado" para tantos? Me ocurre con esta noticia y con tantísimas otras... Por ello, gracias por este post, Atticus.
ResponderEliminar