El padre del niño golpeó sus zapatos contra un árbol y aún se
agachó para recoger un palo con el que rascar en las suelas y que la tierra se
desprendiera sobre un trozo de periódico que llevaba fecha del 19 de marzo. El
padre de ella escarbó con sus dedos hasta tener un puñado de la misma tierra,
que metió directamente en el bolsillo de su gabán. El niño y la niña se dieron
la mano. Los dos notaron su calor y el de las manos duras y agrietadas de sus
padres. Caminaron unos metros hasta que alguien de uniforme se dirigió a ellos
con palabras incomprensibles. El padre de ella levantó la mano que no sujetaba
a su hija tras dejar la maleta en el suelo. Sacó un papel del bolsillo y leyó
en voz alta: Bonyur mesié, nu som
españols. No le gustó que las armas les apuntasen, pero eran otras armas,
no hablaban su idioma y sintió que lo que parecía una amenaza era algo tranquilizador,
era otra vida. Se acercaron más, notó su aliento a tabaco y escuchó palabras
que no comprendía. Miró a las mujeres, algo más atrás, nadie entendía aquella lengua.
-Abuelo, es para el instituto, el profe de Historia dice que
hagamos un trabajo. Mira, éste es el título: Les réfugiés syriens.
Eduardo miró a su nieta despacio, recordaba el intenso frío de
aquel día de marzo, los gritos en francés y la mano de su padre que apretaba la
suya intentando que no tuviese miedo.
-Les réfugiés syriens…
Ven a mi lado, Julie, mon amour. Les réfugiés... Voy a contarte por qué
tus padres ya nacieron en Francia y aquel día en el que tu abuela y yo cruzamos
los Pirineos de la mano.
https://www.youtube.com/watch?v=D_RO5B5x4pc
Procedencia de la imagen:
https://eltransitohaciaelolvido.blogspot.com/2018/05/las-montanas-de-la-libertad-ricardo-pes.html
https://www.youtube.com/watch?v=D_RO5B5x4pc
Procedencia de la imagen:
https://eltransitohaciaelolvido.blogspot.com/2018/05/las-montanas-de-la-libertad-ricardo-pes.html
Es gracioso que las naciones que fueron a buscar suerte al mundo entero, les cueste tanto recibirlo en tierra propia y los llamen invasores, aunque esta vez, ellos no tienen espadas, ni cruces, ni un dios que hable una lengua indoeuropea.
ResponderEliminarUna de las paradojas de la historia es lo poco que se aprende, lo fácilmente que se transmutan roles.
ResponderEliminarEs difícil dejarlo todo atrás y empezar de cero, pero a veces no hay otra solución. No debe ser fácil vivir en un país en guerra, por eso, esas personas huyen, buscando una vida mejor. Cada vez hay más refugiados y nadie pone una solución seria. Es muy triste.
ResponderEliminarA los españoles que tuvieron que huir en el 39 no les quedó otra. Bueno, sí: la cárcel, la muerte, el ostracismo... A los sirios tampoco les queda otra. Cuando detrás tienes la desgracias mayúsculas sólo te queda mirar hacia delante. Y a ver qué pasa. Cualquier vida parece mejor.
EliminarBonito y emotivo relato, Atticus, bonita lección moral.
ResponderEliminarUna bonita forma de recordar ese pasado lejano para algunas generaciones, tan cercano para tantos, tan real, tan absurdo, tan facilmente repetible una y otra vez.
ResponderEliminarNo escribo mucha literatura, pero ésta me rondaba. Es curioso, llevaba muchos meses en mi PC, pero no acababa de encontrarle la forma. La primera parte es la recreación de una historia familiar. Naturalmente, es un relato moral. Y político. Y un aviso a esos navegantes que llamamos nuevas generaciones.
ResponderEliminarPrecioso. Es curioso lo fácilmente que olvidamos a veces.
ResponderEliminarOlvidamos como personas individuales y también olvidamos como pueblo (esa abstracción), como colectivo, incluso como humanidad.
EliminarMuchas gracias. Ojalá el de lo alto me llamase por el camino de la narrativa, pero no ha tenido a bien otorgarme ese don que practico en dosis pequeñas.