Hoy empieza el curso. Los profesores, ya se sabe,
trabajamos más bien poco; por eso dedico estos días a corregir y preparar las
asignaturas que debo impartir en vez de disfrutar de la playa... Junto a nuestro
trabajo con alumnos (horas lectivas) tenemos otros quehaceres mucho más
tediosos: papelería, reuniones improductivas y toda clase de actividades sin muchachos.
No es infrecuente que, además de todo esto, los
equipos directivos de los centros nos pidan “colaboración” con otra serie de
tareas que no son obligatorias, pero que se considera -desconozco la razón- que
debemos hacer. Entre ellas figuran la organización de viajes de estudios, jornadas culturales o redacción de artículos en la revista del
instituto. Entre otras.
Alguna vez he preguntado ingenuamente cuánto pagaban
por realizar tales trabajos, a lo que se me ha contestado con frases de este
tipo: “Todos tenemos que arrimar el hombro”, “Hay que poner en valor el
instituto” o “A ti no te cuesta”… Esta última me provoca el reflejo de escupir
en la cara al que profiere tal chorrada. Alguna vez he replicado con exquisita educación que se debería pedir la misma colaboración al fontanero para que arreglase las
cisternas en su tiempo libre, o al que repara los radiadores, o al personal de
limpieza: seguro que a ellos tampoco les cuesta…
Suelo argumentar en dos direcciones: a mí sí me cuesta
y soy un profesional que tiene la costumbre de cobrar por su trabajo. De modo que, como no espero que
mi mecánico venga generosamente a mi casa una vez ha terminado su horario en el taller para ajustar
el cigüeñal de mi coche (si tal pieza aún existe), tampoco yo estoy dispuesto a
emplear mi tiempo en mostrar a sus hijos los secretos de la filosofía por el
módico precio de cero euros. Es que sí me cuesta.
Esto sucede año tras año, con gobiernos autonómicos y
nacionales de todos los colores, que banalizan de este modo nuestra tarea y
conocimientos, y con los que colaboramos activamente, gratis total, con un
voluntarismo que está bien en una ONG pero no en tu puesto de trabajo.
Si la cosa va de humanidades, aún más. Y si se trata de actividades artísticas, ya es de traca.
Si la cosa va de humanidades, aún más. Y si se trata de actividades artísticas, ya es de traca.
Aprovecho la ocasión para hacer publicidad. Iribú es
una artista extraordinaria y profesora de plástica en un par de idiomas cuando
a la Consejería de Educación le viene en gana contratarla. Además de expandir
su saber en las aulas, hace cosas interesantísimas, entre ellas el cuadro que
preside el salón de mi casa. Además, pueden comprarse camisetas y otras prendas
diseñadas y pintadas por ella en las direcciones que pongo más abajo. Y, mi última
adquisición, una agenda escolar que a todos nos viene bien en estas fechas. Un
lujo. Es una amiga, desde luego, no voy a publicitar aquí las tonterías del
tipo que nos revuelve el estómago. Y estoy seguro de que a ella le cuesta, de que todo
lo que hace lleva su esfuerzo y su tiempo y que no puede ser gratis.
¡Muchas gracias! ¡Me alegro de que te guste!
ResponderEliminarDisfruto de él a diario. Y también de algunos otros que andan por casa, de la misma estupenda pintora. Hoy voy a inaugurar la cinta de la agenda con las tareas que comienzan. Por cierto, me hice con dos y le he regalado una a mi hermano, que ha alucinado.
EliminarBienvenida a esta tu casa.
Debemos de ser el sector más idiota de la población por todo eso que dices. No tenemos bastante con nuestra jornada laboral, que además tenemos que trabajar en casa, fines de semana y festivos. Nos toca corregir, preparar clases, exámenes y un largo etc. Es cierto, parece que los demás profesionales tienen todo el derecho del mundo a tener tiempo libre. Nosotros, por lo que se ve, no.
ResponderEliminarMaticemos. Una parte de nuestro trabajo es con alumnos, y otra sin ellos. Entre las tareas sin alumnos están las que ya he dicho (en el instituto) y las que tenemos en casa: preparar, corregir, etc. No todos tienen las mismas asignaturas ni el mismo número de alumnos. Algunos ingenuos creen que tenemos una o dos clases, como ven en las imbéciles series de la tele, pero no es así. Algunos profesores tienen más de 300 alumnos y cinco o seis asignaturas distintas. En mi caso, he pasado de dos o tres asignaturas y 120 alumnos a cuatro y casi 200. Obviamente no es lo mismo. No soy capaz de sacar todo el trabajo adelante si quiero hacerlo como antes. Lo que sucede es que trabajo más en casa, pero que mi tiempo para hacer esas tareas "de colaboración" se ha terminado. Tampoco me apetece. Para que el personal lo sepa, nos pagaban 18 € cuanto teníamos que sacar a los alumnos fuera del horario escolar, tanto daba si era una hora o 10. Ya entonces me parecía una limosna más que una remuneración; ahora hasta eso ha desaparecido: si buenamente quieres hacerlo, con suerte te dan las gracias.
EliminarYo creo que no es una cuestión de tiempo libre sino de dignidad profesional. Ya sé que hay gente en peores condiciones laborales, por ejemplo todos los que no encuentran trabajo, y también los que son vilmente explotados. Pero eso no justifica el trabajo gratis porque precisamente estamos colaborando a hundir más aún el mercado.
Colaboro modestamente con alguna ONG. Naturalmente, lo hago gratis, de buen grado y en mi tiempo libre, sólo faltaría eso. Pero el trabajo es otra cosa.
Holaa Atticus :)...con tu permiso, comparto tu reflexión - no puedo estar más de acuerdo- y además felicitar a Iribú por su estupendo trabajo. Saludos. Elena Aznar
ResponderEliminarBienvenida, Elena. Puedes escribir sin ser anónima. Sólo tienes que darle a "Nombre/URL".
Eliminar¿Te imaginas que tu director o jefa de estudios (o al revés) te pidieran que tradujeses todos los documento al inglés, simplemente porque eres profesor de esa asignatura? Total, a ti no te cuesta... Ya, ni tampoco a los que se ganan la vida traduciendo. Ni a Iniesta parece costarle mucho hacer esas maravillas con el balón, por lo que cobra una pasta gansa. Ni a Gasol brothers parece costarles mucho ese chorro de puntos, ese aluvión de juego... pero cobran por ello. Pues eso.
Iribú siempre hace buenos trabajos. Los genes cuentan, pero el estilo personal y el trabajo desarrollado más aún.
Vivimos en un mundo en el que much@s creen que quien les contrata les hace un favor cuando realmente constituyen parte de un acuerdo económico en el que son el 50% de la operación. Todo trabajo tiene un valor por más que se empeñen algun@s en decir maliciosamente que como hoy día es un privilegio (por su escasez) hay que aguantar lo que sea. ¿Es un privilegio trabajar gratis? ¿Es un privilegio no tener proyecto de vida por no saber qué sucederá mañana? Estas dicotomías sirven para forjar tomaduras de pelo al cubo.
ResponderEliminarPor cierto... ¡IRIBÚ ES FANTÁSTICA! ¡ME ENCANTAAA!
Efectivamente: ésa es la perversión. De tanto repetir que el trabajo es un privilegio, se olvida que es un intercambio entre partes. De este modo, latigazos en la espalda con veneno de cobra a cambio de 14 horas diarias parece una suerte. "No te quejes, que tú al menos tienes trabajo", dicen algunos.
EliminarDesde mi puesto de trabajo veo que trabajamos más por menos. Por lo tanto, alguien ha tenido que ir al paro pues el número de alumnos ha aumentado. Puras matemáticas.
Veo también situaciones familiares terribles, empiezo a conocer cosas que antes sólo sabía que le ocurrían a alguien, pero ahora las escucho de mis alumnos, de sus padres, de algunos jefes que son algo más que administradores de leyes y que están desbordados. Mucho tiene que ver con la situación económica, con el paro. Y también con la sobrexplotación de los que sí tienen la "suerte" de trabajar.
Eso sí, lo de Iribú es un vendaval de alegría, de optimismo. Te quedas corta. Pero viniendo de ti, que sabes de esto, es más que un halago.