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martes, 23 de septiembre de 2014

MONO DE CINE


De cine, no de películas.

Porque películas emiten las distintas televisiones a todas horas, todos los días. Pero de lo que yo tengo mono es de ir al cine. Rarito que es uno. Porque son 8-10 euros por algo que puedo ver en la pantalla de casa por la patilla, en pijama, con el single malt en la mano.

Sin embargo, prefiero el cine.

Tal vez por una impronta infantil, que uno se ha pasado muchas tardes de sábado y domingo en la sala oscura, horas y horas, programas dobles, especiales, pendiente de la pantalla grande, para que ahora la sustituya un plasma más o menos decente. Pues no.

El verano es malo para el asunto fílmico. No recuerdo ningún julio ni agosto en los que haya ido al cine y regresado con sonrisa de oreja a oreja. Por lo general es cine kleenex, palomitas y refresco,  salas vacías en las que hace un frío que pela. El menú de las multisalas es de saldo. Únicamente me satisfacían las terrazas de verano, programa doble, bocadillo a la fresca. Pero creo que el placer de la película era aquí secundario y a veces solo se trataba de repasar películas.

Estamos en septiembre y acaba de entrar el otoño. Llevo desde finales de mayo sin pisar una sala. El cine-club comienza en octubre. Tengo mono. Leo por enésima vez la programación de mi ciudad: nada me interesa.  El problema debe estar en mí.

Pero tengo mono. De cine. 

4 comentarios:

  1. Con la lectura de este post he evocado sensaciones de infancia que me han hecho dibujar una enorme sonrisa. Gracias, Atticus.

    Por cierto, me uno a la queja de los aires acondicionados tan altos en agosto. Una de dos, o piensan que tenemos complejo de lata de refresco con burbujitas, o lo que ponen es tan malo ¡que se permite el castallear de dientes como actividad alternativa!

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  2. De nada, pero este es un post poco sustancial y muy sentimental.

    Hace años fui al cine en verano dos o tres veces. Era un espectáculo coger el autobús con un jersey en la mano. Otro detalle que no se cuida mucho es el sonido. Está demasiado alto, como si los espectadores necesitaran sonotone. Bueno, lo necesitarán. Y, a menudo, cuando se hace un silencio en tu película, oyes las batallas, explosiones y gritos de la peli de al lado. Porque en las pelis se grita demasiado, y se explota en exceso, y se batalla sobre cualquier otra actividad entre personas.

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  3. Si no lo arregla la metadona de la tele, no tendrás otra que meterte en vena el jaco del cine.

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    Respuestas
    1. El miércoles no pude más. Me fui a ver "El hombre más buscado". Es una buena película (no excelente) de espías en un tiempo muy próximo a éste. Maravillo Philip Seymour Hoffman, sólo por él merece la pena.

      Fui solo, como suelo. Delante de mí una pareja que ya no cumplían los sesenta se dedicaron a poner los pies en la butaca de delante y a chatear por el móvil: ¿para qué fueron? A mi izquierda, a una señora añosa también le sonó el móvil, dos veces. Insisto: jovencitos no eran, pero veo que la mala educación es peor que el ébola.

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