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viernes, 13 de septiembre de 2013

JAUME CABRÉ

Terminé hace pocos días un libro de Jaume Cabré, Yo confieso, y aún estoy estremecido por la intensidad, la calidad, la complejidad y el interés del texto. No voy a hacer una reseña, sino a recomendar a los que amen la literatura que lo lean. Si no les gusta, les pago el ejemplar y rompemos amistad.

Tengo algunas objeciones a la traducción: algunas palabras que no existen en castellano, un “la dije” muy castizo, confusión entre “cociente” y “coeficiente”…, pero eso no empaña la impresión de hallarme ante uno de los grandes. Siento que mi competencia en catalán sea tan pobre, porque seguramente vale la pena leerlo en original. No obstante, la versión castellana de esta maravillosa y dura historia (o historias) me basta para arrojarme sobre sus otros libros.

Tiene una interesante página web. En ella he encontrado unos artículos que vale la pena leer. Para los que se manejen toscamente en esa lengua, google translate los hace comprensibles. Adjunto unas frases de uno de ellos (“Elogi del professor de secundària”), que ha vertido al castellano esa aplicación, con algún modesto retoque por mi parte.

(…) El profesor saca al alumno de su mundo y lo conduce donde no habría llegado sin su ayuda. Ya sea para entender las derivadas, para admirar en silencio un poema o para captar un timbre o una armonía. Y el profesor, sin complejos, debe dejar claro al alumno que esto es difícil. Pero que no pasa nada, porque, contra lo que muchos predican, la dificultad por sí misma es educativa. El trabajo bien hecho del profesor no es la de apartar los obstáculos que el alumno se encuentra en el estudio y a veces en la vida, sino la de ayudar a superarlos: la dificultad es educativa.

En algún lugar he escrito que enseñar es, sobre todo, transmitir pasiones. El profesor hace cosas en la vida; posiblemente, hace cosas que le apasionan; estas cosas las transmite, aunque no formen parte del programa de la disciplina que imparte. Pero lo más habitual es que la disciplina que imparte sea su pasión. Y no se debe justificar ante los alumnos: enseña las cosas que le gustan y punto. Por eso es profesor de historia o de química. A menudo parece que el profesor tenga que pedir permiso para ponerse a explicar una novela, o los logaritmos neperianos. ¡Como si tuviéramos que avergonzarnos de las propias pasiones! (…)

El gran drama en los sistemas educativos europeos es la rebaja del listón. La falsa democracia de la mediocridad que ha instaurado el rasante igualitario nos hace difícil ayudar a los niños a soñar, a sobrepasar sus propias limitaciones. Debemos dejar que los alumnos que puedan volar arranquen el vuelo. Con los que no vuelen ya haremos un paseo, que será precioso, pero a pie de tierra. Pero, por el amor de Dios, ¿en nombre de qué derecho tenemos de impedir que lo que pueda, arranque a volar?

(…) Que lo sepan los padres: el trabajo de maestro es agotador. En secundaria, el doble. Y no pierdas la sonrisa. Pero la profesora agotada sabe que, de vez en cuando, se convierte en testigo de los descubrimientos admirados de los alumnos. Y sabe que, de vez en cuando, aparece una criatura que la rebasará, que llegará más lejos que ella en esa materia que domina. Es el inenarrable placer reservado al homo didascalicus. (…)

12 comentarios:

  1. Interesante para comentarla en el blog cuando la haya leído. Ahora tengo poco tiempo; así que no prometo prontitud.

    Besos, Atticus.

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    1. He "olvidado" advertir que no es un libro de bolsillo precisamente: más de 850 páginas. Pero cada cual hace con su tiempo lo que mejor le parece. El peligro es que, tras el libro, a uno no le apetezca más cortar el césped o acompañar a su pareja a ver la enésima peli mantequillosa... Luego que nadie diga que no se lo advertí. Ah, la culpa es de Coe, ella conoce la razón.

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  2. Hace años, una pila, yo cantaba estrofas de militante rojerío.

    Aquello de “… a las orillas del Ebro me dijo una miliciana: miliciano, miliciano, vente conmigo a la cama”. En algún momento indeterminado recuerdo haberlo cambiado por “una catalana”. O al revés.

    Sea como seriese…, a ver si pillo por los ahíses una miliciana catalana (si independentista, mucho mejor) y me dejo leer “Yo confieso” en la lengua de Pla y Espriu. Ya yo la leeré otra cosa en lingua franca.

    Qué menos, Atticus, después de tan vehemente recomendación.

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    1. Oye, el libro da para ti, para mí y para cualquier españolista irredento. Que la lengua, leída, es más lengua, más suave, más cálida. Es lo que tiene la lengua, ya sabes. Claro que ponerme unos gallumbos con la estelada...

      ¿Pla y Espriu? ¿No serán Piqué y Puyol?

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  3. Tengo interés en leer ese libro. Ya me lo habían recomendado dos personas (excelentes lectores). Por cierto, una vez mi hijo me preguntó si se decía "coeficiente intelectual" o "cociente intelectual". No supe qué responder. Fui al diccionario, en la entrada "cociente" estaba "cociente intelectual", pero remitía a "coeficiente intelectual". Qué sabiduría, la del diccionario. Esta mañana he ido a buscar "tamuja" y decía "borrajo". Me ha dado la impresión de que se trataba de dos lugareños, en mitad de la plaza, insultándose. ¡Esos lexicógrafos!

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    1. No creo que te decepcione, pero nunca se sabe.

      Respecto al cociente/coeficiente, es común que la gente diga "coeficiente" cuando debe decir "cociente" (será la seducción de las palabras largas, como diría Grijelmo). También dicen "líbido" en vez de "libido", y hasta lo he visto con "v" y con artículo masculino. Lo peor es que incluso ocurre entre profesionales de la psicología.

      Vamos al asunto. Un coeficiente, dice el Casares, es un "número que, escrito inmediatamente antes de un monomio, hace oficio de multiplicador". Si recuerdas las clases de física, allí era común un coeficiente en una fórmula. Por el contrario, el Cociente de Inteligencia se llama así justamente porque es el resultado de una división (o sea, un cociente), concretamente se divide la edad mental entre la edad cronológica. Daría 1 si coincidieran, más de 1 conforme la inteligencia es mayor y menos de 1 si la inteligencia deja que desear. Se dice que lo "normal" es 100 porque al resultado de esa división se lo multiplica por esa cifra. Así, un chico de 10 años con una edad mental de 14 tiene un C.I. de 140, que es donde muchos libros ponen el límite de la superdotación intelectual.

      Espero que haya sido de ayuda.

      Y lo de "tamuja" y "borrajo"... Haz el favor, que aquí prima la educación y los buenos modales.

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  4. ¡Qué nivelazo! Madre mía, 850 páginas no son para llevar en el tren :) Podrían sacarlo subdividido en varias partes y así los que no paramos en casa (llego a dormir y ná más) podríamos leerlo. Tampoco tengo e-book para llevarlo en pequeñito :( ¡Qué penita doy! ¿No? Jajaja... Creo que en Navidad será factible... Ahí sí que sí... ¡Seguro! :)Mil gracias por el fragmento traducido. Me ha gustado un montón. Abrazos.

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    1. Bueno, según. ¿Tienes buenos brazos?, ¿vas al gimnasio? Advertencia al personal: la de tapa dura pesa uno y la yema del otro. Tampoco debe leerse en la cama por peligro de aplastamiento si se queda uno dormido.

      Sobre todo sin prisas; la buena literatura se paladea, no se ingiere. Hablamos de solomillo calidad extra, no de la hamburguesa de plástico.

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  5. Me alegro que te haya gustado el libro. La razón, es que fue el premio por ganar el concurso de mi blog.
    Parece muy interesante todo lo que dice Cabré sobre la enseñanza: se nota que la conoce de primera mano y que es un apasionado.

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    1. Lo es. No parece un cantamañanas de esos que repiten lugares comunes. Pero, volviendo al libro, me doy cuenta de que solo es un libro extenso, no extendido. Es más, creo que algunas historias daban más de sí (es que hay muchas). Con 500 páginas más lo había arreglado.

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  6. Me has convencido, libro comprado. Le he echado un ojo a su página y tiene una pinta increíble. Ya te contaré. La verdad es que pasarse por aquí siempre es sinónimo de llevarse algo de valor cultural altísimo (aunque pase de vez en cuando, pero siempre paso). Un abrazo.

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    1. ¿Cómo se sonroja un blog?

      Pues eso, que gracias, Timonera. Sigue pasando que eres siempre bienvenida. A los comentaristas habituales: pinchad en el enlace de esta mujer, que lo que escribe vale la pena.

      Espero que no te arrepientas de libro. Creo que es excelente, pero siempre digo que no soy más que un lector, así que mi valoración es muy subjetiva.

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