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sábado, 31 de diciembre de 2011

BALANCE


Salvo el silencio,
todo es olvido.

jueves, 22 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD: EL FINAL DE ‘SMOKE’

La historia que se cuenta en Smoke no es precisamente agitada y aventurera. Dos amigos hablan y fuman; aparecen los personajes secundarios que entran en el estanco de uno de ellos y que han poblado sus vidas en el pasado. No hay más: siguen hablando y fumando.

Harvey Keitel, como siempre, está magnífico en su aparente hieratismo; borda lo que sea, se trate de un tendero obsesionado con una fotografía que repite incesantemente o bien le encomienden el enésimo papel de poli malo. William Hurt es un actor que no me gusta demasiado, o serán sus películas, no estoy seguro. Pero aquí sí, me lo creo en su rol de escritor viudo que ya espera poco de la vida.

Cuando la película ha terminado (eso parece), el director de la película nos regala una nueva historia, el cuento de navidad que le narra Keitel a Hurt y que, postre sobre postre, recrea en unos minutos inolvidables, sin voz, como si hubiéramos vuelto al cine mudo, pero con una exquisita música que, como dicen algunos esnobs, subraya las imágenes y hace innecesarios los diálogos.

Estupenda película en la que ocurre tan poco. Excelente final. Gran cine.




domingo, 18 de diciembre de 2011

CANCIONES DEL NO-VERANO 11: CESARIA EVORA

Ayer murió Cesaria Evora. No tengo una canción favorita suya, me gusta escucharla largamente, dejándome seducir por su melancolía tropical, por sus fados caboverdianos. Qué mejor para abandonar este frío otoño.

domingo, 11 de diciembre de 2011

DERECHOS HUMANOS

Ayer fue el día internacional de los Derechos Humanos. También se han cumplido 50 años desde la fundación de Amnistía Internacional, probablemente su defensora más tenaz y constante.

Y escribo esto para decir que no existen. Claro que no. ¿Qué quiere decir existir? Hay quien cree que nacemos con ellos, como el que nace con orejas. O bien que son una suerte de leyes que podemos reclamar exitosamente, como el que obtiene un puesto escolar. Pues tampoco. Nos queda, dirían algunos, la posibilidad de que sean una especie de ideas o valores más o menos platónicos, que preexisten en algún lugar, pero cuya realidad es indudable. Ni siquiera esto.

Los Derechos Humanos son una creación de los hombres. Son fruto de un acuerdo muy amplio, pero su universalismo se pretende, se busca, aunque esté muy lejos de ser un hecho. Esto es, se trata de un universalismo de los fines, no de los datos. Espero que se me entienda si digo que esa es su grandeza. Y también su enorme fragilidad: el ser humano ha renunciado a la fácil ley de la selva, ha puesto la piel de la naturaleza del revés para decir que toda persona debería tener derecho a unas mínimas condiciones de vida digna. Esto, tan poco, es una revolución contra la Historia y contra la Naturaleza.

Los Derechos Humanos no se cumplen, por supuesto. Los sueños de justicia siempre han sido contrafácticos, pero deberían cumplirse. Como la democracia, los Derechos Humanos mueren de éxito, y buena parte de sus burladores mastican esas palabras una y otra vez mientras a sus espaldas se perpetran las atrocidades más inimaginables. Pero ellos saben que hacen mal. Ése es su éxito: tal vez no nos hemos dado cuenta de que hasta su aceptación (más o menos universal) no había un código ético fuera de las religiones que tuviera ese alcance, esa amplitud de miras y esa generosidad.

Sus cimientos son muy débiles (no son; es preciso que sean). Por eso no conviene dejar de celebrar ese acontecimiento inverosímil. Y tampoco hay que dejar de vigilar: mientras algunos creen los Derechos Humanos son algo natural, los lobos afilan sus colmillos y se prueban los disfraces.

Nada es más natural que no tener derechos.

http://www.youtube.com/watch?v=oVWgrE1m8Lc&feature=related

domingo, 4 de diciembre de 2011

BOLUDECES VIII: CUESTIÓN DE ACENTOS


Dice la ortografía en vigor que es menester acentuar las mayúsculas, lo que no han hecho en la Colegiata del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, con lo que no estamos seguros de si no debemos trepar al PÚLPITO y, cual verborreicos párrocos, tronar en pos de la virtud y la vida eterna o, por el contrario, está prohibido encaramarse al cefalópodo de turno con el cuchillo, el aceite y el pimentón. Claro que si el pulpo es pequeño, entonces ¿para qué subirse al PULPITO?