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jueves, 30 de diciembre de 2021

LIBROS DE 2021

Pues llega el final de este complejo año.

Reviso mi lista de libros leídos, calculo que una cuarentena. Casi: 39.

De todos modos, en algún caso son series devoradas compulsivamente, varias.

Una de ellas de ellas, de Jerónimo Tristante, da vida al policía Víctor Ros. Se hizo una excelente serie de televisión que, aunque no coincide al cien por cien con los libros, me gusta mucho.

Otra serie (¡no saga!) es también española y policiaca. Se trata de las aventuras en Tomelloso y alrededores del policía municipal Plinio. Más que recomendable: literatura, antropología, casticismo y una lección del modo manchego de utilizar el lenguaje castellano. También se hizo una serie notable para televisión en los años setenta.

La tercera es de una escritora sueca que me recomendó justamente una amiga tomellosera. Se trata de Mari Jungstedt. Me he leído toda su producción, una decena larga de tomos. A quien le guste el género, que empiece a leer. Hay una mina.

Veo que de otros escritores también he picado en más de una ocasión.

De Ian McEwan he leído Amsterdam y La ley del menor. Todo lo que he leído de él me gusta. Este último muy especialmente: plantea el dilema de un muchacho testigo de Jehová que precisa una transfusión de sangre pero aún no tiene 18 años. Un dilema sobre la ley y la libertad. También hay una película que vale la pena.

De Víctor del Árbol también he leído cuatro. No lo conocía y me gustaron todos. Creo que merece mayor reconocimiento. Explora en la historia de España del último siglo, en sus heridas abiertas.

A Luis Landero lo disfruté en verano. Otros cuatro o cinco. Es uno de esos escritores cuyo estilo se reconoce y en cuyos personajes se reconoce al autor y al país. Debo leer los últimos, que me recomiendan.

También he leído más novela negra (El caso Harting), cómic (1984: muy bien, al igual que Clara Campoamor; Meditaciones de Marco Aurelio: no tan bien) y otras novelas “sueltas”.

Entre estas, El vampiro, breve pieza de Polidori que recomiendo; dos libros de Sara Mesa (mucho mejor Un amor que Cuatro por cuatro); El cuento de la criada, clásico contemporáneo escalofriante; el delicioso Manifiesto por la lectura, de Irene Vallejo; El asesinato de Platón, de Marcos Chicot, estupendo; y, por último, dos joyas: La caída de Madrid, de Rafael Chirbes y Un andar solitario entre la gente, de Antonio Muñoz Molina. Del primero diré que es un autor monumental y que parece mentira que sea tan poco conocido. Del segundo, sin duda popular, que este es su texto más extraño y a la vez más complejo; he tardado años en leerlo precisamente porque quería deleitarme en él, apena un par de páginas al día.

Así que esto ha sido todo de momento. En el 2022 espero que más y que me siga apeteciendo. Como no creo que escriba nada mañana, aprovecho para desear a los pocos seguidores de esta humilde bitácora un felicísimo año que ya se asoma y que estemos aquí para celebrar el 2023. Y a los comentaristas se lo deseo el doble.



Procedencia de las imágenes:

http://www.lalibreriadejavier.com/?p=32201

https://www.agapea.com/Luis-Landero/Absolucion-9788483834343-i.htm

https://www.amazon.es/dp/B081PGYPVL/ref=dp-kindle-redirect?_encoding=UTF8&btkr=1



martes, 21 de diciembre de 2021

ME GUSTA


En la era de la exhibición en pos de likes, ciertamente son más frecuentes los dislikes. Algunas redes sociales (notablemente Twitter) son el terreno abonado para los odiadores y resentidos, anónimos o no tanto, que vuelcan en ese patio de vecinas sus resentimientos. Tema de estudio, condición humana, sociología tóxica; acaso solo hemos refinado y hecho más compleja la ley de la selva.

Pero, tal vez sea por el espíritu navideño que se avecina, hoy eso no toca. O quizá porque es el día más corto del año y hace frío y llueve. Y eso no me gusta nada.

Hoy, anoche más bien, pensaba en todo lo que me gusta, que es mucho, mientras miraba las luces que algunos vecinos pusieron en sus balcones a finales de noviembre. En otro tiempo hubiera gruñido abundantemente; ya no, ahora parece que necesito ese plus de alegría (postiza o no, voluntaria en cualquier caso). Los tiempos han cambiado, todos lo hacemos, todo fluye y nada permanece.

Sigo sin ser un fan de la cosa navideña, no adorno la casa, no pongo luces y he regalado el árbol que llevaba cuatro años languideciendo en el trastero. Pero estoy a gusto con quienes sí lo hacen y el ambiente no me molesta en absoluto. Tal vez porque estos días no trabajo y mi cansancio es infinito.

Un cansancio ontológico, como decía un amigo que hace tiempo que no se pasa por aquí. Pero junto a esa fatiga está el tiempo libre, levantarme cuando el cuerpo lo pide, leer algo en la cama, desayunar morosamente y preparar un zumo natural en lugar del envasado que la vida rápida me ofrece.

Me gusta ir al salón a desayunar y ver una película antigua mientras me tomo los primeros alimentos del día. El frío de la calle no me alcanza, tengo café, zumo, tostadas, jamón… ¡Un banquete!

Y después sigue la lentitud, el paseo cuando algún grado más en la calle casi me invita a acercarme a las tiendas en las que puedo comprar lo que necesito. Hoy iré a una carnicería que me surte de buen producto y en la que unos profesionales de raza saben cuál es su oficio, te aconsejan sin atosigarte, y da gusto verles trabajar en lo suyo, con una competencia en lo suyo que ya quisieran otros. Por cierto, la limpieza es extrema. Hay que cuidar a esos conciudadanos, a esos comerciantes que dan vida a la ciudad.

Me gusta volver a casa por la mañana y leer hasta que se hace la hora de comer. Estoy terminando un libro de Rafael Chirbes, La caída de Madrid. Es Chirbes, uno de los grandes, nunca falla, no tiene un párrafo de literatura menor. ¿Por qué lo he descubierto tan tarde? ¿Por qué se murió?

Preparar la comida también me gusta. No por alimentarme, que eso es pura necesidad, sino por poder dedicar un tiempo a eso. Al final, la clave es el tiempo. Si como solo también cuido la presentación y el equilibrio de lo que pongo en los platos.

A veces me entra modorra tras la comida y, allá por los minutos que el Telediario dedica a los deportes, me rindo y cierro los ojos. Sin hora. Es uno de los grandes placeres, quienes hemos padecido el insomnio lo sabemos. Me gusta dormir, saber que duermo, saber que voy a poder seguir durmiendo.

Y me acabo de dar cuenta de que este año he escrito poco en el blog y eso no me gusta. Pero como este post iba de lo que me gusta, me propongo escribir algo más. Me gusta eso de los propósitos, indica fe en el futuro y cierta intención de hacerlo nuestro.

 

(Por si acaso no escribo más antes del 25, aprovecho para desear a los comentaristas menguantes una felicísima Navidad. A los que leen y no escriben, también. Los que se fueron tendrán sus razones; si deciden volver serán bienvenidos).


Procedencia de las imágenes:
https://ultrajewels.com/time-and-style/que-es-el-tiempo/
https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/la-caida-de-madrid/9788433924513/NH_281


martes, 7 de diciembre de 2021

FILOSOFÍA

Malos tiempos para la filosofía. ¿Alguna vez han sido buenos?

Tal vez lo fueron cuando la filosofía englobaba la totalidad de los saberes, cuando era deseo de saber (esa es su etimología): búsqueda incansable, ansia de conocimiento. Precisamente, una de las señas de identidad de la cultura occidental: la problematización del ser, de la realidad, y sus eventuales respuestas.

Hoy las ciencias duras se han independizado y, por suerte, son saberes autónomos (que no independientes).

Decía Adela Cortina que para saber la importancia que una sociedad otorga a un ámbito de conocimiento, solo hay que sumar las horas del currículum.

Las asignaturas encomendadas por la ley vigente y en desaparición (LOMCE) poseen una carga horaria de 17 horas posibles, si bien algunas son optativas, entre ESO y Bachillerato. Con la nueva ley educativa, ya en tránsito (LOMLOE) serán 5, si nadie lo remedia. Dicen algunos que las Comunidades Autónomas podrán incrementar algo esa cifra. Es cierto, seamos justos, que esas horas son obligatorias, mientras que en la LOMCE tan solo había 3 obligatorias. No obstante, parece algo más que una rebaja, suena a liquidación. De modo que, cuando algún estudiante me pregunta para qué sirve la filosofía, me dan ganas de decirle que, efectivamente, como supone, para nada. O al menos es lo que dan a entender los muñidores de la cosa educativa.

Sin embargo, como los de filosofía somos rumiantes de palabras y conceptos, cuando algún infante estudiantil plantea la cuestión, suelo responder algunas de las siguientes tres posibilidades:.

La cuestión no es para qué sirve saber algo como la filosofía, sino para qué sirve no saberlo.

Se preguntaba Borges, respecto a la poesía -lo mismo se puede aplicar a la filosofía-, que para qué sirve un atardecer, la música de Bach, una mirada cargada de afecto, etc.

¿Me preguntáis, estudiantes, si la filosofía es útil o si es utilitaria? Naturalmente, hay que estudiar disciplinas que tienen aplicación inmediata. Pero hay otras cuya utilidad está en ellas mismas. La filosofía no sirve-para, sino que sirve en-sí. Sirve para pensar, para ser críticos, para no fiarse -aunque la filosofía no tiene esto en exclusiva-. Sirve para saber de dónde viene nuestra forma de entender el mundo, nuestras luces y nuestras sombras. Sirve para desentrañar falacias, para no conformarnos con la tradición o la costumbre. Sirve para diferenciar un argumento de un eslogan, de una consigna o de la palabra sagrada. Sirve para acostumbrarnos a pensar y a escribir con orden, con lógica Sirve para tener ideas, para quedarnos con la sustancia, para saber lo que es la ley natural, los primeros principios, la modernidad y la posmodernidad. Para determinar por qué hemos de ser virtuosos, qué es la virtud, qué el vicio, qué lo legal y qué lo legítimo. Para preguntarnos qué es lo bello y por qué. Para saber la diferencia entre opiniones y certezas, entre lo relativo y lo que no lo es…

Me parece mucho, de gran utilidad. Al final es lo que proponía Kant en esa frase que todo lo resume: “Sapere aude!”, es decir, ¡atrévete a pensar!

 

(Por cierto, el 18 de diciembre hay una manifestación en defensa de la presencia de la filosofía en los planes de estudio de las Enseñanzas Medias).