El día siguiente al partido en el que el Atlético se aupó a
la final de la Liga de Campeones, tenía clase con 4º ESO. Estamos en el tema de
la globalización.
Les dije algo así: “Ayer ganó la eliminatoria un equipo de
Madrid, entrenado por un argentino, el gol lo metió un francés y poco después
un madrileño falló un penalti; eso sí, había jugado en dos equipos británicos y
uno italiano. El Bayern es un equipo alemán entrenado por un español (aunque no
estoy seguro de que lo sienta así) en el que hay jugadores de todos los colores
y procedencias, entre ellos varios de por aquí. Hoy jugará otro equipo español,
entrenado por un francés de origen argelino, cuyos principales goleadores son:
un portugués, otro francés de origen magrebí y un galés. Se batirán con un
equipo británico entrenado por un chileno en el que también hay varios
españoles”.
Luego les hablé de la ley Bosman, que ninguno conocía. Para
el jugador belga que le da nombre, la sentencia llegó demasiado tarde.
Finalmente, desembocamos en el meollo de la cuestión: qué es
la globalización y sus formas. Trabajamos la deslocalización, ventajas e
inconvenientes. En España no se produce casi nada en el sector textil,
deberíamos ir desnudos si vistiésemos sólo ropa made in Spain, si fuésemos españolistas de la producción y yo sólo
del vocerío grandilocuente.
La globalización nos llevó a la triste situación de los
refugiados. Algún estudiante siempre sale con la murga inquietante de que los
españoles primero, que los refugiados sólo traen problemas de terrorismo y esas
cosas tan peligrosas. No sé quién mete eso en sus cabezas, supongo que es lo
que se oye en casa y lo que repiten como un mantra otros elementos
“educadores”. Les digo que antes de la llegada de inmigrantes en España había
delincuencia y terrorismo y no el paraíso de Dios en la tierra. Les cuento algo
de la historia de este país, de los miles de compatriotas que huyeron tras la
guerra y que emigraron en los años del hambre. “No es lo mismo”, me contestó
una muchacha desde el fondo. “Tienes razón”, respondí, “entonces era peor, aquí
había guerra, persecución política, hambruna”. No les convenzo porque cuando la
creencia/prejuicio se ha instalado es difícil arrancarla con argumentos. Espero
que en algún caso se instale la duda.
Umberto Eco advirtió hace un cuarto de siglo de que el
resultado de la injusticia mundial y de las guerras sería el éxodo de los
países pobres a los ricos o en paz. Vendrán, dijo, nos guste o no. Nadie
abandona su país si está a gusto. Kundera ya advirtió de que quien desea
marcharse del lugar en el que vive es porque no es feliz.
Les he contado lo del fútbol para que reflexionen sobre el
hecho de que Benzema o Zidane son igual de musulmanes que los que llegan a
Lesbos, igual de peligrosos, pues
nadie es delincuente hasta que delinque: yo no soy asesino porque no he
asesinado, por lo que no se me puede juzgar antes de tiempo, por un prejuicio.
En todo caso, el juicio se hace después.
Cuando alguien me dice que la prueba de que no son racistas
es que en su equipo del alma hay negros, me quedo estupefacto. Lo malo, creo,
es que ellos han hecho una especie de integración
en su tribu, en la que asimilan bajo símbolos difusos lo que en otro
contexto sería el enemigo, el visceralmente declarado enemigo. En ese sentido,
el fútbol tiene algunas ventajas y es lenguaje universal. El uso (y el abuso)
es lo malo.
A veces les indico que su amigo Mohammed (o cualquier otro
nombre de alguien de la clase) también es de origen extranjero. “No es lo
mismo”, vuelven a repetir (y yo a no entender qué es lo que no es lo mismo).
Soy atlético pero podría no serlo. Los madridistas no me han
hecho nada, al menos no todos. Deseo que gane mi equipo pero no a cualquier
precio. Y no me parece que esto sea la guerra ni que Simeone sea un líder al
que haya que entregarse incondicionalmente. Tampoco creo que Zidane sea el
malvado y astuto general del otro ejército; al contrario, me gusta su
contención, su prudencia que viene del conocimiento, como le ocurría al
injustamente despedido Carlo Ancelotti y antes a Pellegrini; seguramente estos
individuos no encajan bien en equipos grandilocuentes (espero explicarme bien).
Por su parte, los jugadores que cambian de equipo por dinero no son
mercenarios, sino profesionales, como cualquiera de nosotros. Me gusta Iniesta,
que es un jugador elegante de un equipo que no me gusta porque hay demasiados
que quieren que sea mucho más que un equipo de fútbol. Sí, lo sé, todos lo son
en cierto modo, sin que esta globalización del mercado parezca haber afectado a
sus esencias.
Será que no lo entiendo. O que no me gusta el fútbol.
¡Hola! A mí si que no me gusta el fútbol, pero me cae bien Iniesta. Solo lo veo y disfruto cuando juega España y tiene opciones de algo (quiero decir que por ejemplo me gusta ver las semifinales y finales de los mundiales si España está por ahí, sino paso del fútbol por completo, me aburre)
ResponderEliminarLo de los inmigrantes... me da mucha pena, cuando a mi alrededor noto y siento un poco lo que creen tus alumnos, que es un foco de terrorismo, y que nos van a echar de España como vengan y vengan.
Me entristece sobre todo cuando me pongo en el lugar de toda esa gente que no tiene más remedio que buscar lugares tranquilos donde vivir en paz y con dignidad. Y veo la situación de comodidad y seguridad en la que yo me encuentro.
En fin Atticus, como siempre temas a la orden del día en tu blog
Besos
No conozco a nadie a quien caiga mal Iniesta. Bueno, en Holanda creo que hay alguno..., pero esto es otra historia. Es un tipo bueno al que las estrellitas del Barcelona deberían hacer la ola, porque no sólo es bueno, sino que hace buenos a los demás. Me hace gracia, un manchego con la senyera, pero esto también es otra historia.
EliminarNo sé cómo abordar ese tema en clase. Parte de mi familia cruzó la frontera al final de la guerra. tuve oportunidad de hablar con ellos antes de que muriesen (ya no queda nadie). Me dijeron que los gendarmes franceses les robaron sus pertenencias, pero no el dinero republicano, todos sus ahorros, que les tiraron a la cara mientras les decían que eso ya no valía ni en Francia ni en España. Uno de ellos estuvo en la playa/campo de Argelès; aún recuerdo lo que me dijo: "no nos trataron como a perros, sino peor que a los perros, a los perros al menos se los alimenta". Les digo a mis estudiantes que estos fueron nuestros abuelos y bisabuelos, refugiados. Y poco después, también nuestros abuelos, salieron a buscarse la vida a Europa con maletas de cartón, a idiomas en los que no sabían ni dar los buenos días. Emigrantes económicos, de esos que vivían muchos en una casa para mandar dinero a España.
A muchos de nuestros cachorros nadie les ha explicado esto. O sí, pero la arrogancia del móvil y la nevera llena les ha reseteado el cerebro.
Entiendo que un país no puede acoger a todos, entiendo que la gente que no tiene trabajo desconfíe e incluso se indigne. Pero la culpa de que no tenga trabajo o que le echen de casa por no tener dinero para pagarla no la tiene Mohammed, ni el inmingrante rumano o ecuatoriano. Esto parece marxismo, pues sí. Con la crisis hay que volver a hablar de la lucha de clases, de la infraestructura y la superestructura. Ya me gustaría a mí que eso desapareciese por el estercolero de la historia.
Gracias a ti por pasarte siempre.
Cierto. Casi cualquier equipo de fútbol parece hoy la Legión Extranjera.
ResponderEliminarRecuerdo un poema (creo que de Brecht) en el que madres de distintos países en guerra recibían las pertenencias de sus hijos muertos. Y pensé que su dolor nos hacía a todos iguales.
La Guerra es un eficaz agente globalizador.
No sé cómo solucionará Europa el problema -lo es, lo será- que anticipó Eco. No confío en que lo haga bien, no confío en la estupidez de unos y otros, de tantos.
No siempre tendremos París.
Cualquiera... menos el Bilbao. Y no sé si eso me gusta. En todo caso, es cosa suya. Pero me asombra esta capacidad de transmutar propios en enemigos y estrellas del equipo en traidores o peseteros. By the way, también yo soy pesetero, trabajo por dinero, no sólo, pero por dinero.
EliminarBuscaré ese poema que no conozco.
No sé la solución. Pero lo que está ocurriendo es una vergüenza. No sé cómo podrá contarse en el futuro sin que nos salgan los colores a los europeos.
Interesante y controvertido tema el que traes. La globalización ha sido buena en algunos aspectos y no tan buena en otros. Lo que dices de los emigrantes lo entiendo. Ellos no tienen la culpa de lo que pasa en el país, pero tampoco deberían tener más privilegios que los demás.
ResponderEliminarLo de los equipos de fútbol me ha hecho gracia, pero es una verdad como un templo. Es más, viendo un partido del Real Madrid (mis compañeras de piso son futboleras,yo no) me fijé en que no había ningún español en el campo, excepto Sergio Ramos. El Madrid de mis tiempos mozos estaba formado por españoles. Es curioso que la globalización , o como quieras llamarlo, sea así.
Creo, Lady Aliena, que lo malo de la globalización es que no es tal, sino más bien aculturación. Dicho de otro modo, son unos países los que imponen a los otros su particular modo de vida (y sus productos, sobre todo sus productos). Los otros países apenas exportan nada. Por lo tanto es una falsa globalización que responde a formas modernas de colonialismo económico sin necesidad de invadir países, con lo que la buena conciencia queda a salvo y la democracia (a su estilo) también.
EliminarNo sé de qué privilegios hablas. Si hay alguno, lo desconozco. Espero que no entiendas por tal sanidad, educación, y demás derechos humanos elementales. Claro que, dada la situación actual de tantos, lo elemental parece un privilegio. Pero veo las imágenes en televisión y no me parecen precisamente privilegiados. Claro que si los comparamos con los que han muerto en la guerra, lo son.
Solemos confundir derechos con privilegios. Es cierto que en algunos casos se ha abusado de los derechos por inmigrantes, pero también por españoles. Y se nos ha hecho creer que teníamos derecho a todo y a gratis total. No es cierto ni posible. Hay que intentar garantizar los mínimos para todos para que nadie tenga privilegios. A partir de ahí, el mercado, el esfuerzo y la suerte. Porque es tan injusto tratar igual a los desiguales como desigualmente a los iguales.
No me gusta el fútbol, no entiendo nada de ese deporte, no me dice nada. El vitoreado Messi estafa a la hacienda mientras los aficionados lo acompañan a la puerta de los juzgados para darle su apoyo. No es el único caso. Repugnante.
ResponderEliminarLos refugiados sirios o de otros países en guerra... Como bien dices, una versión de tantas veces en que los refugiados fueron rechazados con inhumana indiferencia (también una parte de mi familia salió por la frontera y tuvo que dejar todo lo que llevaban: un carro con mantas y diversos útiles para cocinar y trabajar; una parte de la familia a Argelès, la otra (mujeres y niños/as) por la Bretaña. Los judíos sin escapatoria posible en Europa oriental (nadie los quería) y más y más.
La globalización del capital, la mejor manera de organizarse para obtener beneficios extraordinarios. La cultural de poco sirve, la reacción nacionalista de ver en peligro la propia cultura provoca el crecimientos de los partidos de extrema derecha en casi toda Europa.
Decepcionante. ¿De qué sirve saber lo que ocurrió si hacemos como siempre?
Un abrazo!!
Pdt: seguro que algún alumno/a escucha y piensa
Se puede ser un estupendo futbolista y un mal ciudadano. Entiendo más a Messi que a los aficionados: el ha intentado pagar menos (desconozco si era consciente de estar cometiendo un delito), pero los que va a vitorearle son los que han sido estafados, los que están pagando sus impuestos y los que no paga Messi, de modo que le pagan dos veces. Eso, en realidad, no es fútbol.
EliminarEn las casas españolas se ha hablado poco del tema de los refugiados. Creo que erróneamente, se ha privado de información a las nuevas generaciones. Y ahora resulta que somos más egoístas que nadie. Qué pena.
Lo que dices de la globalización del capital es muy sabido: el capital no tiene patria. Lo que tampoco entiendo es esta obsesión nacionalista por reaccionar ante la globalización con aldeanismo. Yo soy muy partidario de la globalización, pero no de la uniformización ni mucho menos de la aculturación. Yo no estoy especialmente orgulloso de ser español, aunque tampoco me avergüenza. Me gusta la puntualidad alemana, las confianza social en Suecia, la creatividad italiana. Pero no me gusta la rigidez casi prusiana ni los problemas de alcoholismo y depresión en Suecia, ni ese tópico (que a veces es cierto) según el cual los italianos, en cuanto te descuidas, te engañan (eso sí, con simpatía). Con lo español podría decir casi lo mismo.
Repugnante es lo que ocurre en Europa: partidos neofascistas se enseñorean sin pudor pretextando una supuesta invasión musulmana. Eso sí, llevan ropa hecha por extranjeros, comen comida extranjera y tienen personal de servicio extranjero.
Algún estudiante estucha, desde luego. Y piensan. Ser catastrofista es postureo. Todo no está perdido. Los hay excelentes.
Tal como lo planteas hasta el fútbol parece algo lindo. De pequeño le tenía un no sé qué que me hacía rechazarlo sin saber por qué. Y al crecer, se me hizo cómodo poner ese deporte en los espacios comunes: vulgar, violento y básico.
ResponderEliminarPero he aprendido que lo vulgar nos une en un sentimiento tan humano y horizontal, que resulta necesario. Y pienso que en mi nación, en mi ciudad y en mi barrio (vivo a 5 cuadras del estadio), debería hacerse del fútbol algo digno. No una excusa para distraer a cuchilleros, no, se le debería devolver el legítimo derecho que tiene por ser deporte a divertir.
Y vaya que podría enseñarle a más de un colombiano que los racismos en nosotros son innecesarios porque llevamos la prole en las venas, al esclavo, al leproso y al virrey.
Yo no tengo nada contra el fútbol. No soy un forofo y una cerveza con amigos me saca rápidamente de la pantalla de la tele. Contra lo que rodea el fútbol sí tengo algo.
EliminarAlgo tendrá cuando se juega en todas partes, cuando personas que no comparten religión, idioma o color de piel se igualan en algo tan simple: un balón y un trozo de tierra. Como decía en el comentario anterior, hay mucho postureo pseudoprogre.
Lo que dices de Colombia me hace gracia, porque aquí en España es muy parecido: somos fenicios, romanos, íberos, visigodos, judíos, celtas, árabes y todo tipo de razas que han pasado por aquí en unos cuantos siglos de invasiones casi siempre y convivencias alguna vez. Y ahora también somos rumanos, marroquíes, ecuatorianos, búlgaros... colombianos.
By the way, uno de mis alumnos colombianos me decía ayer que en España el trato personal es menos educado, más rudo. Siempre he pensado que somos demasiado toscos y que hay que utilizar más cortesía, ser más obsequiosos. En cuanto alguien me dice que es muy sincero, me pongo a temblar...
Hola Atticus. He llegado hasta aquí desde tus comentarios en el blog de Laura (U-topia). Coincido contigo en mucho de lo que dices, y me gusta cómo lo dices. Tu reivindicación de la filosofía -y de esa parte tan sensible de la filosofía que es la Ética- es toda una cruzada en los tiempos que corren. Me alegro que tengas oídos atentos entre tus alumnos, porque creo que no todo está perdido. Crisis ha habido siempre, veremos cómo salimos de ésta.
ResponderEliminarY como sí soy futbolero -veo partidos por la tele, no voy a desgañitarme a la cancha, ni a descargar mis broncas con el lineman- coincido más aún contigo. Para este sábado 28 te deseo que gane el Aleti. Lo deseo por una razón menos noble que la tuya: me caen antipáticos los del Madrid, especialmente CR7. Demasiado indiviualismo, demasiado exhibicionismo. Lo suyo es vender camisetas, y luego jugar al fútbol. Los tuyos juegan un fútbol mezquino -opino-, pero hacen lo que pueden con lo que tienen, con mucho coraje y entrega. A Simenone le gustó siempre embarrar la cancha, pero se ha moderado ultimamente.
Y un final para ese caballero que es Iniesta. Fue una total injusticia que no le dieran el Balón de Oro cuando llevó a su equipo a ganar el Mundial, y él mismo hizo el gol. Y te lo dice un argentino, que le gusta Messi, pero no pondría las manos en el fuego por él (igual, como tú dices antes, puede que ni se haya enterado del entuerto, y su papito haya tramado todo).
Bueno, Atticus, te dejo este comentario. No es precisamente sobre el tema de tu entrada -la globalización- y sí más bien un reconocimiento a tu blog -estuve leyendo las últimas-. Aunque, se me ocurre, algo tiene que ver con el tema. Porque te escribo desde Argentina, y me asombra cómo vemos el mismo fútbol, ambos crecimos en un patrón cultural similar, a pesar de la distancia geográfica -algunos sostienen que la globalización comnezó con Colón-. Leemos los mismos libros -o casi-, y nos comunicamos por este medio, al punto de formar, con otros blogueros afines, casi una "comunidad". Yo me siendo a gusto escribiendo esto ahora, más a gusto que haciendo muchas otras cosas. Los comentarios que surgen en los blogs que visito me llaman poderosamente la atención. Por su profundidad, su sensatez, su frescura.
Eso es globalización, también. Y de la buena.
Un abrazo, y suerte para el sábado.
En primer lugar, muchas gracias. Por entrar y por tus palabras. Si has leído comentarios, verás que no siempre estamos de acuerdo en todo, pero eso forma parte del juego de la vida, incluso de la diversión. Yo sólo pido a los comentaristas respeto y sentido del humor.
EliminarCuando dices que no te has metido de lleno en el tema de la globalización no acabo de estar de acuerdo. ¿Hay algo más global que el fútbol? Y más aún si escribes desde Argentina, país que visitaré alguna vez, especialmente porque me he educado literariamente con Borges, Sabato, Cortázar...
Lo de Iniesta clama al cielo. En mi modesta opinión es el mejor jugador de todos los tiempos en España. La final de la copa fue buena, pero lo de Iniesta fue un recital de como dirigir un equipo, de elegancia, de inteligencia. Esto sí, ¡le sacaron una tarjeta!, algo inverosímil.
Estoy de acuerdo en que el juego del Atlético no es vistoso, no tiene jugadores para ello, pero Simeone es el que mejor lo ha entendido: juegan al límite, exprimen su talento y hacen que ganarles sea francamente difícil. Eso sí, suelen ganar por 1-0. Desde luego, hay un antes y un después de Simeone, se acabó ese fatalismo, ese pálpito de sufridores. Ahora se sale a ganar siempre. A veces se pierde.
Lo de CR7... alguien debería decir a este chico que hay que ganar con elegancia. Es un magnífico jugador, pero hay que saber estar, el respeto al contrario forma parte del juego. No todos lo entienden.
Entré al blog de u-topía por azar. Me gusta. Por lo que escribe y por la calidad de sus comentaristas. Creo que hay que mejorar el silencio o no escribir. En los blogs que me interesan aprendo mucho, me gusta; huyo de los otros.
Probablemente, como dices, la globalización empezó con Colón... o antes. ¿Con los griegos fundando colonias, con los romanos imponiendo su ley en Europa? ¿Con el cristianismo a sangre y fuego? Lo cierto es que gracias a ello estamos hablando en lengua común, aunque eso no justifique los desmanes de Cortés, Pizarro y compañia, pero ni yo ni tú somos responsables de aquello. Hoy explicaba a mis chicos que acaban la secundaria la diferencia entre aculturación e interculturalismo. Naturalmente, lo segundo es la parte positiva de la globalización; lo primero es repugnante y uniformizador, hacer de la tribu el referente unviversal.
Gracias de nuevo, Josebla. Bienvenido
Coincido contigo en el todo y en sus partes -no va a ser siempre así, pero festejémoslo hoy que sucede-.
ResponderEliminarMe causó gracia cuando citaste como tu primer argumento pro globalización al fútbol. Y... pensándolo bien, estoy de acuerdo. Uno hubiera preferido que el elemento a compartir por multitudes disímiles fuera, por ejemplo, La Divina Comedia. Pero la realidad marca otra cosa. Cuando veo fútbol inglés -el que más veo, por ágil y jugar a un toque, por su vocación de ataque- me sorprende algo que por estar latitudes no vemos: que con una misma camiseta y con gorros, bufandas y toda la parafernalia del mismo color del club, haya barbados rostros de paquistaníes, asiáticos, latinos, negros y caucásicos. Y que cuando se hace un gol, la pasión es superior -por unos segundo- a todas las fobias que hay latentes.
Así que te doy la razón, y de paso admito que los argumentos "racionales" no son tan aglutinantes como los emocionales. (Para bien, y para mal también). Saludos, y gracias por esta conversación. "Una conversación es un milagro", decía ya no recuerdo quién (Bajtin, creo). Razón no le faltaba.