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martes, 13 de mayo de 2025

EN FAVOR DE LAS NORMAS (JUSTAS)

Hace unos años, cuando existía la asignatura de Valores éticos, y antes en Educación para la ciudadanía, ponía un deber a mis alumnos: redactar, al modo de un breve ensayo o de un relato, cómo sería un día sin derechos, sin ningún tipo de derechos. El resultado, dejando aparte los rutinarios para salir del paso, era estremecedor. Los estudiantes eran conscientes al verbalizarlo de que podemos vivir más o menos tranquilos porque hay alguien que garantiza nuestros derechos. Es decir, que no nos roban impunemente y a todas horas, que no nos golpea el más fuerte, que la policía no nos asalta poniéndonos la pistola en la boca, que hay alguien que procura que podamos vivir en paz.

Sí, ya sé que no todos, que no todas. Y también sé que algunos lugares del mundo son el infierno. Tan ingenuo no soy. Hablo del país y el tiempo en los que vivo. Imperfectos, pero muchos mejores que otros.

El ejercicio tenía como objetivo hacerles ver la necesidad de las normas. De todo tipo de normas. De las simples reglas de urbanidad, que facilitan la convivencia. De las normas de circulación, que impiden los accidentes continuos, pese al empeño de algunos en vulnerarlas una y otra vez, ya que otros las respetamos y por eso conducir no es siempre la selva. De las leyes jurídicas, que permiten la custodia judicial, las garantías, la protección del ciudadano.

Los estudiantes tendían a decir que todo está muy mal. Es misión del profesor poner las cosas en su lugar. Es preciso que haya normas y aún más que sean justas. Porque en las dictaduras también las hay, muy rigurosas por cierto, pero nada justas. Siempre hay algunos que añoran las tiranías; a alguno de piel oscura le he tenido que recordar que en cierto régimen alemán acabaría, como yo, el el horno crematorio. El conocimiento del pasado (reciente) es necesario, la ignorancia es campo abonado para los fanáticos, para que los resentidos encuentren un abono que también terminará con ellos. La mayoría ignora que en España hubo campos de concentración y que muchos españoles murieron en ellos, aquí y también en otros en Europa, ahora que se cumple el aniversario de la liberación de Mauthausen.

La democracia no es perfecta, desde luego. Las tiranías no es que sean imperfectas, es que son el peor de los horrores imaginables. Les recomiendo que lean no solo sobre los campos de concentración, sino también sobre las limpiezas étnicas. Tenemos una en vivo y en directo y hubo otra en el corazón de Europa en los noventa. También lo saben en Latinoamérica. En realidad, no hay lugar en el mundo libre de la tortura, el asesinato y la ley del más fuerte.

Esa batalla sí hay que darla: contra la barbarie, la ignorancia, la intolerancia, el fanatismo, la crueldad, la injusticia, la miseria, la esclavitud...

Por eso, todo régimen que se precie, necesita normas. Insisto: normas justas, revisables, mejorables. Normas que respeten la dignidad y hagan posible la particular felicidad de cada cual.

Y, si alguien desea meterse en algo más hondo, le recomiendo consultar qué es eso del velo de ignorancia, algo que desarrolla John Rawls en su Teoría de la justicia.



Procedencia de las imágenes:

https://virtual.cuc.edu.co/blog/que-son-las-normas-juridicas

https://biblioteca.ufm.edu/opac/record/7532

2 comentarios:

  1. ¡Vaya, Atticus!! me ha encantado leerte del tirón, todo lo que dices pues como comprenderás, lo suscribo. Las tiranías, las dictaduras (algunas disfrazadas de democracia), las limpiezas étnicas, la esclavitud, las injusticias en general, todas esas cosas, aunque algunas pueda parecer que no, ahí siguen esparcidas
    Que necesarias son las normas, por cierto, buen ejercicio para tus alumnos, muy educativo para hacerles ver la importancia de ellas. Pero claro, depende de qué normas se pongan y de quién las ponga, eso también es así. La democracia no es perfecta, claro, pero sin democracia ¿qué tenemos?
    Besos
    En fin, que como siempre, me haces reflexionar sobre temas varios

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    1. Siempre gracias, Marian. Me cuesta mucho entender la querencia de las nueva generaciones por un franquismo (o cosas aún peores, si cabe) que no han vivido (sus padres a menudo tampoco) ni conocen. Tiene algo de rebeldía juvenil, desde luego, pero eso es insuficiente y por descontado injustificable. Se sorprenden cuando les digo que te podían encarcelar por manifestarte, por ser homosexual o por tantas cosas. A algunos les recuerdo que la asignatura de Religión era obligatoria y que las mujeres tenían que pedir permiso al marido para abrir una cuenta corriente o sacarse el pasaporte. Por supuesto, no les parece bien. Y entonces yo les pregunto qué creían que era una dictadura. Me preocupa el tema, la deriva totalitaria de tantos, y no solo estoy hablando de jóvenes, también de adultos, a los que el resentimiento (a veces digno de mejor causa) les lleva a abrazar estúpidamente esas actitudes políticas. También habría que nombrar a esos indocumentados antipatriotas que se dedican a malmeter con bulos y proclamas envenenadoras.

      Nunca hemos tenido en España tanto tiempo de paz democrática como hoy. Por supuestísimo, la democracia es imperfecta y tiene grados de calidad. Pero, al igual que los alimentos, se puede mejorar lo que comemos, pero cambiar una pizza por un bocadillo de excrementos no parece un cambio razonable.

      Besos.

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