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viernes, 17 de febrero de 2012

MEJORAR EL MUNDO: ALBERT CAMUS IV

Me decía un compañero de trabajo que, con el paso de los años, renuncias a grandes metas, pero no a colaborar en mejorar mínimamente la sociedad en la que te toca vivir. Se refería al dignísimo trabajo de profesor. Porque no vamos a cambiar el mundo, pero sí podemos conseguir que nuestros alumnos aprendan algo, que se sientan contagiados por el conocimiento, la música, el arte o la magia de las matemáticas. Es poco, cierto, pero esas pequeñas sumas hacen que tengamos de vez en cuando alguna que otra perla y, en todo caso, que colaboremos a no incrementar la estupidez general. Ya que no parece muy posible la utopía ilustrada del progreso moral y material ilimitado, al menos seamos conscientes de que lo que hacemos vale la pena. Aunque solo seamos un modesto freno, un paraguas para protegernos del tsunami.

Tomando un vino con él le he dicho que iba a escribir sobre esto e inmediatamente he pensado en mi recurrente Albert Camus (hacía mucho que no le dedicaba un post). Cuando le dieron el Premio Nobel pronunció un discurso del que quiero extraer un fragmento. Los que creen que es un nihilista es que no han leído ni siquiera esto:

Durante más de veinte años de historia demencial, perdido sin remedio, como todos los hombres de mi edad, en las convulsiones del tiempo, sólo me ha sostenido el sentimiento hondo de que escribir es hoy un honor, porque ese acto obliga, y obliga a algo más que a escribir. Me obligaba, especialmente, tal como yo era y con arreglo a mis fuerzas, a compartir, con todos los que vivían mi misma historia, la desventura y la esperanza. Esos hombres nacidos al comienzo de la primera guerra mundial, que tenían veinte años en la época de instaurarse, a la vez, el poder hitleriano y los primeros procesos revolucionarios, Y que para completar su educación se vieron enfrentados a la guerra de España, a la segunda guerra mundial, al universo de los campos de concentración, a la Europa de la tortura y de las prisiones, se ven hoy obligados a orientar a sus hijos y a sus obras en un mundo amenazado de destrucción nuclear. Supongo que nadie pretenderá pedirles que sean optimistas. (…)

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga.




La ilustración es de André Letria
y está tomada del blog: artesadepalabras.blogspot.com/

16 comentarios:

  1. Me parece que no hemos sido capaces de impedir que ese mundo se deshaga. Y no sé si podremos construir uno nuevo.

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  2. Me entristece la situación actual. Por un lado, ese sentimiento de fatalismo mezclado a partes iguales con estéril escepticismo. Por otro, el cóctel Molotov y las barricadas. Es la derrota del pensamiento, el triunfo de los balances contables frente a los derechos de las personas.

    Pero no podemos bajar los brazos. Aunque haya poco margen de maniobra, el determinismo nunca es completo.

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  3. ::: yo no tengo buena opinión de los docentes, ello no significa que la que tengo sea mala, pero al consultar la biografía de Camus en wikipedia me ha conmovido su gratitud al que fue su viejo maestro de primaria, Louis Germain, hasta el punto de que le dedicó su discurso del premio Nobel de literatura :::

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  4. Ese maestro del que hablas fue a su casa a convencer a su madre y abuela para que siguiera los estuidos de lo que hoy llamaríamos secundaria. También mostró públicamente su admiración y agradecimiento hacia el que fue su profesor de filosofía, Jean Grenier.

    Entre los docentes hay de todo. Algunos son heroicos, otros demasiado vocacionales (un peligro). Pero también los hay que merecen la aplicación de la reforma laboral en tiempo y forma, además de un par de collejas.

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  5. Pues a mí, cuando algún alumno se me acerca al final de la clase para decirme que algo le ha resultado interesante o para que le repita el título de algún libro, me pellizco repetidamente en los brazos y en las piernas para comprobar que no estoy soñando. Así está el mundo, Facundo.

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  6. No tendrás muy mal el brazo, Signos. (Aunque, lo confieso en voz baja: a mí también me pasa a veces, muy pocas, menos de las que me gustaría).

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  7. Sí, la situación está mal y cada vez peor. Las nuevas generaciones no son conscientes del cambio porque es el mundo en el que les ha tocado vivir y no conocen otro. Cuando les dije a mis alumnos que a partir del año que viene van a tener que comprarse los libros de textos casi me montan un motín. Empezaron a hacerme preguntas que, los que nos hemos comprado los libros de texto no habríamos hecho nunca: ¿ que si se pueden pasar a un hermano?, ¿ qué que pasa si no te lso compras? etc etc. Ya les dije que eso se había hecho siempre así. Ahora parece que ya lo han asumido.
    Yo, Atticus tú lo sabes, estoy cada vez más desanimada, más desmotivada y más cabreada, pero no dejo de ir a manifestaciones y reivindicar mis derechos. Por lo menos que no nos quiten la fuerza para seguir luchando, aunque estemos avocados al fracaso. En fin, los que nos gusta nuestro y trabajo y disfrutamos haciéndolo debemos luchar por él y, por lo menos, poner resistencia a aquellos que nos quieren dejar a la altura del betún; más si cabe.

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    1. Las nuevas generaciones han vivido un estado de sobreprotección ilusioria, de enseñanza comprensiva, de ignorancia de lo que son palabras como frustración y realidad. Hay culpables, no todos lo somos, o no todos en la misma proporción.

      Nos lo quitan todo. Lo peor es que nos están quitando esa fuerza de la que hablas. Lo peor es el fatalismo imperante. Ojalá lo de hoy sea sólo el comienzo.

      Leí hace poco que este gobierno (todo gobierno) odia a los funcionarios porque no siempre son dóciles, porque no están al servicio del gobierno, sino de la sociedad. Por eso intentar ponernos como jefes a cargos de confianza, a tipos que no han oído hablar del trabajo real que supuestamente han de coordinar.

      La imagen que propones es muy elocuente: a la altura del betún. Porque quieren que sus lustrosos zapatos estén relucientes a costa del lomo pisoteado de los que trabajamos y de aquellos a los que les gustaría hacerlo. Quieren siervos agradecidos, clientes deudores. No me extraña que tengan tanta aversión a la palabra "ciudadanía", esto de los derechos no lo tienen muy claro.

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  8. El mundo no se deshace, la historia lo corrobora. Sólo muta. Y nosotros, docentes o no, decentes o no, estamos en el mismo carril, evolucionado a trancas, barrancas y como podemos. ¿Cómo es que el ser humano sigue empeñado en imponer sus criterios, sean los que sean? Esa es la cuestión... (pensamiento peligroso, uy)))))))) ¿miedo a la libertad? ¿qué tendrá que todos la deseamos y al mismo tiempo la tememos????????? ¿Gestionar la "libertad" es libertad?
    ¡Escalofrío!!!!!!!!!!!

    hetava gÜeno Herr Biñooo, bishsssho

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    1. Hombre Anónimo, el mundo no se deshace, pero el los derechos y las libertades sí pueden hacerlo. De hecho, lo hacen. Lo de estar en el mismo carril... me recuerda a las palabras de un dirigente del partido en el poder: estamos todos en el mismo barco. Cierto, pero unos reman, otros dan los latigazos y otros se llevan los beneficios de la carga que transportamos.

      Y claro que nos empeñamos en imponer nuestros criterios. No vamos a imponer los criterios de la selva, como comprenderás. Salir de ella ha costado demasiado como para que ahora nos vengan con lo del darwinismo social.

      No hay más remedio que gestionar la libertad. No se gestiona sola, mucho menos al albur de los mercados. Y, como es cosa de muchos, y de difícil conciliación, conviene armarse de las armas de escuchar y no de las otras.

      Lo que no entiendo es lo último. Bienvenido en todo caso.

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  9. Recuerdo a todos mis profesores, especialmente a aquellos que me aportaron más de lo estrictamente académico. Entre ellos, Concha, mi profesora de filosofía, Marta, la de literatura, o Elena... Más tarde, Francisco, Rosa y Mónica. Ellos me animaron mucho a desarrollar otras capacidades más allá de sus asignaturas, compartieron conmigo lecturas y discursiones sobre textos y personas que quedaban fuera del temario, me dedicaron tiempo fuera del horario lectivo a cambio de nada... Generosidad... Siempre les recordaré como personas extremadamente generosas. Gracias a todos ellos.

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    1. Bueno, bueno. A estos no les aplicamos ni la colleja ni la reforma laboral, sino reconocimiento y un buen aumento de sueldo. Porque, lo malo de ser funcionario, es que cobras lo mismo lo hagas bien o mal. Por eso, la palmadita en la espalda que das es siembre necesaria. Y si te lo encuentras por la calle, páralos, no te molestes si no recuerdan tu nombre y diles esto mismo.

      A los otros... olvido. No merecen más.

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  10. El "darwinismo social" es un eufemismo que poco o nada significa. Desde luego, no tiene nada que ver con el darwinismo, ni el neo ni el vintage. Es triste que ante la ausencia de ideas o planteamientos originales se utilicen los de otras ciencias del saber que en modo alguno son ni análogos ni homólogos. A los muñidores de estos palabros les queda sólo y por tanto el torpe ardid de la hominimia del Homo nimio. No por ello tienen más validez. Y no lo digo por el señor Finch, sino por los que han acuñado tal término de modo tan desafortunado.
    Perdón por la pedantería pero me he sentido aguacate -quiero decir avocado ¿o era abocado?- a hacer esta puntualización.

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    1. Casi nada que objetar a lo que dices, Homo nymus (por cierto, hermoso nick). Como es bien conocido, el darwinismo es una teoría científica, y el darwinismo social es la doctrica economico-política que lleva algunos de los conceptos del darwinismo a su explicación de la economía liberal. Esto es, utiliza conceptos extraeconómicos para justificar (¿científicamente?) el ultraliberalismo.

      A mí personalmente, creo que como a ti, me parece una trampa, el viejo truco de valerse del prestigio de la ciencia para hacer más sólida una disciplina que quiere serlo sin acabar de serlo (no digo que sea un conjunto de tonterías, sino que no es física ni química). No pocos de los que dicen que las medidas ultraliberales que ahora nos imponen dicen que son "necesarias", acudiendo así a otro concepto científico, esta vez matemático: sólo hay necesidad absoluta en matemáticas, en lo demás hay decisiones, efectos secundarios y luces y sombras. Pero el discurso cala, y el pueblo (en su mayoría) calla.

      No te disculpes y bienvenido, aunque seas aguacate del diablo.

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  11. Me ha hecho gracia la alusión diablesca a mi hermanito. De hecho suelo ser yo, en virtud a mi nombre y a la ignorancia republicante, el que tan ha sufrido la burla de otros infantes en mi época escolar. Asunto doblemente curioso, pues el nombre completo de mi hermano no es otro que Homo Jero y, sin ir más lejos, su nombre en casa nunca ha sido otro que Jerónimo.
    Y mi hermano se defiende bastante bien en los asuntos que torpemente ha denominado “ciencias del saber” pero el último libro de ficción que leyó en su vida creo que fue “Bono se presenta” de modo que poco ha hecho que no sea apartarnos del asunto del post.
    Por mi parte, y sobre lo que oportunamente apunta el señor Finch “Los que creen que es un nihilista es que no han leído ni siquiera esto” debo reconocer que también pensé durante años que Camus era un nihilista o, al menos, un defensor del ultraescepticismo y la indiferencia. En cierta medida, se lo ganó muy a pulso con su primera novela, que fue también la primera que leí (y aprovecho para reivindicar a Visconti y a los lampedusanos, si tal demonimia se me permite). Sólo posteriores novelas y la relectura de la primera me permitió acceder a un segundo plano que definiría como comprometido, si este término me gustase. Que es que no.

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    1. "Bono se presenta"... no me suena. ¿Es ficción, ciencia-ficción? No me suena Bono. ¿El de U2?

      Lee otra vez "El extranjero", supongo que te refieres a esa novela. Meursault no es Camus, sino un contra-Camus. A Camus lo encuentras en "La peste". Y siento no coincidir contigo con lo de la peli: me pareció carente de ritmo; no "entré" en ella, y eso que lo tenía todo a favor: el director, el actor, el tema. Pero no.

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