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jueves, 23 de abril de 2015

DÍA DE ALGO

Los días de algo son tranquilizadores. Cumplen una función de recuerdo, celebración o conmemoración, qué duda cabe. Pero me parecen sospechosos. 

No sé qué utilidad puede tener recordar que es el día de la Filosofía o de la Poesía. O tal vez de las amapolas silvestres o del cocido montañés, hay para todos los gustos. 

Me parecen sospechosos precisamente por tranquilizadores: cumplimos el trámite cultureta, recordamos a la sociedad que alguna vez hubo filósofos y poetas y a otra cosa, que la actualidad viene cargada y veloz y el partido de esta noche es el bucle del eterno retorno del partido del siglo. 

Especialmente inútil me parece el día del libro. No para las librerías o editoriales, a las que siempre viene bien un estímulo en las ventas, y más con ese producto casi de lujo, superfluo, qué gran invento. Yo hablo de los lectores. A un lector de raza no le hace falta un día del libro, del mismo modo que al enamorado no hace falta que le recuerden tal hecho el 14 de febrero. Leer es actividad cotidiana, instinto, pulsión.

Obviamente, hay lectores esporádicos, lectores de premios, lectores de tapas, lectores de recuerdos, lectores de whatsapp, lectores del teletexto. Hay lectores voraces, toxicómanos de las páginas, ansiadores de historias y argumentos. Hay también lectorcillos ocasionales, los menos. 

No sé si los del primer grupo necesitan un día especial. No sé si les sirven para algo esas campañas de promoción de la lectura que (en mi modestísima opinión) disuaden más que estimulan. 

Yo leeré hoy. Y mañana. Pasado también. Es posible que me atropelle un camión y deje de hacerlo. Por si en el otro mundo se puede leer, meted mi e-reader en el ataúd, a reventar, que la eternidad es muy larga. Sé que lo del libro en papel es más romántico, pero caben pocos en un féretro estándar, de modo que no: mi kindle y los miles de libros que le quepan. Os prometo leer hasta el 23 de abril del año chorrocientos mil y pico de la era de Cervantes y del Sexpir aquél. Y después, si Dios quiere.


6 comentarios:

  1. Yo tampoco necesito un "Día del libro" y francamente, las bibliotecas creo que tampoco. Ayer fue un día más en la mía, incluso se puede decir que estuvo más vacía que otros días. Porque como tú dices, los buenos lectores, leen siempre, a todas horas (siempre que se pueda, claro) y en todas partes. Ese es mi caso y también leeré hasta la eternidad
    Besos

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    1. En la eternidad, pues, nos vemos. Espero que no en esos libros que se hacen eternos, glups, qué horror, sino en esa eternidad de infinitos placeres. Me voy a leer.

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  2. Algo tienen los días.

    Hace años ojeé, no leí, un libro de poesía de Gabriel Ferrater intitulado “Las mujeres y los días” (1968). Se suicidó 4 años después, dijo a sus amigos que lo haría antes de cumplir los 50.

    Me parece un título feliz, aunque antes de mirar en Google yo lo recordaba como “Mujeres y días”. Me gusta más.

    Que no falten ni unas ni otros en que pronuncien nuestro nombre.


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    1. ¿Y el libro iba de los días de las mujeres o es que el día de las mujeres es todos los días?

      Qué misterioso.

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  3. Para mí, el día del libro -especialmente si lo has vivido en Cataluña- me parece especialísimo. Amigos, familia, amantes se descubren libros, se buscan en una marejada de librerías, se organizan aperitivos posteriores para discutir de ellos...

    Creo que un precioso homenaje, un día lleno de literatura, de cambio de opiniones, de sugerencias... Otra cosa es que haya otros días mundiales que no nos toquen tan de cerca. En mi caso, el 95% de mis libros los obtengo entre marzo y abril: mi cumpleaños y Sant Jordi. Y que dure muchos años.

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    1. Como deducirás de mi escrito, no estoy muy en tu línea. Me parece importante para las librerías y editoriales tengan ese espacio de visibilidad. Pero, insisto, a los lectores nos da igual. Para mí, sin pena ni gloria. De hecho, compro muy pocos libros: los de trabajo y pocos más. Para el resto, bibliotecas y e-book. El espacio manda y tiene dictados muy férreos.

      Espero que no se deduzca de lo que escrito mi aversión hacia los libros y mucho menos hacia la lectura. Al contrario.

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