No voy a ser objetivo. Como ya he dicho en alguna ocasión
sólo puedo ser subjetivo porque soy un sujeto. Lo que espero es no ser
arbitrario.
No puedo serlo porque voy a hablar de profesores y soy uno de
ellos. Ser juez y parte no es buena cosa si se quiere abordar algo con
imparcialidad.
Pero es que no quiero hablar de los profesores en general,
sino de algunos en particular. Mi hijo ha comenzado su segundo año en la
Universidad (pública, desde luego). Echo la vista atrás y me doy cuenta de que
alguien le enseñó a leer y a escribir, que es un regalo impagable nunca lo
suficientemente agradecido. Estoy muy contento del cole al que fue, con
maestros de la vieja escuela, de los que aman su trabajo y no se dejan seducir
por experimentos pseudopedagógicos. Su formación elemental fue buena y pasó al
instituto sin problemas. Allí le he podido seguir más de cerca porque es mi
terreno y porque a algunos de sus profesores los cuento entre mis amigos.
Ahora repaso y no encuentro ni uno del que pudiera decir que
es un inepto. Es cierto que hemos tenido suerte, porque los hay, claro que sí,
y desde luego en el instituto en el que estudió. Algunos profesores deberían
reexaminar su tarea: o no están capacitados o no ponen de su parte lo
suficiente. Y cuando se trata de trabajar con material humano hay que
esmerarse. Mucho.
Hemos tenido una especial suerte con los profesores de
ciencias, especialmente física y matemáticas, asignaturas que al padre no
supieron enseñarle bien (y lo digo con cierto rencor), pero que al hijo le han entusiasmado
hasta el punto de querer dedicarse a ello los próximos años.
Me duele un poco el desdén hacia la Filosofía y hacia la
Lengua/Literatura. La primera porque es lo que nos da de comer y mi formación
universitaria. La segunda porque es lo que más me pone. No obstante, ninguna queja hacia los profesores, a los que
tengo en estima personal y profesional, simplemente no era lo suyo y ni los
talentos ni las querencias parece que se hereden. Insisto, he seguido su
trayectoria y me parecían cursos bien planificados y profesores competentes y
dedicados, de ésos que no tiran la toalla cuando las administraciones nos ponen
minas en el quehacer diario.
Cuando fui tribunal de oposiciones pensaba siempre en lo
mismo: ¿me gustaría que este aspirante fuera profesor de mi hijo? Algunos eran
excelentes y muchos merecían estar en las aulas más que yo, sin duda.
Creo que debería hablar con muchos de ellos y decirles esto
tan hermoso: gracias. Y al de filosofía, que nos perdone porque la teoría
ondulatoria de la luz le provoca más entusiasmo que las ideas platónicas. El
hijo es así de raro. O será el padre, que no ha sabido inocularle el virus
pertinente.
O que la educación (¡menos mal!) no es una ciencia exacta y
los hijos nunca son clones de los padres, de sus expectativas o de sus
frustraciones.
Ahora que se habla tanto del adoctrinamiento en la escuela,
debo decir que me alegro mucho de que hayan adoctrinado a mi hijo en esos
mínimos que todo centro público debe inculcar: estudio, disciplina,
conocimiento, análisis crítico, verdad… Lo otro ya lo iremos viendo nosotros si
queremos. Quiero decir que ya lo irá viendo él. Es su hora.
Procedencia de las imágenes:
https://www.las2orillas.co/gracias-maestros-la-caricatura-de-la-semana/
http://www.entrelibros.co/blog/etiqueta/fisica/
En la profesión -sobra decirlo- hay de todo.
ResponderEliminarYo tengo particular veneración por los maestros de infantil y primaria, aquellos que nos enseñaron y enseñan a leer; y a todos los primeros pasos, ellos son los superhéroes.
Envío un emocionado abrazo a Doña Sabi y a Doña Juli. Gracias -como tú mismo has escrito.
Tú eres el raro, Atticus, no tu hijo, pero menos mal que existís los raros.
De todo, absolutamente de todo. Algunos (pocos, pero algunos hay) no dan un palo al agua y tienen una ignorancia supina, incluso graves carencias en su materia, que han descuidado desde que aprobaron. No son la norma, pero los hay. De otros me admira su enciclopédico saber que tienen que destilar con gran mesura a muchos chicos que están en un lugar para saber y no quieren saber (gran paradoja).
EliminarLos maestros son la base, sin duda. No entiendo esa manía que hubo hace tiempo de llamarlos profesores de primaria o algo así. Maestros. Es una hermosa palabra.
Muchas gracias por el último párrafo. Y no es ironía, lo sabes.
Las matemáticas son el idioma del universo. Y lo dijo Einstein, que no las tenía en alta estima. Quizás lo que más se le aproxime de la filosofía, sea la lógica y de la literatura, la lingüística matemática.
ResponderEliminarPor otro lado, la física ha sido la ciencia que ha dado mayores avances en términos de cosmología. Al punto de plantearnos los interrogantes que ya no hacía la filosofía frente al concepto de "realidad".Por ejemplo, que el tiempo sea distinto en diferentes escenarios afecta el concepto de "causalidad".
Afortunadamente, los hijos son distintos. Muy a pesar de Borges, que los concebía como un reflejo en el espejo.
De educación, no sé nada. Porque nunca he educado, ni transmitido nada. Puedo decir sólo una cosa, detesté a todos mis profesores del colegio. Adoraban la quietud sobre la expresión del cuerpo, la obediencia sobre el impulso de cuestionar los conceptos, la memoria sobre la inteligencia. Qué equivocados estaban. Mis compañeros, excelentes estudiantes, crecieron como colegas mediocres, incapaces de solucionar problemas reales. En ese sentido, tu hijo fue un afortunado. Tener buenos profesores, es a menudo, el principio de algo grande. Que lo diga Alejandro Magno.
Lo maravilloso de los lenguajes formales no es que reflejen la realidad, sino que, una vez creados, la realidad se acomoda a ellos. Son modelos explicativos. Sin ellos no hay conocimiento.
ResponderEliminarEducar es difícil. Siempre es contrafáctico. No obstante, la opción alternativa es la selva o el instinto. Me cuesta entender a los que creen que educar es dejar hacer. No es eso.
La educación formal tiene de todo. Desde luego, hay que aprender cosas de memoria, pero no acríticamente, mucho menos sin dar sentido a lo que memorizamos. La inteligencia es más que la memoria, pero es también memoria. Por supuesto, hay que impulsar el crecimiento personal, la creatividad y todo eso. Desde algo.
hola y gracias por compartir tus pensamientos, sencillamente fantasticos!
ResponderEliminarGracias. Nada extraordinario.
EliminarEstudio, disciplina, análisis, verdad... esas palabras me ponen
ResponderEliminarMe alegro de que los profesores hayan sabido formar y motivar a tu hijo, aunque seguro que el padre habrá tenido mucho que ver en ello.
Imagino que en todas las materias, pero en las de ciencias es muy importante que cada año los alumnos adquieran una buena base, detrás del rechazo a estas asignaturas suele estar la carencia de conocimientos del año anterior. Habitualmente, sólo puede gustarte lo que entiendes, y para entender conceptos abstractos es tan necesario cada curso, como para el funcionamiento de un reloj cada mínimo engranaje.
Ojalá el día de mañana tu hijo nos pueda resolver el misterio de la materia oscura, bueno, eso o que siga por la buena senda que los adultos le enseñasteis en su momento.
¡Enhorabuena, Atticus!
Pues sí, Miguel, yo soy de ésos. Un antiguo, uno al que le parece que la motivación está muy bien, pero la automotivación es aún mejor, precisamente porque depende de nosotros.
EliminarAlgo hemos tenido que ver sus padres, claro, pero también hay azar. Y, desde luego, buenos profesionales detrás.
Me molesta el desdén que tienen muchos "de letras" hacia la ciencia, al que no veo más fundamento que el desdén del ignorante y perezoso. Yo soy de los de la disciplina, ya lo ves.
Lo de la materia oscura me lo tenéis que explicar, que me parece más misterioso que la santísima trinidad, la resurrección de los muertos y la transubstanciación de las especies. Todo junto.
Siempre agradezco tus comentarios inteligentes y nada banales.
Mi hija está en 1º de Bachillerato. En el insti en el que está todos los profesores son "tradicionales" y algunos le gustan y otros, no. La de Lengua le encanta; el de Filo, sin embargo, no tanto. En el primer examen de Filosofía ha sacado un 9, pero cuando me dijo la nota me comentó que no sabía ni lo que había escrito en el examen, que no entendía nada. Eso es lo malo. Tengo dos hijos, los dos sacan muy buenas notas, los dos son responsables, se esfuerzan y estudian, pero mi hija siempre me dice que ella lo hace para sacar buena nota, no para aprender y que piensa que aprende poco. Sé que, seguramente, estará aprendiendo mucho maś de lo que ella cree, pero también sé que si no le resulta atractivo lo que está dando se le olvida nada más hacer el examen. Como a mí se me olvidaba, lo que no quiere decir que el profesor fuese malo o bueno, sino que no le sabe transmitir a mi hija (quizá a sus compañeros, sí) eso que hace falta para que te interese de verdad.
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