Escribo estas líneas, este post, mientras mis alumnos de
bachillerato hacen un examen. Es tedioso. Me entretengo imaginando su futuro,
que me gustaría anticipar. A la mayoría les irá bien, son despiertos y de
inteligencia andan casi todos sobrados. Otra cosa son sus actitudes, que
necesitarán ajustar al mundo, porque los centros de enseñanza tienden a ser
sobreprotectores y las familias más aún. Y nada de esto les beneficiará.
Tienen una cultura distinta de la mía, hecha de atajos,
pantallas electrónicas y alguna que otra creencia errónea respecto a derechos y
deberes. Cierta pedagogía moderna no
les ha ayudado.
La vida, pienso mientras paso al lado de un estudiante que
obtendrá seguramente un 9 o un 10, les dará alguna que otra colleja, se tragarán
unos cuantos sapos y ganarán bastante menos dinero del que creen merecer a
cambio de bastantes más horas de las que imaginan. La mayor parte sobrevivirá,
se adaptará bien, podrá con ello y será razonablemente dichoso.
No obstante, la mierda de mundo y sociedad que tienen en este
momento ante sus pantallas/ojos no es envidiable. Y aún así rebosan energía y
un talento que es potencialidad de emprendimientos varios que ojalá no se
malogren. Sólo necesitan decisiones acertadas y algún cambio radical en su
sociedad de referencia. O viajar.
Mañana corrijo. Me gustaría creer que esto que han estudiado
será útil en sus vidas.
Entiendo esa sensación... Yo también la siento a veces. Ver que a seres con multitud de avances tecnológicos, mejor calidad de vida, etc... Les esperan una gran desorientación en el futuro. Demasiado de todo y demasiada homogeneidad. Yo los veo y me invade la tristeza. Cada vez es más difícil ser auténtico.
ResponderEliminarLes miro y creo que se mezcla mi preocupación de profesor y de padre (mi hijo está en ese nivel, en esas circunstancias). A veces, efectivamente, me invade la tristeza, como bien dices tú. Pero también veo posibilidades, energía, ganas de saber. Lo que peor llevo es la arrogancia estúpida de algunos, la soberbia del que cree que por saber inglés y sacar buenas notas ya está por encima de los demás. Por eso digo que se van a llevar unas cuantas bofetadas; sólo espero que aprendan de ellas y que no se refugien en esa inexistente resistencia a la frustración del que cree que todo le es debido.
EliminarHace diez o doce años tuve un muchacho en clase que se sentaba en la última fila. Corte de pelo convencional, discreción en todo salvo en el pendiente en su oreja izquierda. Lo tuve tres cursos seguidos. Escuchaba, trabajaba razonablemente, preguntaba poco de pura timidez. El último día de curso en 2º de Bachillerato hice una broma en voz alta: dije que si hoy viviera Nietzsche, sería del Atlético de Madrid. Todos me miraron con cara de aburrimiento... salvo él, que veía más allá de los temas y la materia. Ese día pensé que había tenido un éxito puntual. Le volví a dar un 9.
Sé que está acabando el MIR en Medicina Interna. Me encontré un día a su padre, maravilloso maestro de escuela, y creo que los dos nos llenamos de orgullo. Me dijo que su chico se acordaba mucho de mí y yo le respondí que era mutuo, y le conté esta historia. A veces la vida te trata bien y ese día fue uno de ellos. Espero que, cuando me toque ingresar en el hospital, me encuentre con sus conocimientos y buen hacer.
Pienso que las nuevas generaciones vienen dando fuerte, y no siempre en el buen sentido. Como dices, la sobreprotección no les ayuda y algunos métodos pedagógicos modernos tampoco. Pero me gustaría añadir que muchos de estos jóvenes, por suerte no todos, se creen en posesión de la verdad y tienen una soberbia que no les deja ver más allá de sus narices. No hablo solamente de los alumnos que podamos tener tú o yo, me refiero a muchos menores de veinticinco años que creen que lo saben todo. A muchos les hacen falta esas collejas de las que hablas.
ResponderEliminarPor suerte no todos, menos mal. Hemos combinado una pedagogía de los derechos con una omisión de los deberes. Les hemos dicho que vivíamos en un mundo en el que todos eran iguales, en el que las opiniones son respetables y equivalentes, en el que el profesor y el padre están a su servicio... y no. Menos mal que hay sensatez entre algunos, que sobreviven milagrosamente a todo el entorno. Porque la educación es contrafáctica.
EliminarLo de las collejas era metáfora. A ver si me van a denunciar ahora por apología del maltrato a menores...
“Muchos años después, frente” a un examen intrascendente, éste que comenta “había de recordar aquella tarde remota en” que realizó su primer examen…
ResponderEliminarY no le gustó un pelo, décadas después, volver a hacer un examen (de inglés), joder -se dijo-, he hecho tantos exámenes que no me apetece ni uno más.
No me gustan los exámenes. No. No. Y no. Pero todo eso que relatas lo veo cierto y reconfortante.
Como vi el otro día en una fotico: una ingeniera, un cirujano, una arquitecta o un fontanero, un abogado, una matemática o un conductor de bus tienen en común que han tenido maestros y profesoras.
Yo debo ser muy raro, porque he estado examinándome hasta hace muy poco, cuando estudiaba en la UNED. Y reconozco que me gustaba esa sensación de escribir acerca de lo que uno sabía. Pero lo de inglés... ese es otro cantar. Qué pesadilla, ahí entendí a mis estudiantes. Tres años me costó el B1. Eso sí, nunca suspendí; simplemente no iba. Pero cuando fui lo pasaba mal. Y es que soy el único español que habla inglés peor que Ana Botella, como una vaca húngara resfriada.
EliminarHermoso lo que dices en el último párrafo. Una de las primeras cosas que hizo Albert Camus tras el Nobel fue escribir a su maestro una carta de agradecimiento.
http://www.joanteixido.org/doc/mat_form/carta_Camus.pdf
¡Qué hermosa carta! Sé, o quiero creer, que algo queda de nosotrxs en cada estudiante que pasa por nuestras clases... Estoy convencida de que sí. Otra cuestión es que luego se topen con un muro de hormigón infranqueable... Como me sucedió a mí y a tantísimxs de mi generación (hablo por lxs que conozco, claro, incluso los que viajaron y se marcharon fuera). Aprovecho para dar las gracias a los que fueron mis profes, a aquellxs que me aportaron más allá de la materia que impartían... Doña Elena (Geografía e Historia), Don Elías (Matemáticas y Biología), Marta (Lengua Castellana), Concha (Filosofía), Mónica y Gema(Estructuras)... GRACIAS.
ResponderEliminarEn cada uno hay algo, pero muy poco, no seamos vanidosos. Hoy estoy especialmente contento porque han seleccionado a tres de mis estudiantes para la olimpiada filosófica. Pleno: presentaba tres y los han seleccionado a todos. Son buenos, quiero creer que he hecho algo por ellos, pero lo cierto es que ya me llegaron buenos, trabajadores, con ganas de saber, con una excelente expresión escrita.
EliminarLo de Estructuras lo tienes que explicar. Vaya asignatura más rara.
No recuerdo bien qué pensador decía que una buena educación hacía que el sistema les fuera insoportable.
ResponderEliminarPudo ser cualquier persona, es decir, cualquier pensante. Luego están los pienseantes: a ésos les va bien con la ley de la selva, el sistema les resulta soportable, deseable y conveniente. ¿Para qué profesores?
EliminarLuego están los que entienden mal la igualdad: ¿para qué profesores si todas las opiniones valen lo mismo?