-Una vez le
pegué a un tipo. La única vez en mi vida. Pero no me imagino atizándole a una
mujer.
-¿Por qué le
diste? –preguntó Brunetti. (…)
-Fue en el vaporetto (…). Había un hombre a mi
lado, a la izquierda, y delante de él había una niña pequeña. Bueno, no tan
pequeña, porque debía de tener unos trece años; de todos modos, no dejaba de
ser una niña. Cuando él pensó que no lo miraba nadie, se inclinó hacia un lado,
le puso la mano en el culo y apretó. Pero no quitó la mano. Yo me fijé en la
cría, una chavalita muy guapa que llevaba puesto un vestido. Era verano, así
que era fino. (…) La niña lo miró, pero él sonrió y no apartó la mano. Estaba
asustada; avergonzada, incomodísima. (…) Así que le aticé un puñetazo en el
estómago. (…) Se quedó doblado, y cuando tenía la cabeza a la altura de mis
rodillas, me agaché y le dije: “Si vuelves a hacerlo, te mato,” -Suspiró-.
Nunca había hecho algo así; nunca había perdido el control de esa manera.
-¿Qué hizo él?
–preguntó Brunetti.
-Se bajó en la
siguiente parada y no he vuelto a verlo nunca más.
-¿Y la chica?
-Me dijo:
“Gracias, signore”, y sonrió. (…)
Nunca me había sentido tan orgulloso de mí mismo como en aquel momento. (…) Sé
que debería avergonzarme, pero no.
-¿Volverías a
hacerlo? -quiso saber Brunetti.
-Sin ni
siquiera pensármelo –respondió el doctor, y se echó a reír.
Donna
Leon: El huevo de oro, ed. Seix
Barral, páginas 173-174
Harry El Sucio, uno de mis héroes. Me has alegrado el día, Atticus.
ResponderEliminarDirty Harry, you know... La verdad es que el tipo de cine que hizo entonces el amigo Clint me interesa poco. Sin embargo, el último, el que ha dirigido, me encanta, especialmente "Gran Torino": me lo imagino dándole el puñetazo al individuo asqueroso y unas cuantas cosas más de postre.
EliminarMaravilloso!! El colmo hubiera sido que fuera la niña la que le hubiera soltado una "leche", pero eso ya es mucho imaginar.
ResponderEliminarAbrazos!!
Lo que dice Rizzardi: no está bien, ya lo sé, pero...
Eliminar¿Estás leyendo a Donna Leon? El caso es que me recordaba a algo, no se a qué...
ResponderEliminarPor cierto, me encanta la canción de Bebe (aunque la letra es tremenda)
Besos
Estoy leyendo el libro de la cita y también "Muerte entre líneas", que me he traído de viaje. Me gusta la autora, aunque últimamente bastante menos (oficio, escritura "funcionarial"), pero estos dos últimos mejoran bastante.
EliminarLa canción es maravillosa, muy dura, sí.
Sí sí.. la autora es buena, aunque hace mucho que no la leo, muchísimo. No sé porqué no te hacía yo leyéndola, jeje
EliminarNo sé qué te hace pensar eso. Me gusta y mucho, aunque más los primeros libros. No sólo eso: he estado en Venecia siguiendo alguna de las indicaciones de los libros. Y recomiendo el barrio de Castelo, más auténtico, con menos turistas, mucho más barato y mejor. Allí está la questura, desde luego.
EliminarPues yo... Ante todos los aprovechados, babosos, faltones al espacio vital de la otra o el otro... ¡Lo reivindicaría siempre! Recuerdo un día en el metro a un individuo que se "pegaba" en exceso a las féminas del metro e iba rotando para "pegarse" a todas. Al tío le mirabas de mala gana como diciendo "¡Apártate, gilipollas", y él no retiraba su mirada, disfrutaba. Nos levantamos todas las mujeres del vagón, comenzamos a increparle, y le echamos en la siguiente parada. Los hombres del vagón no entendían qué sucedía. No he vuelto a ver nunca a ese capullo. Ojalá jamás vuelva a cruzarse en mi camino porque... Sus "Kiwis" lo lamentarían... ¡Basta ya!
ResponderEliminarDeja a los kiwis en paz, que son una fruta sin culpa, pese a que por su forma y aspecto (no por su tamaño) recuerden a ese colgajo que ciertos hombres creen que les da derecho a todo. Igual si llamais a Rizzardi os dice cómo se da ese puñetazo. Qué digo, no lo necesitáis.
EliminarSu contraparte Humbert Humbert, no era un ser valiente y orgulloso. Era un personaje de la más pura ficción. Un ser detestable con el cual era imposible no identificarse y sentirse conmovido en la escena en que Lolita le dice que nunca lo amará. Acto seguido avanza su carro y un perro que parece un delfín gordo, corre detrás.
ResponderEliminarLas maravillas de la literatura. Pero el tema es algo más que una historia, mucho más que la búsqueda de la belleza en "Muerte en Venecia" (¿casualidad?): es la crónica de los depredadores.
Eliminar