A mediados de los ochenta el Guernica volvió a España. No
repetiré su periplo, que es de sobra conocido. Abajo incluyo dos enlaces, el
primero sobre el cuadro y el segundo sobre la exposición que hay en estos momentos
en el Museo Reina Sofía, en Madrid.
Cuando yo era un jovenzuelo, me sorprendía que todo el mundo
más o menos de izquierdas, es decir, todo el mundo con el que yo me relacionaba,
tuviese un póster en casa, a veces encima de la cama, como en el caso de una joven
pareja en permanente estado de enrojecimiento político.
A mí no me gustaba especialmente y tampoco tenía cultura
política como para entender su significado histórico. La verdad es que tampoco
tenía cultura.
Después fui adquiriéndola (la cultura más que la cultura
política) y me fui interesando por su significado y estructura. Seguí
relacionándome con tipos izquierdosos para los que no era simplemente arte,
sino un icono casi sagrado. O sin el casi.
Llegó el momento de que el Guernica regresase a España. Qué curioso:
siendo presidente Calvo-Sotelo y escoltado por la Guardia Civil. Se instaló en
el Casón del Buen Retiro, a unos pasos del Museo del Prado, allá por 1981,
donde estuvo hasta que en 1992 se trasladó al Reina Sofía.
El fin de semana pasado estuve allí, viendo la exposición “Piedad
y terror en Picasso”. Siempre me impresiona su tamaño y me molesta la escasa
educación de la gente, incapaz de hablar en voz baja o de desconectar el móvil,
burlando la vigilancia de los empleados para hacerse selfis estúpidos.
Estando allí recordé que un fin de semana, mientras aún estaba sirviendo a la patria
cerca de Madrid, me acerqué a ver el Guernica. Estaba protegido por un cristal,
aún en el Casón, y yo lo contemplaba despacio. Estaba tan concentrado que no me
di cuenta de la presencia de un anciano a mi lado. Se apoyaba en un bastón,
debía estar entre los 75 y los 80 años. No se movía y su mirada estaba muy fija
en el cuadro. Me sentí incómodo, casi un intruso. Al darme la vuelta para
marcharme, vi una lágrima que surcaba todas las arrugas de su rostro. Él miraba
su historia y veía otro cuadro.
Sobre el cuadro: https://es.wikipedia.org/wiki/Guernica_(cuadro)
Sobre la exposición: http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/03/actualidad/1491223670_054922.html
Yo lo tuve en mi cuchitril de adolescente. Y otras rojerías.
ResponderEliminarTambién lo vi en algunas casas de rojos de época, eso sí, no sé si en lo alto del tálamo rojo, joder, eso sería rojerío nivel avanzado.
La primera vez que lo vi fue en aquella hórrida urna casi funeraria.
¿Hubo una segunda vez? No lo sé. Creo que no querría verlo flanqueado por selfimaniacos estupidizados (que tontuna le ha dado al pueblo popular por los museos, animalicos).
Entiendo tu incómoda sensación de intruso ante esa anciana lágrima. Lo veraz siempre sobrecoge.
Me refiero a ambos.
No esperaba otra cosa de ti, no te imaginaba adorando la efigie de fundador... Conoces, creo, a los del nivel de rojerío avanzado, con bendición maoísta del polvo diario (porque el rojerío es de coyunda diaria, no como esos flojos de la derecha).
EliminarYo también lo vi tras un cristal. El el Reina Sofía estuvo también blindado. Ahora no. En teoría no se pueden hacer fotos y los empleados de seguridad advierten a los infractores, pero el ser humano es como es, recolector de "aquí-estuve-yo" en lugar de conocedor de la cosa.
Fue veraz. Y confieso que me sentí algo incómodo, incluso un poco avergonzado.
Yo vi una vez el Guernica, un verano de hace 5 años, y la experiencia fue poco agradable. Multitud de japoneses agrupados dejando poco espacio para el resto.
ResponderEliminarPuede que cuando el arte se masifica pierda su esencia y no llegue de igual forma el sentimiento que quiso compartir el autor.
Creo, Atticus, que tuviste la suerte de vivir un momento sublime, el Guernica acompañando a las lágrimas reales de ese anciano educándonos, enseñándonos que hay caminos que no deberíamos recorrer de nuevo, pero lo hacemos.
P. D. Gracias por tus sugerencias sobre el origen de la filosofía y sobre Sócrates.
Aunque soy, desde luego, un turista (intento viajar lo que puedo) entiendo perfectamente a esos odiadores de turistas que impiden la paz y el recogimiento. O simplemente mirar un cuadro con tranquilidad. A veces pienso que solo obtengo eso por las noches o cuando me levanto muy pronto, como hoy, que además está lloviendo y aún no ha llegado a mi casa el ruido del mundo. Ver un cuadro en silencio es casi imposible. Recuerdo cuando estuve el el Louvre: la Gioconda parecía una manifestación; menos mal que la horda de japoneses era de no muy elevada estatura y podía ver por encima, pero desde luego no es el mejor modo. Y que nadie piense que hablo mal de los japoneses, que son ejemplares (lo que pasa es que son muchos): si se tratase de españoles... Glups, no quiero ni pensarlo.
EliminarCuando voy a Madrid de cultureta procuro pillar horas y días de poca afluencia. Pero es cada vez más difícil.
Gracias por nada. A ti por aparecer por aquí y dejar unas palabras. Supongo que recuerdas lo que hablamos hace unas semanas. Este blog tuvo entradas de más de 30 comentarios. Ahora es raro que lleguen a 10. O el personal es muy holgazán con esto de comentar o bien yo escribo cosas cada vez menos interesantes. Seguro que es esto último.
Cuando Estados Unidos decidió invadir Irak, cubrieron la copia del Guernica con una sábana.
ResponderEliminarEs un cuadro impresionante y la historia de la mitad del mundo, donde aún hay hombres con tanto poder y otros con tan poco, que es posible pensarlo como una imágen verosímil.
No conocía ese hecho, Vicky. Supongo que por su valor simbólico.
EliminarLo que dices no es nuevo. A veces los humanos hemos soñado con que podría ser de otro modo. La Historia se empeña en abofetear las utopías. O somos nosotros.
A mí me entristece que much@s vayan a ver o a estar sin ver o estar. ¿Por qué ir a ver tal cuadro si no se ve? ¿Para qué ir a conocer tal sitio si no se quiere conocer realmente? Creo que esto se mezcla con la fiebre de mostrar "un estado" de permanente "alegría" o "felicidad" o de "mira lo que hago" aunque solo sea una pose y no se esté haciendo realmente nada... En fin... ¡Saludos a tod@s l@s nómadas!
ResponderEliminarEs la epidermis cultural. Estar y no ser, ver y no mirar, oír pero no escuchar. La dictadura del "like", la banalización de la cultura, eso que antes era de unos pocos y ahora es de muchos, aunque poco. Una pose. No de todos, claro está.
EliminarLo vi hace muchos años, detrás del cristal.No sé lo que sentí en aquel momento, no lo recuerdo, pero algo habría porque para los que vivimos aquí, de alguna forma, es especial.
ResponderEliminarFeliz final de curso
Cova
Desde luego. No sé si es posible deslindar lo estético de lo histórico, lo moral, etc., pero es un cuadro especial.
EliminarMuchas gracias, Cova/Hécuba (creo que a Cova le di la bienvenida, a Hécuba se la doy ahora, qué lío). El curso parece no acabarse nunca. Este es el último fin de semana y me he pasado una parte... corrigiendo, claro. Y la semana próxima, evalaciones, papeles, papeles, padres y chicos que creen tener derecho a aprobar con un 2,5, papeles, más papeles, memorias, chorradas, encuestas, informes, planes de refuerzo... Y el vecino imbécil que me dice a la vuelta eso de "Qué, ya pronto de vacaciones"; le digo que no, que llevamos quince días de vacaciones.
Bueno, me callo. Feliz final de curso a ti también.
Déjalo en Cova :). Ya siento el lío. Tengo otro blog desde el 2008 donde no hablo de libros, de hecho no sé muy bien de qué hablo y también te tengo enlazado y me lié yo sola. Yo mañana tengo las reuniones de los exámenes extraordinarios (mañana y tarde) y luego ya se acabó. Bueno, quedan las reclamaciones, el claustro final, firma de actas y la comida de fin de curso. Pero es la recta final, así que contenta.
ResponderEliminarNo te preocupes. Internet es bipolar, multirracial, Jeckyll y Hyde...
EliminarHoy he tenido una bronca con mi director con las previsiones del curso próximo. "Lo que nos pedís es imposible", le he dicho. "Soy incapaz de aprenderme el nombre de más de 200 alumnos y aún nos decís que valoremos estándares, competencias, criterios de evaluación variados, que tengamos programación de aula, actividades extraescolares, una tutoría que solucione los problemas universales, atención a padres, coordinación... ¿y qué más? O esto es un milagro o es una mentira, no hay otra posibilidad, ya basta". Su único argumento era: números, números, números...
Y luego vendrá cualquier fulano a hablar de vocación.