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miércoles, 6 de diciembre de 2017

ERRORES

Ayer mostré a una amiga un texto de este blog. Era un relato, “91/11”, supongo que los fieles recordarán que Coeliquore lo premió en su primer concurso de relatos.

Había dos errores. Dos errores imperdonables, una letra que indicaba un género gramatical incorrecto y una tilde tan indebida como absurda. He leído este texto docenas de veces, mucha gente lo ha hecho. Algunos son amigos que señalan los errores cometidos sin pretender burla o demostración de superioridad. Nadie me dijo nunca nada.

Cometo errores continuamente. Los estudiantes no acaban de entender que si tengo que estar pendiente del distraído, del que está jugueteando, del que toca el pelito a la chica, del que intenta sacar el móvil, etc., no me es posible llevar bien la clase. Y me equivoco. A última hora estoy muy cansado y me equivoco más aún. Casi siempre son bobadas poco relevantes. A menudo se dan cuenta. Yo he aprendido a reírme de eso y de mí.

No me preocupa equivocarme. Me preocupa más el empeño que tiene mucha gente en mantener a toda cosa sus convicciones y creencias, es decir, sus prejuicios.

No sé si estoy crecientemente intolerante, puede que sí. Naturalmente que nadie está libre de errores; lo que no soporto es la arrogancia del ignorante, la soberbia del muchacho de 14 años que está convencido de que tiene razón en todo, absolutamente en todo, lo que suele estar reforzado por el padre del retoño. No soporto la destrucción consciente y deliberada de un lenguaje político que se ha convertido en cualquier cosa, pero no en significativo. Muchos de los que llevan a cabo esa devastación lo hacen conscientemente, pero hay tantos (miles, millones) que siguen fielmente al adoctrinador, renunciando a su libertad y a su racionalidad, que el error moral, político y también científico nos llevan de cabeza al relativismo más peligroso: si todo vale lo mismo, entonces nada tiene valor.

No, es sencillo saber con exactitud qué es lo verdadero, pero eso no significa que cualquier charlatán pueda imponer sus particularísimas cosmovisiones, algunas muy peligrosas. La tolerancia tiene límites: la verdad y la dignidad de las personas. Por eso hay que combatir el error, del que nadie está libre.


Procedencia de las imágenes: 
http://www.ahorrocapital.com/2016/10/errores-financieros-que-evitar-lo-largo.html
https://www.pildorasdefe.net/aprender/fe/disfraces-soberbia-identificar-desenmascarar

12 comentarios:

  1. Dicen por ahí que rectificar es de sabios. Para rectificar, primero hay que equivocarse. Hasta hay todo bien, pues está claro sin necesidad de demostrarlo, que la equivocación repetida es una característica del ser humano, como los pulmones para respirar.
    Después viene lo más arduo, la conciencia del error. Ante eso, dos opciones, reincidir hasta hacer del error bandera tratando de convertirlo en convicción profunda, como tristemente vemos a diario, o bien aceptarlo y remediarlo. Esto ya es harina de otro costal...
    Un abrazo y buen puente!!!

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    1. Entonces yo debo ser muy sabio, dada la frecuencia de mis errores. No obstante, la razón está para algo y, de no mediar estado mental de choni/cani, la posibilidad de enmendar lo que erramos forma parte de nuestro ser. Remediemos, pues.

      Gracias, igualmente. Corrigiendo estoy.

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  2. Si te sirve de consuelo yo una vez escribí "habierto" tal cual, con "h". Y por si fuera poco lo envié por WhatsApp a un grupo de profes. Todavía se me hace un nudo cuando me acuerdo. La mente, que nos juega malas pasadas. A lo mejor algún día me lo perdono. ��

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    1. Todos tenemos una colección de errores mayúsculos. Lo importante, como he dicho, es no emperrarse en ellos. Cuidado con los profes, que son muy pijoteros... Y encima en el teclado la B está al lado de la V. Y luego el maldito corrector que transforma "años" en "anos" y "un saludo" en un salido" (también, además, están juntas en el teclado).

      Perdónate, que nadie está libre del pecado ortográfico. Y bienvenido, Anónimo.

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  3. Todos nos equivocamos, somos humanos. Lo importante yo creo es ser consciente de ello, e intentar que no se repita, aunque a veces no lo consigamos. Yo soy demasiado perfeccionista con todo lo que hago y eso también creo que es un error. Repaso mis post tres y cuatro veces antes de publicarlos y aún así a veces se me escapa alguna que otra cagada y me sienta fatal. Pero bueno...

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    1. Los que escribimos en esto del blog sabemos que siempre hay que corregir. O no: hay blogs que dan vergüenza ajena, pero sus administradores siguen tan ufanos, pensando que escribir y escribir bien es lo mismo.

      Se nota que lo que escribes no es inmnediato. El mito de la espontaneidad ha hecho mucho daño a la escritura.

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  4. Hay muchas sentencias proclamando el valor de los errores.

    Supongo que lo tienen. Y darse cuenta de ellos, subsanarlos y hollar otros caminos es un modo de aprender. Y los que saben de genética, evolucionismo y todo eso cuentan que la vida misma camina a veces sobre errores.

    Tampoco hay que complacerse en ellos aunque errar sea de uhmanos.

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  5. Hablamos siempre, claro, del error no intencionado, no de esa perversa mentira consciente. Tampoco es demasiado disculpable el error por negligencia, por ignorancia culpable o por voluntad de perseverar en él.

    Muy uhmanoh te veo, CrisC.

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  6. No me preocupa en exceso cometer errores como los que mencionas: un acento, una fecha, un acontecimiento que desconozco (hoy me decían unos alumnos de 4º de ESO que los nazis inventaron la fanta, jajaja, puede ser o no...). Si me preocuparía mucho caer en el error de fanatizarme hasta no vislumbrar el engaño de lo que el nacionalismo me quiere vender con ampulosa trascendencia o creer emotivamente en mentiras porque las quiero escuchar porque me complacen (o sea se el asunto de la postverdad).

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    1. A mí sí. No es que sea lo más importante del mundo, pero me gusta ser pulcro y cuidadoso. Naturalmente, me equivoco, como casi todos, alguna vez.

      Lo del fanatismo es otra cosa. Y me cuesta entender que personas cultas y universitarias estén tan ciegas y sean tan poco permeables al razonamiento. Hablo del nacionalismo, desde luego, peo no sólo. La verdad no es agradable, la mentira es más plácida y tranquilizadora. Y luego está el calor de la tribu.

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  7. Los errores nos acompañan, y son inevitables. Forman parte de este mundo tan hermosamente, en ocasiones, desordenado y caótico. A mí me divierte cometerlos por una parte, pero si tienen consecuencias negativas, confieso que me duelen. Y es que siempre he tenido la sensación de que me acompañan los lapsus con más frecuencia que a los demás...

    Por otra parte, todavía no entiendo la soberbia del muchacho que no es consciente de sus carencias, que no se da cuenta de lo que no entiende, y se comporta como si lo hiciera. A veces he pensado que va de farol, que sólo pretende aparentar seguridad, pero no es así.

    Como escribes, la verdad está por encima de la tolerancia, y sería un formidable ejercicio de humildad renunciar a nuestras ideas si descubrimos, después de un razonamiento, que la verdad está en las ideas de otra persona...En un mundo así me gustaría vivir.

    ¡Un saludo, Atticus!

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    1. Cómo no. Son parte de nosotros y aprendemos con ellos, o deberíamos aprender, que no estoy tan seguro. Por eso hay gente tan soberbia, es el mito de no cambiar de opinión, de hacer bandera de una coherencia... en el error.

      A mis estudiantes siempre les digo que el talento y el trabajo han de ir acompañados de modestia. Ningún sabio alardea de que lo es y ellos no han hecho más que empezar. Pero creo que tengo poco éxito, temo que alguno tienen detrás unos padres excesivamente motivadores, espero que se me entienda bien.

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