No deja de ser un café solo. Con hielo, una rodaja de limón y
(esto ya es de luxe) un par de granos de café.
Se sirve en la zona levantina. Su nombre es absurdo porque se
toma en verano y hace mucho calor, por lo que debería servirse caliente.
Me gusta recrearme en él. El hielo se derrite y el café se
hace aguachirri. Da igual. Yo raramente tomo café cuando estoy solo. Y, cuando
lo hago, el mejunje permanece junto a mí durante horas, como un animal de
compañía.
“Café del tiempo” es el título de un poema de esos de la
experiencia que no escribiré.
Es también el título de un microrrelato posible. Regalo el
título.
Es también el encabezado que Aristóteles no puso al epílogo
de su Ética a Nicómaco. Pero me dicen
que Rousseau se tomaba uno cuando redactaba el Contrato social y murmuraba expresiones malsonantes acerca de
Voltaire.
Estamos en septiembre. Dentro de poco dejaré de tomar café
del tiempo. Winter is coming. El café
del tiempo es el tiempo libre, las horas elásticas, poca ropa y una partida de
lo que sea con personas queridas.
Es una quedada con la tarde por delante o con el mar
susurrando muy cerca mientras la luna, ésa de sangre, hace las veces de luz.
Mientras termino de escribir este post está nublado, hace
poco que ha amanecido, refresca por la noche. Pienso que el tiempo del café del
tiempo se ha terminado y comienzan los días del café laboral apresurado, del on en lugar del off, del negotium: se
acabó el otium, el café del tiempo,
el tiempo lento y la pereza que, con razón, se declaró pecado por falta de
productividad.
Pero aún quedará tiempo, amigo CrisC, de un café del tiempo a
final de mes, antes de bajar la persiana hasta el próximo verano.
Procedencia de la imagen:
http://www.restaurantebruselasvalencia.com/este-verano-cafe-del-tiempo-1-e/
Si vivieras en la zona levantina todo el año, alargarías el período de tomarte un café del tiempo. El otoño por aquí todavía tardará en llegar.
ResponderEliminarSiempre tenemos a alguien especial para hacer esas quedadas, son periodos de tiempo en los que disfrutamos del momento y de la compañía.
Un post muy emotivo.
Si es que lo queréis todo... ¡Hasta el café del tiempo! Hace unos años iba a un bar-restaurante a menudo. Uno de los camareros se lo aprendió y contagié a algunos amigos.
EliminarEste post surgió de una quedada, pero no era yo el único que debía redactarlo. Aunque me temo que el ínclito se muestre poco solícito y sea renuente a su versión poética. Veremos.
Esperemos pues.
EliminarEsa quedada... La luna, el mar... Algo saldrá, seguro.
Me encanta el café del tiempo... Y también lo tomo del tiempo templado, o sea, ¡sin hielo! Precioso tu escrito sobre este café.
ResponderEliminarA mí me suele ocurrir lo mismo. A veces me eternizo y se queda templado. Da igual.
EliminarGracias, pero me parecía ligero. Me alegro de que te guste.
¡Hola Atticus! Sí, es una pena que se acabe ese tiempo de tiempo lento y pereza, de todo el día por delante para hacer lo que a uno le plazca sin horarios, ni obligaciones. Pero bueno, ahora podremos tomar café del otro tiempo, que también se puede saborear.
ResponderEliminarBesos
Yo me acostumbro bien a cada estación. Llevo algo peor lo del cambio de hora porque significa menos luz por las tardes. Pero toda época tiene cosas buenas y el café del tiempo se puede sustituir por chocolate calentito. Lo importante es con quién. Y sin prisa. Besos.
EliminarAquí se le llama café con hielo y no creo que, en principio, se le ponga limón. Tampoco lo sé seguro. No sé mucho sobre café porque no me gusta y solo lo tomo en el desayuno (en realidad, ese soluble que a los cafeteros no os gusta nada y más que nada para manchar la leche, porque la leche caliente sola tampoco me gusta y es una forma de engañarme). Lo de estar sin horarios, andar sin prisas... parece que está tan lejos ya.
ResponderEliminarTe perdono lo del café por tu aversión a la leche, que en mi casa sólo entra de refilón.
EliminarEl limón es fundamental, pero sólo lo pongo en casa. No vivo en la zona levantina y cuando pido por aquí una rodaja de limón llaman a la policía (antidisturbios).
Muy lejos. Volverá.
El omnipresente café me ha perseguido desde siempre. Mi familia paterna viene del sur, desde donde se siembra en medio de inmensas montañas que parecen devorar a los pueblos. Suelen tomarlo a la misma hora, es infaltable. Se consume solo y acompañado. Debí intuir que sería una oveja negra cuando comencé a preferir el chocolate, típico de la capital, o cuando abandoné las raíces y en un ritual primitivo, elegí el té por encima de los demás.
ResponderEliminarNo sé si expulsarte de este blog... Aquí los teteros...
EliminarEs broma, claro, me rodean amantes del té a los que no comprendo. Mi madre decía que sólo se toman hierbajos si a uno le duele algo. Y, claro, todo se hereda...
Me hace gracia cómo llamáis al café en Colombia. Aquí es un vino, por supuesto.