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martes, 20 de octubre de 2009

CALLES

Hace algunos años comencé a fotografiar placas con nombres de calles. Todo empezó porque aparcaba mi coche en una ciudad desconocida y luego no recordaba dónde lo había dejado. Mejor una foto. Y me di cuenta enseguida de que algunas tienen denominaciones más que curiosas. No todas, claro. La mayoría se llaman como las personas importantes: Millán Astray, Francisco Franco, Jaume I, Sabino Arana… No siempre su labor es conocida, por lo que algunos ayuntamientos nos ayudan, indicándonos su oficio: Escultor José Capuz, Grabador Esteve, Papa Juan Pablo II, Golpista Boixareu Rivera (bueno, en este caso no se indica su verdadera profesión: pone “capitán”). Otras más genéricamente, son dedicadas a un oficio, como la Rivera de Curtidores, Bulevar de los Filósofos (en Ginebra) o, más románticamente, a los poetas, como sucede en Bolonia.

No es raro esto después de todo. Lo normal es honrar el talento con lustrosas y céntricas avenidas; no como esta otra, de Sintra, junto a Lisboa, que le da a Lord Byron unas míseras escalinatas (aroma a orines de crianza, mugre gran reserva).

En el mismo viaje portugués, persiguiendo las huellas de Fernando Pessoa, paseé por Estoril, cuyo alcalde pensó que era bueno que los sentimientos portugueses, esas señas de identidad que imprimen carácter, diferencian y definen, tuvieran qué menos que una calle. Y se la dedicó a la Saudade. Lo más parecido que he visto por aquí es el Paseo de los Melancólicos, en Madrid, en el que, como es natural, se levanta el campo del Atlético de Madrid, equipo que como todo el mundo sabe, es estudiado por los psicoanalistas argentinos, que dudan en su diagnóstico: o síndrome bipolar (pierde con el Majalrayo Fútbol Club, pero es capaz de ganar al Barcelona) o melancolía congénita.

La fotografía siguiente es de Ribadesella. Supongo que con su nombre quiere hacer referencia a Jesucristo, pero yo pensé de inmediato en Nietzsche, que escribió ese extraño libro en el que se presenta y dice adiós. “Aquí está el hombre”, manifestaba ese solitario enfermo de libertad. Ahora se despide de vosotros: me voy a Italia en busca de la locura, de la belleza y la desmesura, del sentido, del desasosiego, de las cumbres y los precipicios. Ecce Homo. Qué mejor definición de sí mismo, que sublime autogestión del alma.

En el centro de Valencia, muy cerca de la Plaza Redonda, fotografié la Calle de los Derechos. ¿Qué derechos, me estuve preguntando mientras mi familia miraba puestos y más puestos de tonterías varias. Yo a lo mío: mis fotos, mis preguntas. ¿Los Derechos Humanos, los de los niños, los de los valencianos, los de la Revolución Francesa, los de presunción de inocencia y secreto sumarial, los de no pagar los trajes…?

Pero mi favorita la encontré en un pueblo de Palencia. Parece una advertencia del más allá, una admonición a la que no conviene desobedecer, pero en realidad es una metáfora de la vida, de la condición humana y de todo ese laberinto sentimental en el que nos abismamos una y otra vez: Calle Salsipuedes. Mi favorita.

10 comentarios:

  1. Aunque Salsipuedes resulta insuperable, te regalo una dirección (sin foto) Plaza de Válgame Dios, en un pueblo de Alicante.

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  2. Si eres la que creo que eres, a la calle Salsipuedes me llevaste tú. La de Válgame Dios es soberbia. Y conozco otras "llamativas": calle de la Paja, calle de la Muerte, etc. Una vez oí una entrevista a un autor que ganó el premio de narrativa erótica "La sonrisa vertical": vivía en la calle Fuencaliente. No aclaró si en el número 69.
    Tambien son curiosas las adaptaciones o traducciones. Un ejemplo: en Madrid, la calle que debería dedicarse a Cristoph Fugger se llama... ¡Calle Fugar! Pues eso, para fugarse cuanto antes.

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  3. Creo que en Valencia hay una "Calle del Pollo" y un pueblo que se llama "Calles", pero no le llegan a la enjundia de estos nombres que traéis aquí.

    En cuanto al Atleti, qué decir: es una unidad de destino en lo enigmático. A lo menos.

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  4. No, no nos conocemos. Te he "enlazado" desde CrisC; pero no me hubiese importado llevarte a la calle Salsipuedes y haber salido ilesos de allí.
    Ah! en Valencia hay un barrio entero dedicado a referencias navales: calle Submarino, calle Transatlántico, calle Torpedero, y más...

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  5. No deja de ser curioso. Mercedes (otra) me enseñó la calle Salsipuedes, está en un pueblo de Palencia (no recuerdo cuál). Pues nada, bienvenida a este humilde blog y que el nombre de la calle no sea un mal presagio. Ahora que lo pienso, debería llamarlo bitácora, ya que citas la calle del Submarino, Transatlántico, etc. Lo del Torpedero me suena a Chiquito de la Calzada.
    Me acaba de venir a la cabeza que en una ciudad vi hace muchos años un cruce de dos calles: Palos y Leña. La esquina ideal para que te den una paliza. Saludos a CrisCrac que me envía bloggeras (¿se dice así?).

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  6. Me acaban de mandar un correo informándome de que la Calle Salsipuedes está en Támara de Campos. Para conocimiento público.
    Anoche me acordé de que, cuando vivía en Valencia, había cerca de mi domicilio una calle con tres nombres "distintos": Castielfabib, Castielfabit y Castielfabid. Por si las moscas, contentamos a tirios y troyanos. Lo mismo ocurría con la Avenida Fernando el Católico, que la normalització convirió en Ferran el Catòlic o Ferrando el Católic, según el tramo. Sea; como todo el mundo sabe, tal rey nació en Carcaixent, Ribera Baixa. Más o menos lo mismo que Guillem de Castro, al que jamás toleraríamos que en Burgos se le tradujese y denominase Guillermo de Castro. Es lo que tiene lo autóctonamente autóctono.

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  7. He viston una puerta entreabierta y sin siquiera preguntar me he colado en este blog. ¿se dice asi?. me ha parecido una lluvia de palabras, el blog de las palabras, el verbo al servicio de la imaginación.
    Aqui estoy cavilando si la palabra es comunicación o magia que nos envuelve, nos enamora, nos emociona o nos humilla y nos tritura y hace que nos sintamos menos que nada. Fundamentalmente nos humaniza, a veces tambien nos arrastra.
    Y la magistral utilización de las palabras (vease que lo puse en plural) me ha hecho pensar, que ya dentro , puede que me ahogue o que sea simplemente una ducha de palabras.. Cabe también la posibilidad de que caiga en la c/ Salsipuedes y no encuentre la salida. Gritaré, esten atentos.
    les regalo un refranillo de mi pueblo: Piedras y palos ropen los huesos pero las palabras pueden romper el corazón. No lo hagan. Brianda

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  8. Pues de eso se trata: puertas abiertas. Es un blog, o bitácora, no sé si empezar a llamarlo así. Las palabras esdrújulas tienen encanto.
    Gracias por lo de magistral. Sin duda no has bebido agua con la cena.
    Las palabras pueden romper el corazón. Pueden romper todo lo importante. Las piedras rompen cristales: las palabras, las ilusiones, el enamoramiento, el futuro y la bondad. Pero lo contrario también vale. Y no tenemos mucho más que palabras. Así que a ello.

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  9. ¡Válgame Dios que existe la calle Torpedero!
    Entrasipuedes en google maps. Cerca de la estación de autobuses. Mercedes.

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  10. No sólo está, es que está muy cerca de donde yo vivía cuando era más o menos valenciano, en el barrio de Campanar. Muy cerca de esa calle estaba el cine Flumen, al que fui alguna vez. En una ocasión vi "Atraco perfecto" y "Vértigo" en programa doble: eramos tres personas. En otra fui con CrisCrac a ver "Supervixens", pero lo negaremos ante un tribunal. Y yo habiéndome perdido esas maravillas. Al final ocurre que la ciudad que menos conoces, en la que menos te fijas, es aquella en la que vives.
    Ahora vivo en otra con nombres que no me dicen nada, pero hay un barrio con nombres tan maravillosos como "La Luna" o "Walt Disney". Desde luego, me gustaría vivir en "La Luna".
    Buscando en Google, he encontrado la calle Torpedero Tucumán, que tiene su encanto boludo.

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