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sábado, 26 de octubre de 2013

LA IGNORANCIA

No sé si estudiar nos hace más inteligentes. Pero estoy seguro de que la ignorancia voluntaria (por lo tanto culpable) nos hace más estúpidos. Y, lo que es peor, más bestias. Si el que estudia lo hace con empeño y cierta dosis de desconfianza, supongo que aumentará su inteligencia; si sólo quiere apuntalar sus convicciones, entonces da lo mismo que estudie los textos sagrados de turno que la guía telefónica.

Acabo de leer un brevísimo texto de Zweig: Montaigne, biografía de ese raro pensador francés. No es un gran libro, ni siguiera está terminado (Zweig se suicidó antes de concluirlo), pero sí tiene la suficiente información como para que yo esté ahora escribiendo estas líneas en lugar de estar disfrutando en el bar. Es decir, da que pensar, o al menos me da que pensar a mí.

Montaigne quiso desarrollar sus razonamientos al margen de las luchas tribales entre hugonotes y católicos, güelfos y gibelinos, franceses y el resto del mundo. Podría decir algo parecido de su biógrafo, al que, por cierto, le fue bastante peor. Todo el mundo sabe que son pocos los pensadores de verdad, aquellos que se han atrevido a decir no en todas direcciones, al margen de argumentarios de fe, ideología, pertenencia o tradición.

Tales modos de emitir palabras (pensar es otra cosa) me parecen una modalidad depravada de la ignorancia. El que amuralla su cerebro no tiene derecho a discutir con los demás. Pero hemos de actuar con cuidado porque ignorancia y fanatismo son tan compañeros de viaje que el primero suele ser el antecedente causal del segundo.

Por eso me gusta Zweig. Y también por eso tengo deseos de meterme de lleno en Monaigne. Lo poco que sé de él me promete una línea de pensamiento en la línea vital de mis maestros. Espero que los pocos que esto leen perdonen mi ignorancia, pero ni es deliberada ni mis carencias hacen que esté seguro de lo poco que sé.

6 comentarios:

  1. El gusto por el estudio ya es inteligencia.

    La estupidez suele venir de serie pero también se cultiva, y alguna de las estupideces más conspicuas es la de quienes se complacen en ella.

    Zweig… En pie. Montaigne…, me lo debo, lo he leído muy poco.

    Acuerdo en la etiología que indicas para el fanatismo, aunque resulta paradójico que haya tanto estúpido fanático con título universitario. Platón se tiraría de los pelos, porque pone en cuestión su presupuesto intelectualista socrático.

    Hay estupendas ediciones de ambos en Acantilado.

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  2. No estoy seguro de lo primero que dices. Algunos estudian (sesgadamente) para reforzar sus convicciones. No creo que eso sea inteligencia, sino refuerzo de creencias con una pátina de razones.

    Y que la estupidez se cultiva... nada más cierto. Y crece. Y además lo hace con orgullo. Muchos la desarrollan en la universidad, y cuelgan en la pared un título con el que podrían envolver el bocadillo sin esto no supusiese la vergüenza infinita del bocata.

    La editorial Acantilado es extraordinaria. Hace buenas ediciones y cuida las traducciones. La nómina de autores es para quitarse el sombrero: se complace en publicar a los buenos, sin que parezca importarle que sean o no populares. Corre distancias largas.

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  3. Desconozco a Montaigne, pero sí me gusta Zweig: de él guardo el placer que me proporcionaron tres de sus libros: "La impaciencia del corazón", "Ojos del hermano eterno" y "24 horas en la vida de una mujer". No creo que tenga que disculparme por esta ignorancia ni tú por la tuya: no podemos abarcarlo todo. En cambio, ésa que mencionas en el primer párrafo es otra cosa, peligrosa y de difícil solución.

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    1. Pues yo no he leído los dos primeros, de hermoso título. No se puede abarcar, pero uno piensa a menudo la cantidad de tiempo perdido en tonterías con la de libros interesantes que quedan. Mejor me pongo de inmediato.

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  4. He leído a Zweig, aunque no a Montaigne. Completamente de acuerdo contigo en lo de que la ignorancia es la antesala del fanatismo, aunque también conozco algún que otro fanático que fardan de sapiencia y conocimiento...
    Besos

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    1. He estado leyendo unas páginas de los "Ensayos" de Montaigne. Algunos me recuerdan al actual estilo periodístico, ese que trata temas "de fondo". Es ágil, que nadie le tema: no es Kant. Son de desigual extensión y no hay que leerlos todos, claro.

      Hoy es Halloween. No necesito una calabaza ni una peli. El terror existe: está en los telediarios, en los tontos con poder, en los que se aúpan a una verdad de plastilina (que juzgan mármol de Carrara). Algunos tienen título y han leído un libro. Como les dejemos, nos queman los demás. Y a los demás.

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