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martes, 11 de octubre de 2016

EL SUR

Estoy leyendo en El País un artículo en torno a la reciente polémica sobre la figura de Adelaida García Morales. Al parecer, una escritora ha utilizado su nombre y un hecho anecdótico para construir una novela y a su ex marido, Víctor Erice, no le ha hecho ninguna gracia ese uso más o menos bastardo.

No quiero entrar en la discusión sobre los límites de la ficción ni leer ese libro. Pero es el momento de escribir sobre El Sur, novela y película, esas dos maravillas.

Abro mi ejemplar y veo que lo compré en la Cuesta de Moyano de Madrid a finales de 1986. Unos días después la estaba terminado, junto con Bene, la otra narración que acompaña al volumen. Muy pocos años antes había visto la película, que aún me sorprende todavía por la inmediatez de unos sentimientos tan profundos. He vuelto sobre ella en muchas ocasiones, diez, doce… El libro lo he leído menos veces, tres o cuatro; la última con el fin de escribir un artículo que me encargaron para una publicación digital sobre libros imprescindibles y un tanto olvidados, que nunca se publicó.

Sé que la novelista y el director fueron pareja. Sé que él es esquivo y ella lo era aún más. No me importa lo más mínimo. Para el lector que soy sólo importa el texto. No entiendo la mitología en arte; es más, me parece que el autor tiene perfecto derecho a desaparecer tras su obra. Lo de la promoción, entrevistas y demás circos son cosa de las editoriales, eso ya no es propiamente literatura, sino business.

Hojeo el libro. El relato El Sur tiene apenas 47 páginas. Nunca he leído tanto en tan poco espacio. Y lo maravilloso es que su prosa es fácil, directa, sin barroquismos, muy poco adjetivada, de frases cortas. Pero de un lirismo y una capacidad de evocación que aún hoy me dejan estupefacto.

También, como he dicho, he visto la película. El padre Omero Antonutti, la niña Sonsoles Aranguren y la adolescente Icíar Bollaín tendrán para siempre los rostros que puse al leer el texto. No me importa, por cierto, que la película no aborde más que una parte de la narración; creo que está perfecta así, con el Sur como entelequia, esperando el sentido final y custodiando las piezas del puzle que la protagonista necesita.

No quiero escribir más. Recomiendo el texto para los que tiendan a la sobreadjetivación, a las frases interminables y a la nada más absoluta en 500 páginas. El gran escritor sabe que con pocas palabras debe decir mucho. Adelaida García Morales lo hizo. También lo consiguió Víctor Erice con esos planos morosos y poéticos, con esa filmación de la soledad y el desamparo. Dejo muestras, las primeras líneas de la narración y dos escenas de la película. Me gustaría incluir aquélla en la que el padre come por última vez con su hija y tras ellos se celebra una boda, lloro cada vez que la veo, pero no  la encuentro en el ciberespacio, lo siento, es mi favorita.



“Mañana, en cuanto amanezca, iré a visitar tu tumba, papá. Me han dicho que la hierba crece salvaje entre sus grietas y que jamás lucen flores frescas sobre ella. Nadie te visita. Mamá se marchó a su tierra y tú no tenías amigos. Decían que eras tan raro…”.


https://www.youtube.com/watch?v=mNnWeYD6SWA

10 comentarios:

  1. Muchas gracias, Atticus, por poner el acento en lo importante en esta disputa entre el ex-marido y la autora del libro objeto de la misma. Como bien dices, lo que hay que hacer es leer y/o ver las obras literarias o cinematográficas y dejarse de circunloquios vacíos, o sea, andarse por las ramas.
    A mi la película y la narración me encantaron.
    Muchas gracias de nuevo

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    1. Con esto me pasa como con la verdadera identidad de Elena Ferrante: no me importa nada. Entiendo que a Víctor Erice le indigne si cree que no se ha hecho un buen uso, pero a mí me interesa la magnífica historia y su modo de narrar, que me emociona siempre. Y es, además, un excelente ejemplo de cómo de un texto sensacional se puede sacar una película gloriosa. Basta de tópicos manidos, siempre con la murga de que el libro es mejor...

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  2. Leí la novela, pero no tengo memoria de esa lectura.

    Sí recuerdo, sin embargo, el rostro de la escritora. Vivamente. Esa mujer sufría, y no poco. Respeto eso. Y no añado nada más.

    La peli me gustó entonces, pero hoy no resistiría una revisión (yo no la resistiría, quiero decir) como película. Sí recuerdo las excelentes interpretaciones de Antonutti y Lola Cardona.

    Me pareció una historia muy triste, a veces sórdida, demediada entre el mundo de los adultos y el de las niñas (¿había niña o niñas?)…, llena de fantasmas que, como tales, acosan sin dar la cara.

    Y aquella lluvia, aquellos silencios, aquella melancolía rural.

    Recuerdo la desolación de ambos y, como un mazazo, el tiro lejano (así me lo trae la huidiza memoria) del suicidio del padre.

    No comprendí eso (no me dio la gana).

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    1. Había niña. Confundes "El Sur" (niña) con "El espíritu de la colmena" (niñas). Había un enamorado, un padre que no quería ser lo que es, una mujer que quería quererlo más de lo que él le permitía. Había un pasado, un padre del padre, una guerra próxima. Estaba el Sur, origen y tierra prometida. Había un amor que no pudo ser y a cuyo recuerdo se aferraba el padre. Había una admiración ciega de la niña y un desencanto de la adolescente, que descubre a un padre con debilidades, imperfecto. Había afectos contenidos y llamadas desesperadas sin respuesta. Yo sí entendí ese suicidio.

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  3. Jope!!!
    Vaya dos.
    Víctor Erice, un ídolo. Para mí, sus películas soportan múltiples revisiones, a pesar de sus únicos 3 largometrajes (convencionales, me refiero). Siempre me asombró que realizara uno cada 10 años. Hasta que dejó de hacerlo.
    "El espíritu de la colmena" me apasiona, también a partir de un cuento de Adelaida. Más que historias, ella recreaba atmósferas. lo admirable es que Víctor Erice, con registros muy diferentes, fuese también capaz de trasladar atmósferas tan sutiles, aunque se me antojan diferentes.
    Y a mí sí me interesan la mitología del arte. No el patio de vecinas de feisbuk, el marujeo y las licencierías. Pero me gusta ver la cara de la escritora, su evolución desde que fue modelo, las arrugas en su cara. No puedo leer un libro sin saber quién hay detrás, intentar entender al autor, conocer sus inquietudes...

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    1. Creo que lo has dicho muy bien: recreación de atmósferas. Sutiles y hondas. No es lo mismo narrar esto que filmarlo, pero ambos lo hacen. Y los dos son una rareza extraordinaria.

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  4. No la he leído. Me gusta el acento mediterráneo de los cortos gráficos. La inocencia familiar e intimista. Y es cierto que el autor experimentado, en vez de hacer párrafos altisonantes, acude a la buena ficción. Valdría la pena leerla.

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    1. Vale la pena. Seguro que lo encuentras. Es un prodigio. Y una lástima que el cineasta y la narradora no se prodigasen más. Aunque, por otro lado, mejor un par de joyas que un montón de banalidades.

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  5. El Sur..., no lo he leído ni tampoco vi la peli, pero te aseguro que eso lo solucionaré rápido. Porque a veces tiendo a escribir frases muy largas y sobreadjetivadas. Me vendrá bien leerlo y seguro que por lo que cuentas disfruto con ello
    Besos

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    1. Te gustará. Me ruego el bigote que no luzco. Cuando quieras darte cuenta, se habrá terminado. Breve, poética, elegante, melancólica, triste narración.

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