Hoy he leído un poema de Benjamín Prado sobre él: “Debo fingir que hay otros y es mentira (en Ginebra, tras los pasos de Borges)”. Comienza así:
Cuando encontró a María Kodama en Buenos Aires,
el corazón de Borges
era como una nieve sin pisadas,
un puñado de arena robado a un desierto,
una ciudad hundida en el fondo del mar.
Ese Borges que, como dice Benjamín Prado, “quizá no era feliz, tal vez no le importaba”, me ha recordado a Vargas Llosa y a la última pareja que tuvo (me niego a escribir su nombre), que se ha apresurado a escribir unas memorias en las que incluye unas cartas del escritor peruano. Cartas de amor, misivas íntimas. Soy de la opinión de que el secreto de las comunicaciones hay que mantenerlo, a no ser que las personas involucradas den su consentimiento explícito. El de Vargas Llosa ya no es posible, pero están los hijos, a los que creo que se puede hacer mucho daño.
En todo caso, creo que la correspondencia privada no posee gran valor, no al menos para los que preferimos la literatura a hurgar en la intimidad del escritor. Y me produce grima.
No recuerdo que María Kodama haya revelado detalles íntimos o escabrosos de Borges, aunque ella no sea santo de devoción de muchos. En todo caso, aquí nos importa lo que escribieron Borges, Vargas Llosa, Camus y muchos otros. Los programas de la entrepierna (perdón, del corazón...) los dejamos para otros.
No sé si lo he dicho ya: leed a Borges, ese escritor que hubiera honrado al Nobel que nunca le dieron.
Procedencia de las imágenes:
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/cultura/2019/08/25/borges-hombre-patria-varias/0003_201908G25P28991.htm
https://gretalibroscongarbo.com/casares-y-camus-un-amor-tan-intenso-como-imposible/?srsltid=AfmBOooBr_0O_vZV47OogjOMfSWMpPolCabV-cBqhWpDgLjhqxIqvZ43
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