Para
Lucía. Te dejo pistas con las que ocupar el tiempo en la convalecencia.
Alice Munro. La Academia Sueca se complace en dejarme
mal. Ni la menor idea de quién es ni de lo que ha escrito.
Pero no puedo decir que los que deciden sean unos
extravagantes sin posible redención. En el 57 premiaron a Camus y pocos años antes a Russell, lo que sí es una rareza porque su obra es
indiscutiblemente filosófica y, salvo un par de textos, para especialistas.
Repaso la lista de los premiados desde entonces y me
encuentro con que no me son tan desconocidos. Aunque hay de todo.
50: Bertrand Russell. Tres libros leídos.
Recomiendo La conquista de la felicidad:
el mejor libro de autoayuda que me he
echado a los ojos.
52: François Mauriac. No he
leído nada.
53: Winston Churchill. Una
excentricidad. Dicen que lo premiaron por sus libros sobre política e historia.
Será por eso.
54: Ernest Hemingway. No es santo de mi devoción,
lo que no me ha impedido leer cuatro o cinco libros suyos. El viejo y el mar, el único que me ha gustado, no me parece
suficiente bagaje. Creo que tiene más leyenda que literatura y que su figura
agiganta falsamente su obra.
56: Juan Ramón Jiménez. Grandísimo
poeta. Muy merecido. Lo conozco poco. Platero
y yo justifica cualquier premio; su poesía aún más.
57: Albert Camus. Qué decir. Creo que es el único del
que he leído casi todo. Aprovecho para recomendar la lectura del discurso de agradecimiento,
ahora que va a cumplirse un siglo desde su nacimiento.
58: Boris Pasternak. No he leído nada de él. Autocapón.
59: Salvatore Quasimodo. Esto… tampoco.
60: Saint-John Perse. Uf: ¿quién es?
61: Ivo Andric. Véase año 60.
62: John Steinbeck. Leí con agrado varios libros
suyos y he visto algunas adaptaciones al cine. No los recuerdo bien, excepto la
agradabilísima sensación que me dejó La
perla.
63: Giorgos Seferis. Como en el 61.
64: Jean-Paul Sartre. Filósofo de prestigio tras la
Segunda Guerra Mundial. Importante obra ensayística y coyuntural teatro y
novela. Rechazó el premio, aunque años después reclamó el importe (que no le
fue abonado). Lo he leído abundantemente, pero no es de los autores que relea.
Recomiendo El muro.
68: Yasunari
Kawabata. He disfrutado recientemente con País
de nieve. Lo recomiendo. Tengo deseos de profundizar. Advertencia: ritmo
moroso, muy oriental en temas y tratamientos. Sin embargo, no sentí que la
historia me resultase ajena.
69: Samuel Beckett. Me lo hizo descubrió una
novia de juventud. Tengo buen recuerdo (mejor del escritor que de la novia,
pero sólo por eso mereció la pena: ella, él más). Tiene una extensa obra, de la que sólo he
leído Sin y el clásico Esperando a Godot.
70: Aleksandr
Solzhenitsyn. Conozco el significado de su obraza (por el tamaño) Archipiélago Gulag, pero no me atrevo a
hacer un juicio literario. No obstante, le reconozco un valor testimonial
cuando tantos miraban hacia otro lado.
71: Pablo Neruda. El poeta de la juventud de todos
nosotros. No es mi poeta preferido, pero supongo que lo merecía.
72: Heinrich Böll. Me encantó Memorias de un payaso y no tanto El honor perdido de Katharina Blum.
77: Vicente
Aleixandre. Uno de los indiscutibles. Aún me pregunto cómo pudieron llegar a
premiar a este genio del lenguaje con su poesía difícil de más difícil
traducción. Lo frecuento con pasión.
78: Isaac Bashevis
Singer.
He leído un libro de relatos sin que llegase a entusiasmarme ninguno de ellos.
82: Gabriel García
Márquez. Magnífica elección de un escritor del que ya había leído media docena
de novelas. Un esguince de tobillo me inmovilizó seis semanas ese verano, lo
que me permitió seguir leyéndolo con fruición. Cien años de soledad (20 horas consecutivas de lectura) es uno de ésos
que han de colocarse en cualquier top ten
de la literatura. El otoño del patriarca es
droga dura.
83: William Golding. Sólo he leído El señor de las moscas, que me sigue estremeciendo. Dicen de él que
es el Hobbes de la narrativa del siglo XX.
84: Jaroslav Seifert. Grandísimo poeta checo que,
lamentablemente, leemos traducido. Cómo debe ser en versión original, sin
subtítulos…
86: Wole Soyinka. Tengo en casa desde hace
muchos años El hombre ha muerto. He
de leerlo, todos los años lo acaricio, paso unas páginas… y acabo yéndome con
otro. Sin embargo, presiento que me gustará. Necesito un psicoanalista.
88: Naguib Mahfuz. He leído una novela (El callejón de los milagros) y un libro
de relatos (Historias de nuestro barrio).
Muy recomendable. Más aún ahora. Fue
objeto de un atentado por los fundamentalistas.
89: Camilo José Cela. Sólo por Viaje a la Alcarria y La familia de Pascual Duarte se le
podría dar cualquier premio. No me interesa nada su narrativa final. Su
personaje menos aún. Pero lo que ha escrito es mayúsculo, y eso es lo que
importa. Recomiendo una rareza: Oficio de
tinieblas 5.
90: Octavio Paz. Salvo unos poemas sueltos, no lo
conozco. Espero la reprimenda a la que me he hecho acreedor.
91: Nadine Gordimer. En la reprimenda anterior
se puede incluir a esta mujer, de la que me cuentan maravillas, pero que no
está en el disco duro de este ignorante.
93: Toni Morrison. Véase años 90 y 91.
Recuerdo que, cuando le dieron el premio, se dijo que ya era hora de que
premiaran a una mujer negra, como si eso fuera un mérito literario. No la he
leído (aún).
94: Kenzaburo Oé. No he podido con Una cuestión personal. Dicen que es el
padre de toda la narrativa japonesa actual. Debo intentarlo de nuevo.
95: Seamus Heaney. He disfrutado con unos
pocos poemas traducidos. Los que saben inglés dicen que es maravilloso.
97: Darío Fo. Polémico. Conozco su obra dramática y me interesa,
aunque también me parece coyuntural en muchas ocasiones.
98: José Saramago. Sólo había leído un par de
libros suyos. Cuando le dieron el Nobel leí los demás. A mi juicio, Ensayo sobre la ceguera es el mejor,
aunque hay otros más característicos de su personalísimo estilo. Aún no me he
puesto con los últimos que escribió antes de morir. Se me cayó de las manos La caverna.
99: Günter Grass. Diré una herejía: lo leí en
la época en la que te impones deberes y no cejas hasta la última página. Y me
aburrí. Probablemente no era la edad. El
tambor de hojalata es el más conocido y tocho. Hace poco ha escrito una
autobiografía muy polémica.
2000: Gao Xingjian. Me dijeron que no dejase de
leer La montaña del alma, pero aún no
me siento capaz.
01: V. S. Naipaul. Una entrevista con él en El País Semanal es mi único
conocimiento. Y no me empujó a comprar sus libros.
02: Imre Kertész. He leído Sin destino, que recomiendo a los que
gusten de la literatura concentracionista. Imprescindible, casi a la altura de Si esto es un hombre.
03: John Maxwell
Coetzee. Otro grandísimo que no deben leer los depresivos. Esperando a los bárbaros está entre esos libros que te hieren para
siempre, al igual que Desgracia. Hubo
cierto enfado entre aquellos que consideran que los premios literarios han de
darse por razones extraliterarias (justo lo contrario de lo que ocurrió en el
93): un varón blanco en Suráfrica… Naturalmente, quienes dicen esto no lo han
leído. Coetzee no escribe libros sino puñetazos al alma.
06: Orhan Pamuk. Valiente escritor que no es
precisamente ágil en su estilo. He leído dos novelas; ambas recomendables,
especialmente Nieve. Si uno va a
Turquía, Pamuk es un excelente guía. Los fundamentalistas lo odian.
08: Jean-Marie Le
Clézio.
Sólo conozco una novela suya, de la que no recuerdo ni el título. Escaso bagaje
para hacer un juicio.
09: Herta Müller. Lo mismo. Tomé de la
biblioteca un libro de relatos, leí unos pocos, y lo devolví sin terminar.
10: Mario Vargas
Llosa.
Palabras mayores. Me pongo en pie. Creo que es el único autor del que me había
leído todo lo publicado hasta entonces. Sin embargo, su primer libro tras el
Nobel me pareció menor, aunque excelentemente escrito: hablamos de Vargas
Llosa, eso siempre es un placer. Muy recomendable (como en Camus) su discurso
de agradecimiento.
12: Mo Yan. La literatura china me es ajena. Sin embargo, sé que
se han utilizado sus textos para llevarlos al cine. Por ejemplo, Sorgo rojo, que dirigió Zhang Yimou.
Curiosamente, su nombre es un pseudónimo que significa “No hables”.
13: Alice Munro. Nueva desconocida. Muñoz
Molina habla maravillas de esta anciana canadiense.
Cualquier lista es discutible. Hay fantásticos
narradores, maravillosos poetas, dramaturgos soberbios. Y falta Borges entre
los olvidos objetivos y unos cuantos más entre los subjetivos (Sabato, Zweig,
Cortázar, Delibes, Murakami, Machado…). Y mira que Borges se lo puso fácil, viviendo eternamente a ver si algún día
se acordaban esos suecos imprevisibles…