Y yo soy un lectror agradecido. Un lector, no un fan. Porque dicen que sus posiciones políticas estaban muy a la derecha. Es posible, pero eso es legítimo y, además, nada dice de sus magníficos libros. Conocí a un profesor de Lengua (¡y Literatura!) que lo odiaba precisamente por eso y se negaba a leerlo. Pobre, y poco profesional, por cierto. Es como si un docente de Filosofía se niega a leer y a explicar a santo Tomás o a Karl Marx.
Hoy no vengo a eso. Estoy repasando mi modesta biblioteca y veo que tengo nueve libros de Vargas Llosa: Pantaleón y las visitadoras (comprado en 1983), La guerra del fin del mundo (1984), La tía Julia y el escribidor (1985), La casa verde (1986), La ciudad y los perros (1986), La señorita de Tacna (1987), Los cachorros (1993), Lituma en los Andes (1994) y Elogio de la lectura y la ficción. Discurso ante la Academia Sueca (2011). Compruebo que me faltan dos que alguna vez tuve y extravié o no me devolvieron: Los jefes y Conversación en la catedral (por favor, si alguien que esté leyendo esto los tiene, nunca es tarde para que los retorne a su legítimo dueño, o sea, yo). También he leído, prestado, El sueño del celta, que me gustó sin entusiasmarme y El hablador, dicen que una obra menor, pero nada desdeñable a mi juicio.
Lo leí mucho en los ochenta. La verdad es que fueron años de leer a todos esos que se agruparon bajo la etiqueta de boom latinoamericano. Ya no los frecuento tanto, pero no por eso dejan de ser el sustrato del que se alimentaron mis horas de felicidad y mi aprendizaje como modesto juntaletras.
Es imposible reseñar su obra. Yo solo me atrevo a recomendarla a los pocos que aún no le hayan hincado el diente, los ojos y el entendimiento. Porque -insisto- soy un lector agradecido; es curioso que nos afecte la muerte de alguien a quien no hemos conocido más que a través de sus libros. Bueno, yo tuve la ocasión de escucharlo en una conferencia más política que literaria y de pedirle que me firmase un libro que regalé, pero eso no cuenta, lo importante es lo que ha escrito. Y aquí es donde veo unas historias sensacionales, que a veces parecen desmentir sus convicciones políticas, un lenguaje perfecto, a veces barroco, con localismos cuando son precisos y nunca aburridos. Por cierto, para los que crean que es un autor tostón, que lean La tía Julia y el escribidor o Pantaleón y las visitadoras. Es que también tenía un sentido del humor inteligente, agudo y cáustico.
En definitiva, que escribo esto como agradecimiento de lector que, lo sé, volverá sobre él.
De momento, y para los muy perezosos, recomiendo que lean el discurso de agradecimiento cuando le dieron el Nobel, allá por 2010. Son 33 páginas y al final incluso el enlace al vídeo. Bueno, que no sean holgazanes y que lo lean en cualquier dirección: cada lector es soberano, pero el menú Vargas Llosa es apetitoso y nutritivo siempre.
Adiós, maestro.
Discurso ante la Academia Sueca por la concesión del Nobel en 2010:
https://www.youtube.com/watch?v=c2lAhfSgaGg
Procedencia de las imágenes:
https://theconversation.com/un-paseo-por-las-novelas-de-mario-vargas-llosa-254524