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viernes, 31 de julio de 2015

EL TANGO DE LA GUARDIA VIEJA

Ya sé que Arturo Pérez-Reverte despierta filias y fobias. Ya sé que hay quién no lo soporta y que tiene fervorosos seguidores. Pero esto es sólo un conjunto de impresiones -muy personales- sobre uno de sus libros.

He leído muchas de sus novelas, que me gustan, aunque desigualmente. Pérez-Reverte, a mi juicio, es un escritor espléndido, con un más que notable don para narrar la acción, al mismo tiempo que para la ironía y la descripción de ambientes.

No siempre termina bien; éste es su mayor problema: casi no recuerdo el final de muchos de los libros, como si no fuera importante o no hubiese sabido resolverlos bien. Pero el mientras tanto es fabuloso.

Este verano de pocas lecturas la emprendí con El tango de la Guardia Vieja, novela publicada en 2012, tocho como suele ser habitual, casi 500 páginas.

En este caso debo decir que casi todo está a favor, incluso el final, elegante, kantiano, cinematográfico.

La novela se desarrolla en tres épocas y lugares: un transatlántico que va a Buenos Aires en 1928, la Costa Azul francesa en plena Guerra Civil española y Sorrento, casi 30 años después. Hay una historia de amor entre los principales personajes, cómo no, pero la trama es lo suficientemente importante como para no convertir el texto en un folletín: el tango, la creación artística y sus peajes, el ajedrez, el deber, las convenciones sociales, la organización política… Muchos temas sobre los que detenerse.

También es lo que a veces se llama una novela crepuscular. Los últimos capítulos son toda una reflexión sobre la vejez que se asoma, las renuncias y los logros. No obstante, prefiero el primer tercio del texto, el que se desarrolla en el barco, la relación tan extraña entre el músico, el bailarín y la mujer. Desde luego, también su llegada a los arrabales de Buenos Aires, aunque según algún argentino más conocedor del tema que yo, hay errores lingüísticos y de indumentaria.

Me gusta, como ya he dicho, la creación de ambientes, la poderosa sutileza (oxímoron, ya sé) con la que lugares, personajes y sensaciones van apareciendo. Es un recuerdo que queda ahora que ya han pasado unos días desde que la terminé. La apunto en la columna del haber perez-revertiano. Recomendable.

miércoles, 15 de julio de 2015

JAVIER KRAHE

Hace muy poco que murió Javier Krahe y me ha venido a la memoria un día lejano en el bar de oficiales del cuartel en el que hice la mili (serví a la patria vestido de verde y ahora la sirvo de cualquier otro color). Salió en una cadena el cantante, a cuenta de una polémica por una supuesta censura en Televisión Española (no recuerdo bien la historia). La canción era “Cuervo ingenuo”. En la barra, un teniente coronel tomaba algo de espaldas a la pantalla, pero se dio la vuelta un segundo y luego se dirigió al camarero: “Apaga la tele, no quiero ver a ese hijo de puta”.

Como era el oficial de más alta graduación, se obedeció la orden y en pocos minutos todos los que estábamos allí nos marchamos.

Yo escuché por primera vez a Javier Krahe unos años antes, en los tiempos de “La mandrágora”, cuando salió con Sabina y Alberto Pérez en un programa de televisión de ésos en  los que aparecía gente que tenía algo interesante que decir, que tiempos, qué raro. Tengo el CD, que sigo escuchando. Me siguen encantando “La hoguera”, “El cromosoma” y, sobre todo, mis preferidas, “Un burdo rumor” y “Marieta”.

Me lo imagino, llegando a donde sea y cantando eso de que se quedó como un gilipollas; pero nunca como un hijo de puta, mi teniente coronel.


martes, 7 de julio de 2015

CANCIONES DEL NO-VERANO 21: GRÂNDOLA VILA MORENA

Como acabo de regresar de Portugal, que es un país cuyo encanto es difícil describir, me ronda toda la semana ese himno maravilloso que es Grândola Vila Morena. En Coimbra estuve ante la casa en la que vivió su creador, Jose Afonso.

Hay versiones magníficas. Me gusta mucho ésta, interpretada por Sara Tavares, que le da actualidad sin restarle belleza y evocación.


También es de mi agrado esta otra, de Nara Leão.


Y, cómo no, un clásico: