En esos lugares donde ser imparte sabiduría hay dos cosas que me molestan sobremanera. Bueno, tres: la primera es la impuntualidad del personal y en casi toda ocasión de los organizadores, que suelen dar diez minutos de cortesía... a los descorteses que llegan tarde.
Al final de la conferencia suele haber un turno de preguntas. Ahí aparece siempre el iluminado de turno, que parece estar resentido por no ser el ponente. Es frecuente que sea impertinente y fingidor de un sentido crítico que confunde con afán de protagonista. También suele hacer su aparición (puede ser una variedad del anterior) el que dice eso de “Lo mío, más que una pregunta, es una reflexión”. Acabáramos: es el momento de sacar el móvil y llamar a la familia, va para largo; a no ser que el moderador le corte, que es lo suyo.
Pero me he dejado el comienzo. Aquí están los que introducen al conferenciante. Temo dos expresiones: “No necesita presentación” y “Seré breve”. Vamos a ver, si no necesita presentación, cállate y deja que hable él. Y lo de que serás breve... Todo lo que supere el minuto es largo, hemos venido a escuchar a otra persona, no a ti. Esta mañana me he puesto una conferencia en internet: dos horas y cuarto. Claro, han hablado nueve personas antes que el ponente. Nueve. Y todas han dicho más o menos lo mismo.
Así que seré fiel al espíritu de este post y seré breve: adiós.
https://www.moleiro.com/es/eventos/conferencia-santa-maria-real.html