La patria es una joven que camina durante siete kilómetros, con una escoba y una mochila llena de comida, para ayudar a las víctimas de la dana.
La patria es el hombre somnoliento que vuelve a casa de noche y se queda dormido en el tren de cercanías.
La patria es la gimnasta que logra una medalla de bronce y a la que no mencionan en el telediario.
La patria es el científico bien formado que ha de emigrar.
La patria es el trabajador que cobra su primer sueldo y comienza a pagar impuestos.
La patria es una niña que aprende a leer y la maestra que le enseña.
La patria es la enfermera que cura y cuida con profesionalidad y afecto.
La patria es el anciano en la residencia, al que no se engaña con más cuentos. La patria es también su cuidadora, que ha venido desde muy lejos.
La patria es Ortega y Gasset, Maimónides, Séneca y Averroes. Es Unamuno furioso, es María Zambrano al otro lado del océano.
La patria es Machado camino del exilio y todos los españoles que hicieron lo mismo y pasaron décadas hablando de la patria arrebatada.
La patria es más el porvenir que la historia. Es quehacer, es por hacer.
La patria es una película, un gol, una copa de vino, unos versos...
La patria es pensamiento, concepto, ley, sentimiento, derechos y deberes.
La patria no es una esencia ni un destino, sino un proyecto de convivencia.
La patria es la madre patria: un oxímoron.
Y todo el reverso de lo anterior también es la patria. Por eso Goya pintó su Duelo a garrotazos.