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jueves, 28 de noviembre de 2019

BLOGGUS INTERRUPTUS


Llevo más de diez años escribiendo aquí. 512 entradas. No obstante, constato una deserción paulatina de lectores y estoy  cansado. No diré que escribo para ellos, para que me lean, pero es muy cierto que si no hay una cierta retroalimentación, parece que uno escribe para el viento y, en consecuencia, esto tiene poco sentido.

Muchas personas han dejado sus comentarios, algunas de ellas han escrito centenares, otras decenas. Siempre los he agradecido. Echo de menos especialmente los inteligentes comentarios de Clothobobardi, que decidió ausentarse aunque apareció con otros nicks fugazmente… para no volver. Echo de menos, muchísimo, a Coeliquore, que se fue para siempre y que tiene un blog al que aún echo un vistazo de vez en cuando. También a Timonera, que dejó de escribir en su blog y desapareció. Y a GreenEyes, que escribió con entusiasmo al principio, que decía leer. Y tantos más.

El último post lleva publicado dos semanas. 62 visitas. Ningún comentario.

Bien, será que lo que escribo no interesa, es posible. Será que hay otras cosas más interesantes, no lo dudo. No soy tan vanidoso.

No voy a cerrar el blog. Simplemente me tomo un descanso. Tengo otros proyectos en mi vida que requieren tiempo y el trabajo también se lleva lo suyo. Escribir me cuesta, no es algo que sale así como así. He intentado pulir los textos, meditarlos. Cualquier cosa no vale y, la verdad, de bobadas está el mundo lleno, de modo que tampoco me apetecía colaborar en la ramplonería. A lo mejor no lo he conseguido y esta bitácora es una más de las banalidades que pueblan la tierra.

Volveré, no sé cuándo. Un mes, unos meses… Cuando tenga ganas y me apetezca terminar esa media docena de posts que esperan su turno.

Agradezco vuestra atención y tiempo. Sobre todo a CrisC, el comentarista más fiel y persistente. Y espero volver pronto. Pero si no lo hago, tampoco os perdéis gran cosa: hay libros, películas, nubes… Y, sobre todo, personas estupendas.

Abrazos a todos. No me gusta despedirme a la francesa. Hasta pronto.




Procedencia de las imágenes:
https://www.cuerpomente.com/psicologia/atreverse-a-soltar-y-decir-adios_5415
https://www.perchasgordo.com/blog/


viernes, 15 de noviembre de 2019

MIS ESCENAS FAVORITAS : ¿QUÉ HAN HECHO POR NOSOTROS LOS ROMANOS?


He estado en una charla con Emilio del Río, el autor, entre otros de Latin Lover. Amena y divertida, mucho, un tipo que se mete al público en el bolsillo rápidamente, un sabio con ingenio. Para hablar de la influencia del latín nos puso algunas escenas de La vida de Brian, sin duda una de las más delirantes comedias (¿se podría rodar hoy, 40 años después?) que se han hecho.

Es casi imposible señalar una escena, hay tantas… Pero ésta me gusta especialmente. Hoy, en tiempos de agravios reales e imaginarios, en tiempos de fobias y de purezas. Aparte de todo lo que dice en el vídeo, además del idioma, del derecho, de la filosofía… Además de todo eso, ¿qué han hecho por nosotros los romanos?




viernes, 1 de noviembre de 2019

MIS ESCENAS FAVORITAS: ‘YO QUIERO VIVIR MÁS, PADRE’



Ha llegado. Por fin ha llegado el mes en el que sucede la acción que narra Blade Runner. Ya escribí sobre la película. Pero, además de la célebre escena final, me gusta mucho ésta. Nexus 6 es un unamuniano del futuro -ya presente- que no acepta la muerte y quiere vivir más. Es un existencialista desafiante que primero implora y después exige y finalmente debe vivir sin Dios. Y, como dijo Sartre parafraseando a Dostoievski, “si Dios ha muerto, todo está permitido”.  Pero se transmuta en ese superhombre que prefiere la vida, el hombre nietzscheano de la aurora, creador de valores.





sábado, 19 de octubre de 2019

UN VIERNES EN EL ‘VIERNES DE LOS CUENTOS’


Anoche estuve en Guadalajara, en el ‘Viernes de los cuentos’. Resulta que en esa ciudad tienen una estupenda relación con el género. Un viernes al mes un cuentacuentos va y obsequia a la ciudadanía (porque es gratis) con un rato de historias, a veces breves, otras -como anoche- largas. Universales, locales, de otro tiempo, inventadas, de la tradición… Incluso en otros idiomas, con traducción simultánea (lo recomiendo: delirante). Por lo general, una maravilla. Algún que otro pinchazo.

Anoche inauguraba temporada con Pep Bruno, un cuentacuentos local sensacional, con gran sentido de la escena, divertidísimo incluso cuando tuvo que improvisar porque las luces empezaron a hacer de las suyas.

Llegué justo de tiempo y me puse en la última fila. Delante de mí ocho adolescentes. Mala cosa, pensé prejuiciosamente. Todos con sus móviles encendidos, claro. Uno de ellos preguntó cuánto duraba. Una hora, dijo otro. Pues vaya, oímos uno y nos piramos, y el lunes le hacemos a la de lengua un resumen de ése.

Pensé en mis estudiantes, impermeables casi todos a este tipo de actos. Siguieron hablando en voz alta y chateando con el móvil. Empezó Pep Bruno y ellos siguieron hablando y chateando. Una de las chicas se puso la capucha, se apoyó en otra y se pusieron a dormir. La otra continuaba chateando. Uno de los chicos hacía fotos y las tuneaba. Sólo el de la esquina, sudadera fucsia y gorra invertida, mantenía atención. Pasaron quince minutos, se levantaron sin respetar el trabajo de Pep Bruno y se marcharon. ¿Para qué vinieron? Menos mal que por fin se largan. El de la sudadera fucsia se quedó una hora.

Y los demás gozamos de más de hora y media (menos mal que se fueron: ¡hora y media!) de un estupendo espectáculo en el que Pep nos habló de los inicios de esta actividad allá por 1994. Por cierto, todo esto culmina en el Maratón de Cuentos, a finales de junio, en el que merece la pena ir a la ciudad, escuchar a todo tipo de narradores en el Palacio del Infantado. Mejor por la noche, cuando baja la temperatura, están los narradores profesionales y a veces corren entre las filas de asientos vasos de queimada.






domingo, 6 de octubre de 2019

NO ME ALEGRO


Dicen algunos de los que me rodean que soy un poco cascarrabias. Yo creía que no, pero si me observo “desde fuera” puede que sí. Sobre todo al volante. No grito, no insulto, pero murmuro para mis adentros o para los adentros de mi auto.

Últimamente veo muchos que abren la puerta derecha sin importarles que yo esté en el carril. No gano para sustos. Ayer, sólo ayer, cuatro veces.  También veo cretinos que me adelantan en ciudad, incluso donde no se puede, a velocidades temerarias. Lo de las rotondas es para infartar a cualquiera. Soy de los que no sobrepasa los límites, pero tampoco voy a veinte.

Ayer fui a hacer un par de recados. No había sitio en la puerta, pero sí cerca, a diez metros de una plaza de minusválido. Allí  (en la plaza reservada a discapacitados) aparcó uno de esos individuos que se creen con derecho a todo, con coche pseudodeportivo. Bajó ágilmente del vehículo, nos sobrepasó a ritmo casi de trote y se metió en el cajero, al que también íbamos, de modo que fuimos a otro recado, cincuenta metros más allá. Al salir, oh casualidad, el mismo individuo intentaba meter su auto en el garaje, con su vado en el lugar preceptivo. Pero otro incivil había aparcado delante, menospreciando la ley y el dispendio de los dueños del vado. Allí le dejamos, intentando meter el coche bajo techo por el minúsculo espacio que había entre el desobediente y él, que, por cierto, maldecía en arameo. Ya se sabe que las faltas de los demás tienen mucha importancia y las propias no tienen ninguna.

Camino de nuestro automóvil pensaba que no me alegro, aunque a veces la justicia no sé si es poética, pero sí automovilística. Y hubiera preferido aún más: una sanción ejemplar para el que aparcó en plaza de minusválido y otra con grúa para el que bloquea un garaje legal. O, como hicieron en Lisboa: una silla de ruedas en cada plaza de aparcamiento con un cartelito: “Vuelvo en 5 minutos”.

No me alegro de vivir en una sociedad en la que no se respetan las normas, qué digo: donde no se respeta a esas personas para las que se hacen esas normas.


Procedencia de las imágenes: 
https://www.discapzine.es/actualidad/tarjetas-de-aparcamiento-adaptado/attachment/plazas-reservadas-cartel-001/
https://blogs.publico.es/strambotic/2017/08/vado-permanente/





jueves, 19 de septiembre de 2019

UN CUADRO DE SOROLLA



Hace poco que han empezado las clases. Doy la asignatura de Psicología. Al igual que en otras, me gustar no limitarme al temario (que cubro satisfactoriamente), sino chapotear en los alrededores. El miércoles, en la introducción al tema y hablando de los tópicos de la Psicología, les dije que había un cuadro de Sorolla (‘El padre Jofré protegiendo a un loco’) en el que se veía al padre Jofré defendiendo a un demente de la multitud, que se burla de esa persona o, aún peor, la demoniza. Por la tarde les remití al correo unos enlaces con el cuadro. No es un Sorolla (¿debo utilizar aquí la mayúscula?) habitual, mediterráneo y luminoso, pero a mí me conmueve. Veo a ese fraile que ha entendido el mensaje evangélico, que está con los desposeídos. Sé que fundó el primer manicomio en Europa.

Ningún alumno me dice que se detuvo en el mensaje que les envié, que leyó los enlaces. Si les pregunto, alguno manifiesta que lo miró. Y me parece poco. Tengo la sensación de que esto es como cualquier relación humana: lo que esperamos del otro (de los otros) no es lo que esa o esas personas están dispuestas a darnos. Y no lo llevo bien, no quiero ser un funcionario en el mal sentido de la palabra. Me gustaría que hubiese más entusiasmo, más eros, más afán por saber y no sólo por aprobar.

Voy a mirar otra vez el cuadro.



Procedencia de la imagen:
https://www.pinterest.es/pin/352054895852913104/

domingo, 8 de septiembre de 2019

IMPLORAR LA INMORTALIDAD


“I want more life, father”

(Nexus 6 en Blade Runner)
                       

Hoy me toca un post algo trascendente. No mucho, que nadie tema. Pero es que me he levantado, he abierto el periódico y me he enterado de que Camilo Sesto ha muerto. 72 años. O sea, joven. Lo menos añosos que yo probablemente ni lo recuerden: amuebló el tiempo libre de la juventud de los 70 y 80 con unas melodías que entonces me parecieron una mezcla insoportable de azúcar y vinagre. Pero en eso llegó Jesucristo Superstar, la célebre ópera rock, que se iba a representar en los escenarios españoles. Y eligieron a Camilo Sesto. Me eché estúpidamente las manos a la cabeza y, claro, me equivoqué: fue Jesucristo, nadie mejor que él. No vi la obra, pero sí le escuché cantar en muchos programas de televisión. Ahora, con YouTube es fácil. Hace pocos años escribí sobre esto en este blog (al final el enlace de la entrada).

Hoy me estoy acordando de otro actor que interpreta a alguien que también implora al Padre. Es Rutger Hauer, es decir, Nexus 4. Va a ver a Tyrell, su creador, es decir, Dios, y le pide no morir. En mi opinión es una escena parecida a la anterior, en la que Jesucristo sabe que va a morir, que debe morir, pero su naturaleza humana no quiere. Nexus 6 sólo tiene naturaleza humana y quiere lo mismo. Nexus 6 es ráfagas de Jesucristo, especialmente ahí y en la conocidísima última escena en la que busca el dolor de los clavos para hacerse humano, más humano, demasiado humano.

Ambos imploran, ambos inútilmente. El destino ha de cumplirse y la inmortalidad no va a pasar por la materialidad de este valle de lágrimas.

Rutger Hauer murió hace poco. Ahora Camilo Sesto. Ambos imploraron en vano en sus interpretaciones maravillosas. No es por su especial obsesión individual, sino por la universal naturaleza humana.





Procedencia de las imágenes:



domingo, 1 de septiembre de 2019

EDUCACIÓN

He hablado alguna vez de mi manía por la puntualidad. A finales del curso pasado mi evaluación era la primera. Llegué antes de tiempo y preparé las cosas. A las 16:00 dije: “Bien, vamos a empezar”, consciente de que faltaban cuatro profesores. El jefe de estudios me pidió cinco minutos de cortesía, a lo que me negué: la cortesía es no hacer esperar a los demás. Empezamos sin ellos. Uno llegó 15 minutos tarde, no se disculpó.

Este verano me he fijado en muchas faltas de educación elementales. He visto coches en un párking público ocupando una plaza… Esto, dos plazas. He visto coches, por supuesto, en plazas de minusválido, coches en pasos de cebra, coches encima de la acera… He visto hacer adelantamientos estremecedores y ay de ti si les dices algo, un gesto reprobatorio, un breve toque con el claxon. He visto un coche meterse en dirección prohibida para pillar una plaza de aparcamiento, no como esos pringaos que cogen la calle correctamente para encontrarse con que alguien más listo que ellos ha ocupado la plaza a la que se dirigían. Y luego esa mirada chulesca.

He visto niños muy maleducados. Como suelo decir, hijos de padres maleducadores o simplemente ineducadores, de los de la escuela de la felicidad. Ayer mismo, mientras hacíamos trámites en correos, un par de infantes campaban con patinete y monopatín por la estancia, mientras que diez personas se amontonaban al lado de la puerta. La vocecilla de su madre decía: “Pepito, estás molestando”, “Kevin, salid fuera tu hermano y tú”. Os podéis imaginar el caso que hacían los muchachos: ninguno, ignoraban completamente a la madre. Los chavalines ni siquiera dijeron que no, siguieron salvajeando y la mami a lo suyo. Cuando tenga problemas de verdad con ellos qué hará. Hablo de niños que  no son capaces de respetar normas de convivencia. Que, naturalmente, se aprenden. Y alguien ha de enseñarlos. Es cansado, lo sé.

Una tarde en la piscina, mientras me ausentaba unos minutos de mi toalla, un grupo de niñas (menores todas de 10 años) se puso a nuestro lado. Cuando digo a nuestro lado, digo a cinco centímetros. Son niños, claro, jugaban, gritaban… Y, por cierto, miraban el móvil, casi todas llevaban su móvil. Se metieron al agua. Al salir se persiguieron entere la gente. Al pasar a mi lado una de ellas me salpicó y protesté: “¡Haz el favor de tener más cuidado, me has mojado!”. La niña ni se inmutó, pero oí a la madre decirle: “Ve y pide perdón al señor”. A lo que su criatura respondió: “¿Por qué? ¿Sólo por mojarle? Por eso no pido perdón”. Y ahí quedó la cosa, la niña no pidió perdón, la madre tampoco y yo me quedé pensando que pobrecita madre, lo que le espera.

Porque la educación es una regulación trabajosa que conviene que se convierta en costumbre. Es un conjunto de normas por las cuales nos respetamos unos a otros mínimamente: llegando a la hora, no gritando en lugares inadecuados, aparcando donde se debe, no molestando. Cuando nos equivocamos (quién no lo ha hecho) pedimos disculpas, eso tan fácil y tan facilitador. Tenemos cuidado del otro, de no-yo, del que necesita la plaza de aparcamiento, del que ha de usar silla de ruedas. El caso es que, pensándolo bien, tampoco es tanto esfuerzo, especialmente si lo hemos interiorizado y convertido en costumbre. Y lo malo es cuando hemos interiorizado lo contrario, que la hijoputez avasalladora es lo mejor en este mundo en el que la convivencia se fundamenta en que unos respetan las normas (y las enseñan a sus hijos) y otros se aprovechan de los débiles en su propio beneficio, pues son seres de derechos y no de deberes. Hasta ahí podíamos llegar.



Procedencia de las imágenes: 
https://www.pinterest.es/pin/547680004671510695/
https://www.eldiariocantabria.es/articulo/espanha/desfachatez-ocupar-plazas-aparcamiento-tiene-castigo/20171113134342036981.html
https://paginasdemujeremprendedora.net/anna-conte-pedir-disculpa-un-acto-dificil-y-al-mismo-tiempo-deseado/

viernes, 16 de agosto de 2019

FIRMAR LIBROS


Cada lector tiene sus ritos y sus manías. Yo soy -era- de esos. Los libros los firmaba el día siguiente a su compra, tras comprobar concienzudamente que estaba en buen estado. Una firma en horizontal y debajo el lugar de compra y la fecha. El libro ya era mío, para mí. Normalmente lo leía de inmediato y, al terminar, rubricaba de nuevo, esta vez en vertical, con lugar y fecha. Tengo alguno que he retomado o releído y tiene varias firmas a lo largo de las páginas.

Ya no lo hago. No sé desde cuándo ni por qué, pero este año he percibido que no estampaba el garabato. Ni en la primera ni en la última páginas. ¿Me he hecho desconfiado, temeroso? No lo sé. El caso es que leo menos, y una parte importante en digital, que me importa menos el libro como objeto físico que la historia o el mensaje. Hago mío el contenido, el continente me importa cada vez menos. Este mes de julio ni siquiera he reordenado mi modesta biblioteca. Hay volúmenes cuyo destino ignoro y no me importa. A veces presto y, salvo casos muy especiales de regalos o dedicatorias, me importa poco que me lo devuelvan o no. En tiempos apuntaba los préstamos y tenía un control absoluto sobre ellos.

Puede ser también que me hago mayor. Qué digo: lo soy. Y muchos libros que me han acompañado han envejecido mal, peor que yo: están ajados, desencuadernados, y no reconozco sus juveniles anotaciones ni el tiempo en que los leí. Es como si no me pertenecieran ya y tal vez quiero que ya no me pertenezcan.

También es posible que estas líneas no sean más que un producto irreflexivo del ferragosto, un psicoanálisis de baratillo. Puede ser.

En unos días acabaré el magnífico y bello texto de Marco Aurelio que estoy disfrutando morosamente desde hace unos meses. He subrayado párrafos, pero no lo firmé. No lo haré ya.


Procedencia de la imagen:
http://blog.livelovecook.com.ar/solo-para-coleccionistas-dona-petrona/

viernes, 2 de agosto de 2019

BOLUDECES XXIV: ASEOS NUEVOS PARA HOMBRES NUEVOS

No recuerdo dónde hice esta foto. Hoy he estado vaciando los depósitos del móvil y me encontrado con  esta maravilla. No sé si se refería a que sólo pueden asearse los hombres (subrayado) nuevos o que los aseos de los hombres son nuevos. ¿Y si fuera la primera opción? ¿Y qué significa un hombre nuevo? ¿Será por fin el advenimiento del superhombre nietzscheano?


viernes, 12 de julio de 2019

DOS OCUPACIONES


Estoy pasando unos días en la playa. Mientras cenaba frente al mar veía unos vehículos con luces llamativas que trabajan en la arena para que al día siguiente esté todo bastante aparente. Sin duda, insuficientes operarios, dado el número de colillas y otras guarrerías que encuentro por la mañana.

Entiendo que la playa es barata, de todos, democrática. Eso no da derecho a ensuciarla. Precisamente porque es de todos. Me producen especial irritación los que, tras fumarse el pitillo, lo entierran ligeramente, lo que no impide que aflore la colilla y que niños muy pequeños se la lleven a la boca.

Antes de venir aquí estaba en una ciudad de la España profunda. Frente a mi casa, justo al otro lado de la calle a la que da mi dormitorio, hay un banco. Alguna familia del vecindario aprovecha el fresquito de la noche para pasar allí un par de horas. Y como si hubiesen pasado los hunos: latas de cerveza y refrescos, bolsas de hamburguesas y de diversas insensateces culinarias ultraprocesadas… Y ruido, de hacer ruido tampoco se privan. El año pasado un tipo cogió un cajón (literalmente eso: un cajón de un armario) que alguien había dejado en el contenedor próximo y estuvo una hora imitando a Camarón mientras lo aporreaba. Mal rayo le parta. No a Camarón, sino a su émulo incivil.

Como suelo levantarme pronto, escucho llegar al camión de la basura, a eso de las 7-7:30, que se lleva esos cajones, muebles, teles rotas y otros desperdicios que la gente deja junto a los contenedores. Inmediatamente después viene el barrendero que deja el banco y los alrededores como una patena… para que los asilvestrados repitan su noctámbulo desafuero cuando les pase por el forro de la bolsa de ganchitos. Total, está limpio cada noche…

Hoy he pensado en ellos, en estos dos grupos de personas, mientras me ponía el pijama y veía tras la ventana a una mujer que consultaba silenciosamente el móvil (otros días lee) en la terraza que hay frente a la mía. Sonaba a un volumen insoportable una música (dicen que eso es música) más insoportable aún. Como es verano y todo está abierto he visto que llegaba su marido con ropa de trabajo. Son casi las doce y el vecino asocial sigue con su murga mientras un hombre cansado cena sin poder escuchar el plácido rumor de las olas y las palabras serenas de su mujer. En la playa alguien limpia todavía.




Procedencia de las imágenes:
http://noticiasfuerteventura.com/fuerteventura/puerto-limpia-las-playas-por-la-noche
https://www.futura-sciences.com/sante/dossiers/medecine-bruit-effets-sante-259/page/4/

lunes, 1 de julio de 2019

'DÍAS SIN TI'


Acabo de terminar el libro de Elvira Sastre Días sin ti. Pronto supe que no me iba a gustar, antes de llegar a la página 50. Pero seguí. La novela es de fácil y agradable lectura, los temas son enormemente conocidos: el amor y la muerte, la creación, la guerra, la búsqueda de las raíces…

Pero Elvira Sastre no ha hecho una buena novela. Esta excelente poeta, probablemente la más conocida de su generación, no ha escrito una buena novela. Me sorprende el agrado mayoritario que ha suscitado. Pero a mí no me ha cautivado, ni siquiera he entrado en ella. Intentaré explicar por qué.

En primer lugar los personajes: Dora que se va alternando con su nieto Gael. La historia de la primera desde la preguerra a la posguerra española se engarza con la de su nieto escultor que se enamora y pierde a su amor mientras esculpe dificultosamente a su amada. Los personajes aportan poco y los secundarios mucho menos, casi anecdóticos, prescindibles en muchos casos. No me los creo, no están bien dibujados (ya que estamos con un prota artístico).

En segundo lugar, esa sensación de déjà-vu. Esta historia me la han contado ya demasiadas veces y Elvira Sastre no aporta nada nuevo. ¿Su estilo? Puede ser.

En tercer lugar, eso: el estilo. Lo que funciona en poesía no funciona en una novela. La autora se explaya en reflexiones y divagaciones sobre los alambicados que somos los humanos, sobre los laberintos emocionales… Pero aquí no funciona. Los personajes hablan como no habla nadie, como si estuvieran recitando un libro de poemas… de Elvira Sastre. Además, el texto está trufado de expresiones más propias de Paulo Coelho que de la gran poeta que es Elvira Sastre: mucho de perseguir tus sueños, de lograr lo que quieres ser… A veces parece un manual de autoayuda. Y no.

En definitiva, me ha resultado una narración con escasa sustancia, de las que no deja huella, pretenciosa, buenista y fallida. Dicen que la novela es un género de madurez, no sé, es posible. Yo, desde luego, no pienso renunciar a la poesía de Elvira Sastre, pero en narrativa aún le queda mucho camino.

Lo del premio Biblioteca Breve 2019 no me lo explico. O sí. Tal vez no estemos hablando de literatura, sino de otra cosa.

viernes, 21 de junio de 2019

PROMESAS DE VERANO


Comienzo este post, el número 500, cuando es el solsticio de verano, 21 de junio, el día más largo del año. 500 escritos al espacio cibernético, a muchos, a nadie. Tengo la tentación de repetir la letanía de los que no leen, de los que leen pero no comentan, de los aversi… Esta vez no, me he cansado.

Es viernes, promesa de mucho. Aún tengo trabajo. Además, trabajo urgente. Intentaré hacerlo hoy para no ir corriendo el sábado, domingo y lunes (todo debe estar preparado para el martes). Intentaré hacerlo hoy porque huelo a vacaciones, verano, tiempo libre.

Para mí el verano es promesa de lecturas sin tiempo, sin horarios. Tengo tantos libros aplazados que necesitaría dos veranos. Pero cundirá.

El verano es también dejar el reloj en la mesita de noche hasta finales de agosto. Fin de la disciplina, las legañas, los horarios y la sensación -que raya con la ansiedad- de que no llego a todo.

El verano es viaje, como fuera de casa en ninguna parte. Este año iré a Viena, a ver si me empapo de Wittgenstein y de Freud, de ópera y de Sissi, de Danubio (incluso de Danubio azul), de Zweig, de café y de tartas. Me encanta planificar viajes; también hacerlos, pero eso es otra cosa.

Y siempre me viene a la cabeza esta optimista canción de Amaral, que dedico a los menguantes frecuentadores de esta bitácora a los que deseo feliz verano y prósperas vacaciones, viajes, felicidad, libros, playas y piscinas, comidas apetitosas y éxtasis de piel ajena.


https://www.youtube.com/watch?v=G-MH-7BmAhc


Procedencia de la imagen:
https://pixabay.com/es/photos/hipster-sombrero-gafas-de-sol-playa-863370/

martes, 11 de junio de 2019

ALERGIAS (A ALGUNOS)


Algo misantrópico sí que soy.

No full time, no con todo el mundo, pero sí con algunos. Ésos que llaman personas tóxicas. Me desagradan sobremanera, me repelen. Con la de gente maravillosa que hay en el mundo: cultos, chispeantes, proactivos…

Y luego están los prepotentes, los vanidosos, los imbéciles (voluntarios), los orgullosos de su ignorancia, los violentos…

Siento por todos ellos una alergia irrecuperable. Pero muy especialmente por los que poseen (y alardean de ello) soberbia moral. Son los propietarios de la verdad, los que están siempre varios pisos por encima del común de los mortales, los que juzgan pero nunca pueden ser juzgados, los que no escuchan ni contemplan más opción que la suya (la única, la mejor).

No les voy a dedicar más tiempo. Me voy a pasear. Por el Ser.


Prodecencia de la imagen:

sábado, 25 de mayo de 2019

VERSIONES MUSICALES (‘NE ME QUITTE PAS’)


No soy un purista. Me gustan las canciones originales, pero también las versiones, eso sí, que no traicionen el original. Pueden hacer otra cosa sin que deje de ser ésa la canción. No sé si me explico. A veces incluso mejoran la canción de la que procede.

Hoy estaba dando vueltas a una canción a la que ya dediqué un post, “Ne me quitte pas”. Hay muchísimas versiones. Pero me gustan especialmente éstas:





jueves, 16 de mayo de 2019

FINAL DE CURSO


Estoy mayor. Noto que me cuesta ir al trabajo. No es que esté alienado -que en parte sí-, más bien es que no puedo con el nivel y la estupidez de la mitad de lo que hago.

Hace dos días estuve en un reconocimiento médico. También nos preguntaron por el trabajo para ver cómo va ese ánimo, porque supongo que de mejorar las condiciones laborales mejor ni hablamos. Me decía la médica que debía trabajar menos y hacer exámenes más sencillos, sentarme en clase, bajar el pistón. La teoría la sé, la práctica algo menos. La culpa es de mi madre, que me educó así, de Kant (que lo del deber se tatúa hasta el tuétano) y de las condiciones del curro. De las malditas condiciones. De eso no se habla.

No del trabajo, que es el mejor posible, sino de las condiciones del trabajo.

Intento llevarme a casa lo menos posible, pero no es realista decir que sólo trabajamos en el instituto. Las jornadas de corrección de exámenes son agotadoras. Pese a eso, lo peor es el trabajo improductivo, la apatía de muchos estudiantes, la prepotencia de algunos padres y unas leyes chipiritifláuticas que se dedican a enmascarar la realidad en lugar de hacer frente de manera realista a los problemas. Que son muchos. Y algunos pasan por bajar la carga lectiva del profesorado, la ratio y por dotar de medios. Los milagros casi los dejamos para otro momento.

Los de Filosofía tenemos un problema añadido: muchas asignaturillas de una o dos horas a la semana, con lo que es frecuente que superemos los 10-12 grupos y los 200 alumnos. Demencial. Luego vienen los tontainas ignorantes (los vendedores de humo, los paulocoelhianos, los gurús de la nada) con lo de la enseñanza individualizada…

Esta tarde tengo el acto de graduación de mis estudiantes de 2º de Bachillerato. Lo han conseguido. Con esfuerzo, desde luego. Pero veo a pocos con interés genuino por el conocimiento. Y no todos se dan cuenta de que la escuela es el ascensor social sin el cual seguirían los pasos -a veces durísimos pasos- de las generaciones anteriores.

Siempre tengo la sensación de que podíamos haber hecho más. Y mejor.

Suerte, chicos. La vais a necesitar. Y ponedle intensidad al tema, que os va la vida. Y merece la pena. Al ralentí que vayan otros.





Procedencia de la imagen: https://aprente.es/blog/recta-final-curso/


sábado, 4 de mayo de 2019

GOYA EN EL PRADO

La primera vez que visité el Museo del Prado no tenía más de 14 años. Fue en un viaje de fin de curso a Madrid y no me interesaba gran cosa la pintura. No recuerdo mucho de aquel viaje, pero sí la impresión que me produjo Goya. Muy especialmente dos cuadros de él: El 2 de mayo de 1808 (también conocido como La carga de los mamelucos) y El de 3 de mayo en Madrid.

Son muy grandes, enormes. En el primero el pueblo de Madrid lucha con sus manos y con cuchillos de cocina contra el ejército invasor, a los que seguramente importan poco cuestiones como la patria y las banderas y bastante más la paga del que los contrata o fuerza a combatir. El cuadro tiene un desorden que le crea un movimiento imposible; tiene historia y dolor, tiene suciedad, honor, miedo, furia…

En el segundo vemos las consecuencias del primero. En la montaña del Príncipe Pío, unos españoles esperan la muerte. Algunos cabizbajos, resignados, humillados, también desesperados. Algún otro, ese anónimo de camisa blanca (“España camisa blanca de mi esperanza”), desafía con resignación pero con entereza las balas que van a terminar con su vida. No hay piedad ni perdón, no hay posibilidad de escapar. A sus pies, los cadáveres de la tanda anterior de madrileños condenados verifican el destino. A su izquierda, otro grupo (¿o son espectadores, familiares?) es testigo del horror, de que la máquina de matar no se detiene. Los soldados franceses no muestran su rostro: es un ente no individualizado, no pensante, un automatismo obediente a estrellas y galones.

Veremos eso en muchas ocasiones en la historia de España, ese país que parece condenado a no entenderse. Poco más de un siglo más tarde, siempre en España, unos ciudadanos serán fusilados nuevamente, esta vez por sus compatriotas.

He vuelto al Prado en muchas ocasiones. Goya me sigue conmoviendo. Reconozco mi predilección por las pinturas negras y por la serie Desastres de la guerra. También me gusta, me duele, ese cuadro en el que dos campesinos hundidos hasta media pierna en la tierra se golpean. Duelo a garrotazos, creo que se titula. La mejor metáfora de este país en el que Goya ha sido nuestro particular Nostradamus. No podemos huir, no tenemos más remedio que vivir juntos, y aún así preferimos golpearnos entre nosotros, liquidar cualquier posibilidad de convivencia razonable.

Hay muchos más, desde luego. Pero estos días, fiesta mayor en la capital de este país, he recordado esos cuadros y tenía ganas de escribir sobre ellos desde mis pobres conocimientos de humilde visitante de esa maravilla que se llama Museo del Prado y que acaba de cumplir 200 años.





Procedencia de las imágenes:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/mirar-un-cuadro/mirar-cuadro-carga-mamelucos-goya/1888749/
https://www.biografiasyvidas.com/monografia/goya/fotos/22g.jpg
https://herodotoycia.wordpress.com/2017/10/03/comentario-de-obra-duelo-a-garrotazos/


martes, 23 de abril de 2019

DÍA DEL LIBRO


Es hoy, 23 de abril. No hago nada especial, no compro libros en esta ocasión. En realidad, compro pocos libros, uso mucho las bibliotecas y algo mi e-book. También releo.

Hoy he comprado en el mercadillo de mi instituto un libro de filosofía. Lleva todos los cuños de la biblioteca municipal, de modo que hoy, que debo ir a devolver unos ejemplares, preguntaré si es robado. Me duele tener un libro robado, pero tal vez sea un expurgo.

Estoy viendo en televisión que, como cada año, en Cataluña celebran este día regalando un libro y una flor. Me gusta esa costumbre. Eso sí, de nuevo la murga nacionalista se empeña en cargar de significado a algo que no lo tenía: hay que regalar rosas amarillas por lo que ya sabemos. Apago la tele.

Se dice que en la vida hay que escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. He hecho las tres cosas, la segunda varias veces. La primera sólo una (aunque este blog va por su post número 495, que convalida casi como libro). Hijos tengo uno, creo. Todo ello me parece de escasa importancia. Lo importante es que el libro sea bueno, el árbol frondoso y el hijo buena persona. Esto es algo más difícil. Claro que puede hacerse por encargo, las tres cosas; no es lo mismo.

Me gustaría, tal fecha como la de hoy, pasarme la tarde leyendo, pero ahí está la plancha y unos cuantos ejercicios de clase para corregir. De modo que me voy a pasear ahora que aún hace solecito.


Ilustración: https://kaikucaffelatte.com/blog/dia-del-libro-2018-libros-recomendados/


jueves, 11 de abril de 2019

FUEGOS ARTIFICIALES



Ayer tuve claustro. Nuestro equipo directivo nos contó maravillas. Tantas que tenía la sensación de haberme equivocado de centro de trabajo. Y no es que no se hagan todas las actividades que allí describieron con entusiasmo, no, es que la tarea de un centro educativo es otra. Yo a esto lo llamo “fuegos artificiales”.

Acabo de ver a mi consejero haciendo lo mismo por televisión. Habla de una comunidad que seguramente es la mía, de un plan de formación de profesorado que no coincide exactamente con el que conozco y de un instituto (está de gira) del que habla como si estuviera allí día y noche; por supuesto, con despliegue de adjetivos halagadores. Dice, entre otras cosas, que todo el profesorado de ese centro está implicado en proyectos en valores, incluso en su tiempo libre… Uf, apago la tele.

Pero en la radio siguen con la misma murga. Según quién, vivimos en Mordor o en el País de las Maravillas. Por supuesto, las propuestas en educación (muy hábilmente escondidas, todo hay que decirlo) se caracterizan por su irrealidad distópica, por su interés mercantilista mal disimulado y por el postureo ignorante de quienes las perpetran.

Soy pesimista. En mi trabajo, en mi país. Y me gustaría que no fuera así. Tengo la sensación de que no nos queda más que la resistencia moral. 

Y en esto va y llega la Semana Santa y la campaña electoral, todo a la vez. Penitencias.



miércoles, 27 de marzo de 2019

EL CINE Y YO



Uno piensa que no tiene manías y ritos. Pero entonces medita más despacio y ve que se equivoca.

Esta noche ponen en televisión Cinema Paradiso. Estoy dando vueltas a la cantidad de películas que he visto en mi vida y todos los recuerdos que tengo asociados a ellas.

Voy desde muy pequeño. Muy cerca de mi casa había un cine y casi todos los domingos veía una sesión doble. Muchas veces solo. Un niño solo en el cine. Pues sí. La primera vez que vi una película que no me gustó fue del oeste; sigo sin tenerle querencia al género, será un trauma de infancia.

De adolescente intenté entrar en alguna de mayores (destape y eso). No me dejaron. Recuerdo una, Solo ante el streaking, lamentable aunque saliese Alfredo Landa. Y recuerdo también con desasosiego La corea. Recuerdo que perdí la cazadora en el cine y me cayó una buena en casa.

Ya de joven no tan joven comencé a aficionarme a un cine mejor. Me trasladé a una gran ciudad y mi educación cinematográfica subió enteros. Comencé a alejarme de mis amigos de entonces, cuyos gustos no eran los míos. No logré convencerles para ver En busca del fuego, de modo que fui a verla solo. Supongo que el raro era yo y poco a poco dejamos de frecuentarnos.

Pronto llegaron las sesiones subtituladas de raras cinematografías en unas minisalas en las que estaba prohibida la comida y la bebida. Me parecía lo normal. Yo nunca he comido ni bebido en el cine (salvo agua). Vi muchas películas allí.

Después me emparejé. La llevé a esas salas y a otras. Me miraba con cara de desconcierto. Ella me llevó a ver pastelitos insoportables, era un acuerdo razonable. Acabé yendo solo otra vez. Debí entender lo que significaba eso.

Ahora voy alguna vez solo. Otras me acompaña una pobre incauta a la que engaño. Dice que, de vez en cuando, le gustan las películas a las que vamos. Eso sí, me resisto a ver Capitana Marvel. Tendré que capitular, supongo.

En todo caso, sin comer ni beber, últimas filas, móvil apagado y entrega absoluta a lo que sucede en la pantalla. Si tiene subtítulos, mejor.

Por cierto, y recuperando el inicio, ved Cinema Paradiso. Es algo moña y está rodada para gustar a todos. Pero tiene un final maravilloso. Si no os gusta -al menos esa secuencia final-, abandonad este blog para siempre y marchad al cine del centro comercial más próximo con palomitas y un refresco de cola de litro. No sois de los míos.


Procedencia de las imágenes:
https://madrid.lecool.com/event/fiesta-del-cine-2018/
https://www.mexicoescultura.com/actividad/211108/cinema-paradiso.html

sábado, 16 de marzo de 2019

LECTURA DE MARCO AURELIO


Hace año y medio que empecé un libro de pensamientos de Marco Aurelio: Pensamientos para mí mismo. Fue un regalo, un bello ejemplar editado por Errata Naturae: buen papel, tapas duras, diseño atractivo, estupenda traducción, alguna ilustración… Y, sobre todo, Marco Aurelio, el emperador-filósofo.

No conozco apenas su pensamiento y el estoicismo no está entre mi acervo de conocimientos más allá de lo que sabe cualquier aficionado a la filosofía. Lo leo a diario, una página, a veces sólo un parágrafo, casi siempre antes de ir a trabajar, como quien toma un medicamento o se alimenta de palabras sabias para enfrentarse al mundo.

Ayer leí esto. Aunque no lo suscribo en tu totalidad (el estoicismo extremo me parece peligroso, pero no un estoicismo matizado y razonable), me parece digno de ser compartido por la gente que a veces pasa por aquí y que seguramente se aburre de mis bobaliconas palabras y ramplonas reflexiones.

Marco Aurelio, mejor Marco Aurelio.



https://www.youtube.com/watch?v=ho_s2QDc5bQ


Ilustración tomada de: