Vistas de página en total
miércoles, 17 de agosto de 2016
jueves, 11 de agosto de 2016
PREMIOS LITERARIOS
Paseaba el otro día por blogs ajenos y leí en Páginas y Secretos algo sobre los
premios literarios y los criterios que se utilizan para darlos. Confieso mi
ignorancia al respecto. Además, premios hay de muchos tipos. Me parece (pero
sólo es una opinión) que los Planeta son más comerciales que los Nadal, que tienen
el prurito de la calidad (otra cosa es que lo tengan). Los Planeta, además, son
concedidos a autores que ya gozan del favor del público -negocio asegurado para
ambos: escritor y editorial-, lo que no siempre ocurre con los Nadal.
No es que me parezca mal que se vendan muchos libros, tampoco
que se haga publicidad. Lo malo es que los libros premiados ocupan la práctica
totalidad de los escaparates y lugares principales de librerías y páginas
dedicadas a la cosa lectora, con menoscabo de otros. Parece que lo nuevo y lo
bueno fueran lo mismo, y no es así (tampoco necesariamente lo contrario).
De modo que, pensando en eso, eché un vistazo a mi memoria y
a mi biblioteca y me di cuenta de que sí he leído unos cuantos de ambos premios,
casi veinte. Dejo los Pulitzer por no hacer esto demasiado largo, y también los
Nobel, a los que ya dediqué un post (por cierto, supongo, Lady Aliena, que te
refieres a los premios escandinavos cuando hablas de García Márquez y de Hemingway,
aunque éste también mereció un Pulitzer por El
viejo y el mar).
De los Planeta he leído éstos:
1978: La muchacha de
las bragas de oro, de Juan Marsé. No recuerdo nada de la novela. Sin
embargo, Marsé es un autor que me gusta y al que leí en su tiempo con pasión.
Me encantó El amante bilingüe. Por
supuesto, Si te dicen que caí.
1979: Los mares del
Sur, de Manuel Vázquez Montalbán. Maravilloso Carvalho en uno de los casos más interesantes.
Incluso más filosófico, si se me permite, con ese final que parece un cuento
moral. España debe mucho al grandísimo escritor MVM, mucho más que un premio
Planeta.
1991: El jinete
polaco, de Antonio Muñoz Molina. En mi humilde opinión, el mejor premio Planeta y una de las
mejores obras del autor. Rara coincidencia entre libro premiado y calidad
literaria. Tocho sin concesiones. De los que uno agradece haber leído. Autor
imprenscindible, clásico contemporáneo.
1995: La mirada del
otro, de Fernando G. Delgado. No le vi interés ni calidad por ningún lado. Lectura fácil,
pero poco más. Lo regalo.
1997: La tempestad, de Juan Manuel
de Prada. Lo leí
cuando ganó el premio y me gustó. Lo releí hace un par de años y no tanto. No
obstante, el autor me parece espléndido, clásico (es un halago) y creo que aún
está por escribir su gran obra. Me gustaron especialmente su volumen de relatos
El silencio del patinador y Las máscaras del héroe.
1999: Melocotones
helados, de Espido Freire. No recuerdo la trama, pero sí el envolvente estilo. Me gusta como
escribe Espido Freire, es reconocible, hipnótica, muy sugerente. Encontrar un
estilo propio no es fácil y esta escritora lo posee.
2006: La fortuna de
MatildaTurpin, de Álvaro Pombo. Otro de los grandes. Lectura de
este verano. Maravillosa. Introspectiva, familiar, psicológica, metafísica a
veces. Estupenda literatura y nada popular.
No obstante, no creo que se lo hubieran dado si no fuera su autor quien es.
2009: Contra el
viento, de Ángeles Caso. No creo que sea una obra cumbre de la literatura, pero sí una buena
historia narrada con oficio y que convence al lector.
2010: Riña de gatos.
Madrid 1936, de Eduardo Mendoza. Si fuera de otro, resultaría hasta
divertida, pero en el caso de Eduardo Mendoza, es muy mejorable y -gran pecado
en comedias- se hace interminable. Pero a Mendoza cómo no darle el Planeta…
2012: La marca del
meridiano, de Lorenzo Silva. Me estoy repitiendo. Sigo con pasión la serie de los picoletos
investigadores, que es excelente y que marcará una época en la literatura
reciente. Sin embargo ésta es, sin duda, la peor de todas. Una pena: Lorenzo
Silva es de los que más me gustan entre los que escriben por aquí y creo que
tenía que haber escrito una novela más intensa y compleja. Bevilacqua y
Chamorro lo merecían.
Respecto al Nadal, mi primer premiado se remonta a 1975, de
los anteriores no he leído nada. A muchos ni los conozco (no se lo digáis a
nadie).
1975: Las ninfas,
de Francisco Umbral. Hay que olvidarse del personaje Umbral para
encontrar un grandísimo narrador. No sé qué pensaría hoy, la leí muy joven y me
maravilló.
1990: La soledad era esto, de Juan José Millás, libro que compré por su título y que
me gustó, mucho más que el Planeta que dieron a su autor. Creo que pertenece a
la mejor época de Millás o, al menos, a la que me interesa a mí.
2000: El
alquimista impaciente, de Lorenzo Silva. Mi descubrimiento de este autor. Premio muy merecido y
novela mucho mejor que otra de la serie (que no saga, como suele decirse) por
la que le dieron el Planeta. Merece la pena empezar por ella, aunque no es la
primera de la serie de los guardiaciviles, que comienza con El lejano país de los estanques, novela con
sorprendentes similitudes con el caso Wanninkhof, que tuvo lugar un año después
de la publicación del libro.
2004: El camino de
los ingleses, de Antonio Soler. Me extrañó ya en tiempos que pasara
tan desapercibida. Por el premio y porque es una sólida novela de personajes,
de pasiones, de sentimientos. Muy bien narrada. Una curiosidad: Antonio
Banderas dirigió una peli a partir de este novela, también muy estimable a mi
juicio e igualmente poco apreciada.
2010: Lo que esconde tu nombre, de Clara Sánchez. Pues eso, que lo esconda. Dicen que escribe
bien. A mí no me ha dicho nada ni ésta ni otras dos de la autora, del mismo
estilo. No niego que sea buena escritora, simplemente no escribe para mí.
2012: El temblor del
héroe, de Álvaro Pombo. Es la única obra de este narrador que no me ha gustado, tal
vez por el tono, por el tema… No sé, pero la acabé con sensación de cansancio y
sin placer por su lectura, con una impresión de sordidez que no me gustaba ni
me parecía propia del elegante estilista Pombo.
Vaya testamento agosteño que he soltado. Lo siento, friends. En el siguiente post me pondré
más ligero y escribiré con chanclas y bermudas. Pero es que es difícil mudar la
piel a no ser que uno sea ofidio. No es el caso. Por ahora.
https://www.youtube.com/watch?v=_5-pBkwyUxc
https://www.youtube.com/watch?v=_5-pBkwyUxc
domingo, 7 de agosto de 2016
VUDÚ DESDE LA HABITACIÓN DE AL LADO
Mamen
Solanas escribe como es. Sin embargo, hay en sus versos que parecen ingenuos (no lo son) una distancia
que viene del conocimiento y una intensidad que viene de la pasión por vivir.
La
poesía es el género en que se dice más con menos, en el que se habla de lo que
no se puede hablar, en el que las palabras se retuercen como ramas de olivo, se
desudan de sus habituales significados y - arte de magia- dicen mucho más de lo
posible.
Una
lectura superficial del libro de poemas (breve, artesanal) de Mamen Solanas
diría que es un conjunto de versos de sencilla escritura y comprensión. Eso es
que no se ha leído bien. “De hacer el
amor juntos / me quedaron solamente las agujetas”. Estos versos dan para
una tarde, para una semana, hay un desamor doloroso pero también generosamente
vivido, sin rencor, sin venganzas, un desapego del pasado que se adhiere como
barro al alma.
“Por fin un poco de
mal tiempo. / Para que los buenos días me pillen por / sorpresa”. Imagino una
mirada mientras alguien se viste rápidamente, bebe sin tiempo el café… y la
otra persona asoma la cabeza, sonríe despeinada, besa en los labios y dice
buenos días; y de repente el día en el que aún no es de día se transforma y es
otro.
No
sigo. El que lo desee, que se haga con él. Su editorial pronto lo pondrá a la
venta a través de Internet. Dejo los enlaces de la editorial y de un ensayo de
la misma autora que puede comprarse en Amazon.
Mi
favorito: “Tu falta de memoria / es tu
exceso de amor”.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)