Hace algunos días estuve en una conferencia de Federico Mayor
Zaragoza, uno de esos librepensadores, un perroflauta con traje y corbata, un
agitador que viene del orden académico (la Bioquímica es su especialidad) y de
ser el Director General de la Unesco. Casi nada. Estos méritos no fueron
suficientes como para que el alcalde, la presidenta de la Diputación y los
mandamases de la Educación en esa ciudad hicieran acto de presencia. No me
extraña: lo raro es que no mandaran a los antidisturbios. Uno de los que lo
presentó explicitó la nula colaboración de esas instituciones: tensión se llama
eso.
En el debe, el escaso eco de la ciudadanía: apenas unas
docenas de personas, el salón donde se celebró se ocupó a medias. En el haber,
su maestría para hablar de la importancia de la educación en el mundo actual
sin leer un solo papel, una sola nota manuscrita. Nada, a pelo. Obviamente,
abundó el anecdotario y la historia personal de su larga vida. Es decir, una
conferencia perfecta si estamos dirigiéndonos al gran público y no a unos pocos
especialistas.
Recuerdo que habló del “Sinremedismo”
de ésos que, como decía Burke, sostienen que, como se puede hacer poco, mejor
no hacemos nada. Habló de la suerte que tenemos de poder manifestarnos, pero de
la insuficiencia de eso: hay que pasar de la protesta a la propuesta, de la
mano alzada a la mano tendida (aquí recordé lo que dice el polaco Bauman con su
expresión “modernidad líquida”: si las protestas no cristalizan en algo
concreto, todo esto se quedará en “pensamiento líquido”, tan invasivo y extenso
como amorfo). Recordó FMZ la historia de Rosa Parks, a quien Obama situó cerca
en su toma de posesión. Evocó también a Nelson Mandela, que salió de 27 años de
cárcel con una sonrisa y una propuesta de cambio justo sin venganza justiciera.
Nos mostró que las propuestas de la OCDE sobre educación vienen de una
institución económica, no educativa. Y también que la educación, como decía
Giner de los Ríos, no es otra cosa que la capacidad de dirigir la propia vida.
Leed (esto es mío) el preámbulo de la LOMCE: aquí es donde se explicita que no
se habla exactamente de educación, sino de formación, adiestramiento y
preparación para competir en un mercado libre, lo que no es en sí mismo malo,
sino que no es (sólo) la misión de un sistema educativo.
FMZ viene de instituciones internacionales. Únicamente los
ingenuos piensan que con soluciones locales terminaremos con los problemas.
Precisamente por eso reclamaba releer el preámbulo de la Carta de las Naciones
Unidas, en la que la ONU se ofrece para ahorrar a las generaciones futuras el
horror de la guerra. ¿Quién afirma hoy tal cosa? Las decisiones están cada vez
en manos de menos, por lo que se hace necesario incrementar la capacidad
supranacional de vigilancia, pues la globalización (esto lo añado yo) no es
otra cosa que la internacionalización del poder económico de unos pocos a costa
de deslocalizar (o sea racionalizar
costes por el baratísimo procedimiento de contratar por casi nada, esto es, muy
poco dinero y casi ningún derecho): hasta China deslocaliza ya, como muy bien
saben en Bangladesh, y, en cuanto nos descuidemos, sabremos en Ciudad Real,
Lugo o Almería.
Añadió finalmente una propuesta, que al parecer dicen a
menudo los escaladores: lo conseguimos porque no sabíamos que era imposible.
Luego llegaron las preguntas chorras y las pseudopreguntas de
los que creen que saben tanto que tienen que monopolizar el micrófono unos
minutos para decir a los demás lo (poco que) saben: un clásico de toda
conferencia o charla-coloquio.