El ministro Wert se nos ha destapado como el gran reformador.
Que si reducción de la ESO, que si ampliación del Bachillerato, que si
transformación de la FP, que si cultura del esfuerzo... Y, para redondear el
pastel, la guinda pirotécnica: reconversión de la asignatura llamada “Educación
para la Ciudadanía” por “Educación Cívica y Constitucional”.
Una vez repuesto de esta traca insustancial, me pongo a
pensar en serio. Y, muy en serio lo digo, pillo
la Constitución del 78 (creo que aún no está derogada ni recortada) para ver si
lo que yo vengo haciendo estos años es muy distinto de lo que dice. Porque,
dentro de poco igual dejo de ser un
sectario manipulador (“colaborador del mal”, monseñor Cañizares dixit) para pasar a ser un educador de
personas de orden.
No está mal la cosa. Sobre todo porque la Constitución tiene
algunos artículos más que jugosos. Así que voy a dedicar unos cuantos posts a
esta exploración, por si el ministro lee esta modesta bitácora y se da cuenta
de que la nueva asignatura puede ser una bomba de relojería a poco que cuente
con un profesor medianamente competente como titular.
Por ejemplo, nada más empezar, dice el artículo 1:
1. España se
constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad
y el pluralismo político.
2. La soberanía
nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
Esto… Que digo yo que…