Hace cinco años escribí un post
que pretendía ser la primera parte de una serie sobre películas detestables. Pero
no hubo continuidad. En general, no me gusta escribir en negativo sobre películas
o libros (alguna vez lo he hecho, lo confieso).
Hace poco me llegó al whatsapp, a través de dos amigas
distintas, un enlace que incluyo al final. Se supone que son el top ten del cine filosófico. Uy, qué
miedo. Y sí, confirmado. Vamos con ellas.
El número 10 lo ocupa El séptimo sello (1957), del indigerible
Ingmar Bergman. Es una película sobre la muerte inevitable a la que se reta a
una partida de ajedrez. La he visto, con ningún entusiasmo. A la gente le
gustaba Bergman, era un director muy apreciado entre los cineastas cultos. A mí
siempre me ha parecido indigesto y mazacote.
Número nueve. The master es reciente, de 2012. Cuando
la vi no me gustó demasiado, pero el recuerdo, el poso, es bueno. Un poco
compleja y de presentación fragmentada, de un director de esos que gusta ponérselo difícil al espectador,
pero merece la pena el esfuerzo. Va de la manipulación de las masas. La tengo
que volver a ver, creo que me gustaría más.
Número ocho: Rashomon (1950). No la he visto. Y no porque no me guste el cine
japonés.
Siete: Pena de muerte (1995). Esto… no. Pena de muerte es una peli
deliberadamente blanda y sobreactuada, con estupendos actores que darían mucho
más de sí, maniqueísta y casi siempre panfletaria. No veo gran cine, aunque el
tema merezca la pena ser tratado.
Seis: Intestellar (2014). Típica película que, según dicen, nos va a
gustar a los de filosofía. Aún no sé la razón. Porque la película es larga,
pero larga larguísima, y no sólo por el metraje, sino porque es tediosa y
precisa grandes conocimientos no ya de filosofía, sino de física. Esto a mí me
parece intolerable: una película debe bastarse a sí misma. Actores estupendos y
factura técnica impecable. Y muy aburrida. Mucho.
Cinco: El árbol de la vida (2011). Todo lo dicho de la anterior vale en
ésta: larguísima y aburridísima. Muchos me dijeron que fuera al cine, que me
encantaría. Pues… Al menos no hace falta saber demasiada física. Pesada,
pretenciosa.
Cuatro: La mirada de Ulises (1995). No la he visto. Lo haré.
Tres: Synecdoche, New York (2008). No sé nada, incluso desconocía su
existencia. Lo mismo de la dos: La
Habitación (2015) y de la uno: El
Séptimo Continente (1898). Esta última, leo, es de Michael Haneke, un director
soberbio cuyo cine conozco, que me inquieta y sacude. Sus películas son
estupendas, aunque no de las que deseas volver a ver, son ásperas y sin
concesiones. Aún me ronda la desazón de La
cinta blanca y de Amor.
En definitiva, no entiendo por
qué a las películas plastas se las llama filosóficas. En mi modesta opinión de
espectador, para hacer cine filosófico no hay que ser tan aburrido ni tan
pretencioso. El lenguaje del cine tiene que contar cosas. O soy de los que
quiere que le cuenten cosas. De lo contrario, me leo un ensayo. Me parece que
por ahí van los tiros: no es lo mismo cine filosófico que un ensayo filosófico
con aspecto de película. De manera que lo siento, amigas, pero no es lo que más
me pone.
Sin embargo, ahí va una pequeña
lista de sugerencias del chef: Blade
Runner, Matar a un ruiseñor, Las uvas
de la ira, Doce hombres sin piedad,
Matrix, Casablanca… Que aproveche.