"...Y ando, aparto
esa otra vida a solas que no entiendo"
Vicente Aleixandre: Diálogos del conocimiento
Ayer volví a casa tras unos días playeros. Iba escuchando erráticamente la radio mientras conducía por carreteras casi desprovistas de tráfico, buscando en el dial algo que me interesase. En una emisora estaban hablando de las fobias, concretamente del miedo a volar en avión y de unos cursos que daba un expiloto para superarlas. Explicó muy claramente que se trata de combinar los conocimientos (física al alcance de todos: por qué no se cae un avión) con unos consejos y ejercicios encaminados a un cambio conductual.
Bastante elemental. Lo que me chirrió fue una frase que dijo
y que mucha gente repite: “El miedo es muy libre”. He oído esa frase reiteradamente
para justificar por qué, por ejemplo, un amenazado por ETA se iba del País
Vasco. Pero, como en el caso de los aviones, es justo al contrario: si hay algo
que elimina la libertad es el miedo. El miedo es humano, incluso podríamos
decir que hunde sus raíces en el animal que nunca hemos dejado de ser y por
ello se genera esta conducta instintiva de huida, para poder sobrevivir a una
amenaza. Pero no hay deliberación racional, no hay alternativas a considerar.
Por ello no es ni muy libre ni poco libre, sino nada libre.
Los peores miedos son los patológicos,
ésos que destruyen la vida cotidiana o la convierten en un calvario. Ésos que
se han instalado en nosotros por falsas creencias, por asociaciones mentales no
reflexionadas y de difícil eliminación. Ojalá existiera en nuestro cerebro una
tecla “delete” para enviarlas a la papelera de reciclaje. Pero no existe, al
contrario que esos miedos que nos paralizan.
Cuando subo a un avión y empiezan las taquicardias y los
sudores al despegar, comprendo a los fóbicos. Lo mío es simplemente un canguis
pasajero. Y entonces pienso en la
injusticia y falsedad de ese lugar común: claro que el miedo no es libre. La
libertad es ausencia de constricción, externa o interna. Tener miedo lo hace
imposible.
No quiero en este día de tránsito veraniego ponerme grave y
fatalista. Pero el miedo es también social. Y el tratamiento es más complejo. Una
sociedad con miedo es más fácil de controlar.
El miedo nunca es libre.