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domingo, 19 de octubre de 2025

CERTÁMENES LITERARIOS

Cuando era joven escribía poesía (mala) y relatos (aún peor). Nadie me dijo que eran penosos, así que incluso envié algunos poemas a un programa de Radio Nacional, donde los leyeron (qué vergüenza) y a un par de certámenes, en uno de los cuales premiaron inexplicablemente un cuento que he perdido (menos mal).

Desde los 25 hasta la edad abundante que hoy tengo he escrito mucho y creo que he mejorado algo, pero salvo publicaciones relacionadas con mi trabajo nada salió de mis libretas y mi ordenador en esos años.

Hace no mucho volví a intentar mejorar aún más (era fácil) y autopubliqué un libro de relatos, tras varios rechazos editoriales, un ensayo y, recientemente, un poemario. Obviamente, no me lee ni el Tato, que nadie crea que esto proporciona seguidores literarios y mucho menos dinero. No estoy dispuesto a que escribir me cueste dinero, de modo que los cuelgo en esa plataforma que permite hacerlo sin coste (no digo cual, la publicidad se paga). Porque hay muchas supuestas editoriales en las que pagas para que te publiquen; es decir, son imprentas más que editoriales y el producto comercial no es el libro, sino tú.

Hoy he vuelto a entrar a una página que recoge concursos literarios de todo pelaje: el Adonais, el Planeta, el Nadal... y otros menos conocidos y más humildes. Algunos dicen que todo en ellos está amañado. Yo no quiero creer en la mala fe, pero sí veo cosas que me inquietan o me molestan.

En la mayoría exigen presencia física del autor en la entrega de premios que, en casi todos los casos, son de poco valor, por lo que  queda restringido a locales o de alrededores.

En otros el tema es absolutamente minoritario: loas a la Virgen Local, elogio del puente romano del pueblo o gastronomía regional con ajo.

En algunos no hay premio, sino “visibilidad” en formas variadas y peregrinas: presencia en una mesa redonda, entrevista en la radio del pueblo, suscripción a la revista de la asociación que organiza...

Me molestan especialmente esos que restringen la edad (mayores, jubilados...), y tratan de forma displicente a los eventuales participantes al no ofrecer premio alguno, todo lo más publicación o lectura en algún programa. Hay uno, promovido por un grupo audiovisual y patrocinado por un gran banco, que no ofrece a los pensionistas un mísero euro, solo la lectura de su creación en una emisora radiofónica.

No faltan los que quieren fomentar el talento local, provincial o regional y restringen la participación a nacidos o domiciliados allí. Patriotismo literario, promoción del talento de la tierra.

Muchos piden fotocopia del DNI. ¡huir! O, en todo caso tunear el documento, nunca se sabe, más aún si el premio es de dudosa procedencia.

Vamos a dejar de lado esos que, a estas alturas, piden ejemplares en formato físico, hasta por quintuplicado. ¡Viva la ecología!

En años anteriores he mandado poemas a Zenda y un relato a Renfe. No me han premiado. En Zenda tienen la costumbre de publicar los diez finalistas. Dos de ellos me parecieron soberbios, algo menos los otros. No obstante, hay un juicio subjetivo que no puedo despreciar y no considero que sea injusto premiar a unos y dejar fuera los míos. Leí los comentarios que deja la gente: un horror, qué mal perder tienen algunos; por cierto, uno reclamaba para sí gloria literaria con faltas de ortografía y sintaxis de primaria.

Estoy recordando que hace mucho me contaba un amigo que mandó su poemario a unos cuantos certámenes. En alguno ponía un hilo pegado entre la cubierta y la contraportada; si pedía la devolución del ejemplar, allí seguía el hilo, testigo de que no lo habían abierto. Me comentó que participó en otro, que dieron a un tipo conocido en la ciudad. Compró el poemario, que publicaba una institución local, y vio que lo dedicaba a (digamos) Juan Luis Fernández. En la última página venía la composición del jurado: efectivamente, presidido por Juan Luis Fernández. El poemario era, por cierto, malo tirando a terrible, buscando el malditismo y encontrando caminos muy trillados de pedantería y de niño de familia bien con ínfulas de Kerouac.

Voy a repetir algo que he dicho antes: no dudo de la honradez de muchos, incluso de muchísimos. Lo que escribo aquí no dejar de ser una reflexión personalísima acerca de algunos. Y tampoco tengo por qué tener razón...



Procedencia de las imágenes:

https://www.freepik.es/vector-premium/escenario-entrega-premios-podio-blanco-alfombra-roja-pedestal-ilustracion_9402818.htm

https://www.clarin.com/literatura/hanif-kureishi-taller-litererio_0_Hydvlz1jw7e.html


2 comentarios:

  1. Acabo de sacar mi primera novela, ya lo sabes. Es una pasada el dinero que tienes que poner para que saquen ejemplares, que no sabes si vas a vender.
    Siempre he huido de los Premios (Planeta, Pulitzer...). Hay excepciones (como la que acabo de publicar en mi blog); pero, por lo general, no me parece que esos escritos sean merecedores de un premio. No sé qué requisitos debe cumplir un manuscrito para ser ganador de un premio de tanto valor monetario; pero desde mi opinión como lectora y como filóloga, algunos ni siquiera deberían ser publicados.
    Te animo a que sigas escribiendo.
    Yo no me atrevo a mandar mis creaciones a ningún concurso. Nunca se sabe dónde pueden ir a parar realmente.

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    1. Espero que la publicación de tu novela no tenga como objetivo ganar dinero, porque no se gana. Yo tengo cierta experiencia, he publicado con una editorial y también autopublicado. Y no se gana apenas. Más aún si eres tú la que tiene que pagar los costes de edición, en realidad estás comprando los libros y el negocio de la imprenta es que se los compres tú. Luego ya verás que haces con ellos, porque no suelen interesar ni a los más allegados. Bueno, espero que no te parezca esto muy catastrofista y ojalá sea un éxito.
      De mi último libro, un poemario, se ha vendido un ejemplar. La poesía es minoritaria, ya lo ves. Mucho.
      Hay premios Planeta excelentes, yo he leído unos cuantos (Muñoz Molina, Vargas Llosa, Sender, Semprún, Marsé, Vázquez Montalbán, Ana María Matute...). Temo que los últimos años son un premio privado para personas vinculadas al grupo que lo patrocina (Ónega, Mola, del Val), lo que no me parece ni bien ni mal: es su dinero; eso sí, no deja de ser una engañifa para los que se presentan de buena fe.
      Del Pulitzer puedo decir lo mismo: Ford, Oates, McCarthy, Updike, Morrison...
      Los Adonais son historia de la poesía en español.
      Los Nadal también son un buen vivero y hay títulos impagables.

      Yo escribo y escribo y escribo. Y corrijo y corrijo y corrijo. O sea, tacho, destruyo y no quemo porque no tengo chimenea. Pero soy muy cuidadoso y agradezco que me digan que algo no está lo bastante bien. Publicar poco y con precaución.

      Suerte de nuevo con el libro. Hace falta.

      Ah, la autora de "Aquitania" me gusta poco tirando a nada, pero ese libro no lo he leído y siempre hay que tener la mente abierta y los prejuicios desechables.

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