Quien guarda silencio por no disentir, quien siempre quiere agradar, el que se mantiene equidistante de todo… Podríamos llamarlo síndrome Zelig, como en la película de Woody Allen.
No soy de ésos. Mi natural carácter no es a la batalla con cuchillo entre los dientes, al contrario. Me afectan las confrontaciones y me duele que se sobrepasen ciertas líneas, especialmente si estamos entre amigos. Pero tampoco estoy dispuesto a callar siempre y en toda situación. Discutir entra en la condición humana, desde luego en la condición de este humano. No obstante, aunque pueda a veces parecer vehemente, intento diferenciar entre lo que es discutir sobre opiniones y descalificar personas. Las opiniones están para batirse con ellas. ¿Qué es eso de que todas las opiniones son respetables? Nada más falso: las opiniones son, por definición, débiles, subjetivas, falibles, de escaso fundamento y, por lo tanto, alterables. Otra cosa muy distinta son los conocimientos firmes, fundados y comprobados (con todas las limitaciones que se quiera, que lo contrario es dogmatismo).
Una vez establecido esto, hay que decir que todos nosotros tenemos unos pocos conocimientos y muchísimas opiniones. Tenemos derecho a explicitarlas, claro que sí. Y también tenemos derecho (deber) a cambiarlas cuando alguien nos da argumentos mejores. Obviamente, el desacertado y el que no lo está pertenecen a la misma categoría (especie humana), y tratar al ignorante o equivocado de burro, charlatán, bocazas o epítetos similares, no parece lo mejor, aunque lo que haya dicho sea una estulticia sin parangón en la historia de la humanidad. Sin ser tontos, decimos tonterías (a veces, algunos más que otros). No es necesario ser un estúpido para proclamar una estupidez ni un mentiroso full time para decir una bola de vez en cuando.
De modo que el relativismo de las opiniones encuentra su límite en el respeto a las personas. No soy de los que cree que respetar al otro es respetar sus opiniones; justamente al contrario, precisamente porque lo respetamos, lo consideramos un interlocutor racional, alguien que se comunica con ayuda del logos, y no un ente aislado de cualquier otro y sin posible comunicación con los demás. Si todo diera lo mismo, los Maestros -con mayúscula- no tendrían razón de ser y la ignorancia tendría el mismo valor que el conocimiento, como por cierto cree (eso: cree) buena parte de esa especie humana o humanoide que no está dispuesta a recorrer el escarpado camino del conocimiento, incluso cuando la rampa es del 1%.
El que quiera puede leer a Platón. Comienzo del libro VII de la República. No invento nada.
Interesante post. En cuanto a lo que dices de las opiniones, no estoy del todo de acuerdo. Además, he podido comprobar que hay personas que si no piensan como tú o tú no piensas como ellos se ponen de uñas y empiezan con el insulto. Opino que cuando alguien no conoce un tema o no sabe de qué habla es mejor que se calle, porque el desconocimiento nos hace muy valientes. En ese caso sí coincido contigo en que no todas las opiniones valen.
ResponderEliminarEn cuanto a callar, soy de las personas que se callan, no porque otorguen, sino porque no quieren discutir, pero con los años y la maldita oposición se agría el carácter y se empiezan a "soltar" las cosas. Creo que el tema de hoy daría para mucho. Besos,
No veo el desacuerdo, pero tampoco tiene demasiada importancia. Ponerse de uñas es una cosa y defender con vehemencia (que no con mala educación) es otra. De todos modos, en no pocas ocasiones somos nosotros los que tenemos que "rendirnos a la evidencia" (qué gran expresión, qué gráfica) y ceder, porque no es una derrota, sino una conquista de la verdad. El acuerdo me tiene sin cuidado, la verdad algo menos.
EliminarYo lo de callarme... depende. Hay veces, como dijo Gracián, que es mejor perder una discusión que perder el tiempo. Pero callar no significa otorgar razón al otro. Porque un conocimiento vale más que una opinión, y en cuestión de opiniones también hay grados (nuevamente Platón: "Menón").
La oposición es cosa de cada uno. Yo la utilicé para aprender y leer y profundizar. Sabía que era difícil, pero ser interino ayuda. En primer lugar porque uno no aspira a una plaza desde el paro. En segundo, porque ya sabe de qué va el asunto. No es fácil, y se parece mucho a una carrera larga en la que en muchos momentos se tienen ganas de tirar la toalla. Pero también puede aprovecharse para aprender, leer, repasar, profundizar.
Porque para agria la salsa. El carácter nunca.
"Si todo diera lo mismo, (...) la ignorancia tendría el mismo valor que el conocimiento". No se puede resumir mejor.
ResponderEliminarEs un tema difícil de tratar ya que parece que todas las opiniones son "respetables" excepto las de aquellos que se atreven a ponerlas en solfa (viva Atticus). En fin, en mi 'opinión', todas las opiniones son eso "opiniones" y a partir de ahí las podemos desmenuzar.
Muchas gracias. Este post está emparentado con el anterior y también con algunos otros. Ya he dicho que el relativismo tiene buena prensa, pero es peligroso porque como todo vale lo mismo, al final es la ley del más fuerte.
EliminarYa sabéis lo que pensaba Clint de la opiniones. Lo mismo que Platón, lo mismo que yo, pero a su estilo:
https://www.youtube.com/watch?v=cpxNHevBdXo
Creo que las opiniones están impregnadas de quien opina.
ResponderEliminarEl quién nos dice tanto de sí mismo como de lo que dice. No hay hiato. Lo que no quita para respetar al quién y a sus opiniones (cuando sean de respetar).
Pensar supone para algunos escalar un ocho mil.
Exageras. Sin duda un siete mil (quinientos). Ya sabes que una errata muy divertida (o no) es introducir una "i" tras la "p". Un alumno lo hizo en un examen: "pienseo, luego existo"... Pienseaba, desde luego. La errata tiene su aquél porque pensar sin libertad, sin atrevimiento, es piensear, alimentarse de pienso, de argumentarios, seguir la corriente. Y ahí encontramos más de un quién, muchos quiénes. Es la ilusión de la verdad, como existe la ilusión de la libertad.
EliminarVaya, qué difícil asunto. Yo siempre había oído que todas las opiniones son iguales, pero veo que no. Pensaba que sólo en ciencias no hay opiniones. No sé, creo que tengo mucho en que pensar esta tarde. Y lo de la ilusión de la libertad me ha dejado desubicada.
ResponderEliminarDifícil es un rato largo. Pero lo que has oído es eso: oído. No por decir algo muchas veces se convierte en verdadero. Por cierto, en ciencia también hay opiniones metodológicas; más bien opciones o modelos, pero eso es otra cuestión, y creo de que poco interés para la mayoría.
EliminarLo de la ilusión de la libertad lo dejo para otro post. Una sugerencia: nadie, de los que están metidos en sectas, o que viven sectariamente una opción vital religiosa, política o de otro tipo, admite que está "abducido" o prisionero por un pensamiento ajeno. Pero lo está.
Bienvenida, María.