¿Por qué hay tanta gente molesta? Son más que
molestos, son molestadores, palabra que recoge el Casares, pero no el DRAE. Me parece que la educación, tan
necesaria, juega aquí una mala pasada, pues los que no la poseen son menos
molestados: sueltan un exabrupto y se acabó.
Entiendo por molestadores aquéllos que insisten en
algo que no has solicitado, y siguen dale que te pego, rara-raca, incansables,
sin darse por aludidos ni ofendidos ante tu mesurada negativa.
Unas veces tienen la forma de teleoperadores, que
importunan desde cualquier lugar del mundo a cualquier hora y -pertrechados
como están por sus argumentarios- no entran en un razonamiento racional (valga eso que se dice siempre) sino en un diálogo que conduce siempre a la oferta
no solicitada y su necesidad
irrenunciable.
Otros muy molestos son los que te asaltan en plena
calle. Me da igual si ofrecen un descuento en el restaurante o si solicitan un
donativo o adhesión a cualquier causa, por noble que sea. Un ejemplo: pasear
sin ser importunado cada diez metros por la calle Fuencarral, en Madrid, es
simplemente imposible. Supongo que las ONG conseguirán así buenos dineros, que
falta les hacen, pero a mí se me hace antipática cualquier causa que actúa así.
También me resulta muy molesto que se cuelen ciertas
personas en el blog. Como todos sabéis, ha estado abierto a cualquiera, salvo
en dos ocasiones. En la primera tuve que “moderar” porque un cretino lo
utilizaba para faltar al respeto a una comentarista habitual. Al final se cansó
de gastar tiempo y palabras que nunca veían la luz. Unos meses después apareció
otro de ésos; primero era inoportuno, luego grosero, finalmente insultador. Así
que decidí finalmente reinstaurar la censura/moderación: se cansó. Lo que no
comprendo es que a la gente que no le gusta lo que escribo siga leyendo y
despotricando, con la de páginas que hay en internet para todo el mundo,
incluidos ciertos vomitorios y cloacas del comentario. Esto vale, desde luego,
para cualquier blog o página en la que se cuela sin pudor toda la caterva de
amargados y resentidos del mundo. (No incluyo aquí a aquellos que dicen
naderías o a quienes emiten educadamente opiniones que no comparto: son
bienvenidos ambos).
Por supuesto, en lo que digo no hay un denominador
común. Estoy seguro que esos recaudadores de Cruz Roja, Amnistía Internacional,
etc., no quieren molestar y su causa es nobilísima, más aún ahora que los
gobiernos han renunciado no sólo a la solidaridad, sino a la caridad elemental.
Los teleoperadores, por su parte, son obligados por un salario de mierda y unas
condiciones de trabajo más mierdosas aún (no hablo de oídas), de modo que tampoco
creo que haya que ser grosero con ellos (recomiendo a todo el mundo que se
apunte en la lista Robinson). A los del tercer grupo, qué les voy a decir…,
pues eso, que amasen sus panes con harina de calidad en lugar de con bilis, que
busquen lugares de dicha y afinidad que aquí no encuentran. Que me dejen tranquilo con mis amigos y que se vayan ellos con los suyos.
Es gracia que espero merecer. Y aquí paz y después
gloria.
jaja, soy molestador!!!
ResponderEliminarDe esos que dicen "fenomenal, Caruso, estupendo artículo" y tú, quitándote importancia replicas "bueno, no es mérito mio, es algo sencillo, la pluma se mueve sola". Pero insisto "grande, bravo"...y así, ad infinitum.
Una cuarta categoría. Muy peliaguda, oiga!!
En absoluto.Naturalmente, en el trabajo hay muchos que podrían incluirse, especialmente esos que quieren que hagamos educación soufflé. De manera que ninguna molestia por tu parte.
EliminarPero yo no he dicho nunca eso d que la pluma se mueve sola. Lo cierto es que me cuesta, y mucho, hacer algo medianamente decente para escribir aquí. Los halagos los agradezco, cómo no; pero cuando alguien te hace la pelota... quiere algo de ti.
Molestadores muy dispares los que citas.
ResponderEliminarDe los faltos de nobleza, precisamente por faltos, nada tengo que decir y si despreciar (tampoco mucho).
De los nobles diré que me disuaden con su insistencia callejera o telefónica. Procuro mi libertad y la quiero en todo lugar.
Se lo he dicho por teléfono y en la calle, me comprenden, los comprendo.
Muy dispares, desde luego. Sólo tienen en común ese hecho, pero sus motivaciones no. Sólo a uno de los grupos le profeso especial desafecto (por no decir otra palabra). También llevan ellos su penitencia.
EliminarComparto cuanto dices, especialmente lo de los cansinos maleducados de los blogs... A mí también me han entrado molestadores de ese tipo y es horrible... En mi caso también tuve alguno que se metía con algún comentarista (insultando) y eso es intolerable. Me alegra mucho que hayas podido abrir de nuevo los comentarios y que... ¡No puedan con Nómadas Square!
ResponderEliminarEstoy convencido de que muchos creen que no son faltones sino "sinceros". Así que los mando sinceramente a ese lugar en el que moran los desafectos. Porque la mayoría de los comentaristas es gente educada y con algo que decir. Bienvenidos ellos.
EliminarTotalmente de acuerdo con lo que has dicho. Ayer regresé de Andalucía; no quiero decir el nombre de la ciudad para que nadie se sienta ofendido, pero me parecieron muy pesados. No quiero subir al coche de caballos, no quiero romero, no quiero entrar en su bar... ¡Qué persecución! En serio, ibas por la calle y te ofrecían comer en su bar. Vamos a ver, miro la carta y los precios, y si me interesa me quedo.
ResponderEliminarLo de los teleoperadores, entiendo que hacen su trabajo por un sueldo de mierda, como bien has dicho, pero es que son capaces de llamar a las once de la noche. A esas horas, que te despierten para venderte un Adsl o lo que sea, no te hace sacar el buen humor.
Los de las ONGS... pfff. No sé qué decir. Yo colaboro con una y siempre intento evitar el trabajo de "calle". Perseguir a la gente no suele gustar. Pero a veces si no, no ten dan ni dos duros.
En cuanto a los insultos en el blog, qué quieres que te diga... Yo todavía tengo el mío con moderación. La gente que no sepa convivir que se vaya al monte o la selva y se insulte con las serpientes. A ver quién gana la batalla.
No creo que nadie deba sentirse ofendido. No has insultado a nadie. Tengo memoria de esa ciudad y es cierto lo que dices; comprendo que cada cual debe ganarse la vida, pero, como decía en el post, a mí se me hace antipático ese proceder. No obstante, algunos lo hacen con gracia; lo peor son los pesadísimos, los plastas.
EliminarLo que no entiendo es que no te guste que te llamen a las once de la noche para venderte algo.Ay, qué poco sociable te veo...
Pero en lo de los molestadores blogueros... ¡leña al mono hasta que hable inglés! O alemán.
Gran tipo Casares y su diccionario. Tal vez, cuando alguno de esos teleoperadores nos importune, conviene tener cerca su diccionario ideológico y ametrallarlo (como él hace con nosotros): Oiga, es usted un verruga, un gaita, un incordio, un postema, un cataplasma, un mazo, un macha, un plomo, un majagranzas, un piojo pegadizo, un pegadillo de mal de madre. Deje ya de molestar, de agobiar, de abrumar, de chinchar, de tarazar, de encocorar, martirizar, enchilar, hostigar, marear... Buen recurso, el Casares.
ResponderEliminar¡Qué gran idea me das! A partir de ahora, lo tendré al lado del teléfono. Por último, un buen cacharrazo al trasto electrónico y se acabó la murga.
EliminarY porque me pillas lejos de casa (por cierto, por tu tierra), porque ahora mismo y buscaba eso que has dicho, que suena a todo menos a piropo.
Pues sí, molestadores llueven a miles, por todas partes, a todas horas. Según como me pillen puedo aguantarlos por pena, porque pienso que muchos de ellos solo están cumpliendo con su trabajo. Pero otras veces, reconozco que tengo poca, muy poca paciencia y paso de ellos ampliamente (si te dejan pasar de ellos, claro, que eso es otro cantar). Aunque me suelo arrepentir después.
ResponderEliminar¿Sabes algo que me molesta especialmente? Cuando estoy haciendo turismo en una ciudad buscando un sitio donde comer y te asaltan en la entrada de cada restaurante, intentando por todos los medios llevarte a su terreno y fíjate, que me repele tanto, que nunca lo consiguen (siempre entro donde no me hayan importunado y en el que me apetezca entrar)
Respecto a los tocanarices que se meten en los blogs, yo también los he sufrido en mis carnes y odio tener que moderar los comentarios, aunque a veces sea irremediable.
En fin, eso es lo que hay
Besos
Todos los molestadores están vinculados por la publicidad o por la propaganda, esto es, por el convencimiento del gran mensaje o del gran producto. Una cosa francamente molesta, sí. Estoy por devolveles la murga: al que viene con la existencia de Dios y el fin de los tiempos, cambiarle la "Biblia" por "El Anticrito" de Nietzsche. A los que quieren que entre a su restaurante, enviarles al bar de un amigo, a los que se empeñan en que me haga de su compañía de teléfonos tratar de convencerles de que se hagan socios del Atlético de Madrid.
EliminarYo tampoco entro nunca en esos restaurantes. Pienso que son comederos para turistas, me gusta elegir sin presiones.
De los tocahuevos (perdón: yo en eso soy menos educado que tú), creo que todos los hemos padecido. Parece mentira de que no se den cuenta de que éste no es su espacio. Siempre me he preguntado a qué responde tanta agresividad y avinagramiento. Con no decir nada, fin del problema. No obstante, es curioso también lo contrario, la cantidad de personas que te encuentras por aquí que tienen algo que decir y a las que ni siquiera conoces. Pienso en ti, que entraste (¿o fui yo en tu blog?) y parece que hay cierta química internetera. O en Timonera, parisina ella, más de lo mismo... Tantos. Prefiero quedarme con todo esto y prescindir de la basura y del resentimiento.
Gracias por tus amables palabras. Me gustan comentarios así; no necesariamente que estén de acuerdo conmigo, como tantas veces nos ha pasado. A lo mejor me gusta por eso.
Pues sí Atticus, estoy de acuerdo contigo, hay que quedarse con lo bueno que te da esto del ciberespacio, con tanta gente que no conoces de vista, que no les pones caras, pero que te aportan muchas cosas. Yo tampoco recuerdo quién entró primero en el blog del otro (hace tanto ya...), pero es cierto que desde el principio hubo feeling internetero, como bien dices, química para seguir nuestras andanzas blogueras. Me encanta leerte, lo sabes. Me gusta lo que cuentas, pero sobre todo como lo cuentas.
ResponderEliminarUn beso y seguiré por aquí