A raíz de un tuit
sobre la película Munich (Steven Spielberg, 2005), la recordé con sumo
agrado. Me cuesta entender que no sea una de las más reconocidas de ese
director. Claro que está difícil, tiene un cúmulo de obras maestras y es
difícil elegir las mejores. La vi en cine, poco después de su estreno, éramos
pocos en la sala, que cerró unas semanas después para trasladarse al centro
comercial (¡maldición!). Me impresionó su ritmo, la historia que no conocía más
que por alguna referencia lejana (yo era muy niño cuando sucedió) y la
interpretación soberbia de todos y cada uno de los actores. La he vuelto a ver,
ahora en casa. Aún la he disfrutado más y he buscado información de este
terrible acontecimiento.
Lo que más me ha
gustado es el final, esos últimos minutos (advierto: spoiler) en los que
el vengador, el judío que los servicios secretos envían a liquidar a los que
participaron directa o indirectamente en el asesinato de los rehenes, duda,
pide seguridad de que no se equivocaron, de que no mataron por matar. Ese
hombre no puede vivir con la carga de la pregunta: ¿ha hecho lo correcto?
Seguramente ya se ha respondido: no. Es otro, no un soldado que hace justicia,
sino un asesino al servicio de intereses ajenos. Se pregunta para qué han
matado si los sustitutos de los liquidados son aún más crueles. Y se pregunta
para qué toda esa violencia, a dónde vamos, a qué nos conduce.
Esos últimos minutos
son para contemplar despacio. A mí son los que más me ha llegado.La segunda película,
que no conocía, es 21 horas en Munich (William A. Graham, 1976). En
realidad es un telefilm. No está mal, pero ni se acerca a la obra de Spielberg.
Es mucho más plana, los personajes tienen cierta simpleza. Apenas destaca la
mediadora y el policía. Se centra en los acontecimientos, en la dificultad de
tomar una decisión y en exponer las posturas de cada uno. Además, los actores
que hacen de terroristas no se los cree nadie, empezando por Franco Nero,
parecen un desfile de tipos apuestos de Hollywood. Algo mejor los que
interpretan a los atletas israelíes y a los políticos alemanes. Maniqueísta en
muchos momentos: el general israelí, el mandatario egipcio…
En cualquier caso, un
estupendo modo de repasar lo que ocurrió, de aprender, de disfrutar con Spielberg
y de no perder el tiempo con chorraditas infumables a las que nos tiene
acostumbrada la pequeña pantalla.
Procedencia de las imágenes: Filmaffinity
¡Hola Atticus!
ResponderEliminar¿Te puedes creer que no conocía ni la peli ni lo ocurrido? Pero voy a ponerle remedio, he visto que está en HBO, puede que incluso hoy mismo la vea. Contemplaré despacio eso minutos finales, y disfrutaré, seguro con esas interpretaciones y esa tremenda y muy atinada reflexión. Responder a la violencia sin sentido con más violencia sin sentido... En fin, que a veces parece que de eso va la vida. La otra no, no me voy a molestar en verla.
Supongo que ya estarás de nuevo en el tajo, currando, espero que hayas descansado y hayas cogido fuerzas para este nuevo curso que comienza.
Besos
No me sorprende, parece algo caído en el olvido, no eres la primera que me lo dice. La peli está en Filmin y en HBO. Desde luego, merece la pena, siento haberla destripado, pero avisé.
ResponderEliminarHe descansado sí. Lo del tajo... para otro día.
Besos.
Está muy bien conocer/reconocer la historia a través del cine. Es una que tenía bastante olvidada. Y, cuando ha pasado el tiempo, la perspectiva cambia. Somos distintos. Es fácil juzgar con la perspectiva de ahora. Difícil volver a aquella forma de ver el mundo. Gracias por traerlas. Un abrazo.
ResponderEliminarYo también la tenía algo olvidada. No la trama, sino esos minutos finales que tanto me han interesado ahora. Un abrazo también.
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