Anoche vi The quiet girl. Apenas sabía nada de ella, salvo
una breve sinopsis, que al principio me tiró para atrás, pero luego pensé que
tal vez no se tratase de otra de esas películas tremebundas, tipo Las
cenizas de Ángela.
Acerté. Eso sí, entiendo que haya personas que no participen
de este modo de hacer cine, esos aficionados a secuencias vertiginosas, a
explosiones, a intensos polvos mientras una banda sonora atrona los oídos. No,
esta película no juega a eso. Además, la vi en versión original en gaélico con
subtítulos.
La trama es muy sencilla: una niña de apenas nueve años vive
en una familia demasiado numerosa para los medios de vida que tienen en una
Irlanda rural de comienzos de los ochenta. La madre trae al mundo un hijo tras
otro, el padre es un tipo malencarado, gandul y manirroto, que justifica su
situación con eso tan común de echar la culpa siempre a los demás.
Cáit, que ese es el nombre de la niña, vive, como sus
hermanas, dejada de la mano de Dios, mal alimentada, ignorada, sucia. Casi no
existe y ella es consciente de la marginalidad de su yo en una familia en el
que todos, salvo el padre, viven fuera de sí. A sus hermanas casi no las vemos,
no las oímos. A su madre, poco más, abocada a la crianza y a administrar
recursos que no tiene, al lado de un hombre al que tal vez quiso alguna vez.
La cosa cambia cuando, ante el avanzado embarazo de la madre,
deciden enviar unos meses a la pequeña a una prima, que vive con su marido
también en el campo, pero a tres horas de coche. La llegada a su granja es muy
significativa: el padre está deseando abandonarla, habla mal de ella en su presencia
a los ‘adoptantes’ y se va sin despedirse con la maleta de Cáit. Ella no
entiende lo que ve: el orden, la limpieza, el cariño… Sus únicas referencias
son la familia con la que ha pasado su corta vida.
Los personajes de la tía y su marido son una maravilla de
humanidad sin imposturas, de verdad, de errores, de dolor y de buenos
propósitos. Estas dos personas representan la bondad y vemos en ellas las
únicas muestras de afecto que la película ofrece.
No quiero seguir escribiendo porque merece la pena verla sin
que yo anticipe el final. Cáit debe volver cuando su madre haya dado a luz
nuevamente. El regreso es especialmente emotivo y, muy especialmente, esa
última secuencia que ablandará los ojos de los más rocosos.
Una película muy sencilla. Y honda. De las que no
se olvidan.
Tráiler:
https://www.youtube.com/watch?v=IScNmmrDgwI
Procedencia de la imagen:
https://www.ecartelera.com/peliculas/the-quiet-girl/
¡Hola!
ResponderEliminarla tengo en mente desde que supe de ella y tu post no hace sino corroborar que quiero verla y que la veré. A mi me gusta ese tipo de cine, cine de autor, pelis lentas, las disfruto, pero es cierto que no gustan a todo el mundo. La trama que cuentas así por encima me llama mucho la atención.
A mí me gustó Las Cenizas de Ángela ¿a ti no?
Por cierto, te desapareció tu gadge de comentaristas, ¿te diste cuenta? a mi no me ha desaparecido, pero esta mañana amaneció sin funcionar. Cosas de Blogger, habrá que esperar a ver si lo solucionan
Besos
Creo que te gustará, pero ya sabes que al final el gusto es irreductible y subjetivísimo. A mí sí, mucho.
Eliminar"Las cenizas de Ángela" también, el libro y la película. Ahora bien, son tremebundas.
Ya he visto que ha desaparecido ese gadget. Lo miraré, de vez en cuando esta plataforma hace cosas raras. Si no vuelve a funcionar, buscaré otro.
Gracias por pasarte por aquí. Besos de viernes.