Me busca. Erráticamente, desde luego.
Cuando era jovencísimo descubrí que me gustaba esa forma de expresión. Y escribí. Afortunadamente, nada queda de aquellos lamentables versos. Incluso pergeñé un librito que se publicó con depósito legal, aunque sin ISBN. No digo que me avergüence de aquello, pero casi; a los jóvenes hay que perdonarles su atrevimiento.
Ahora estoy con otro libro. He buscado en el PC y he encontrado muchísimo, demasiado. Algunos poemas creo que no están mal, pero el trabajo de poda y corrección es necesario e intenso. Seguramente lo acabaré en unos meses.
He estado en contacto con algunos poetas de la ciudad en la que vivo (ellos y ellas). Qué decir: en algunos he visto talento, promesas de talento, precocidades sorprendentes... Merecen más que una ciudad de provincias. En otros he visto arrogancia e ignorancia; son esos (y esas) que creen que poesía es darle azarosamente a la tecla enter y escribir lo primero que brota del interior (¿el páncreas?). Estos suelen tener poco pudor y, aunque no soy un experto, me sonrojo al leer algunos versos. Bueno, dejemos esto, supongo que podrán decir algo parecido de lo que escribo yo.
Cuando estoy en la trinchera poética me alimento de poesía; leer a los buenos es el mejor alimento. No ya (solo) los clásicos, también algunos contemporáneos. Me gusta mucho el poeta Benjamín Prado (no tanto el novelista), así como Luis García Montero, que siempre me parece que escribe para mí. También Elvira Sastre (como novelista bastante menos). Hace poco he leído a Manuel Vilas, cuya poesía se ve en su narrativa, me interesa. Ahora estoy con El sueño verdadero, de Vicente Gallego, un sensacional poeta valenciano. Os dejo con unos versos suyos. Al final, la poesía trata de decir lo que casi no puede decirse.
Existir, todo y nada,
ese instante tan mío que ahora habito
Cae la tarde y estoy solo,
qué extraña sensación la de vivir
Procedencia de la imagen:
https://www.visor-libros.com/products/el-sueno-verdadero
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