En cuanto dices que te gusta la poesía, el personal te mira
con una mezcla de lástima y extrañeza, como si hubiera visto una especie de
otro planeta. Yo no puedo justificar por qué me gusta, ni por qué unos u otros
poetas o versos. Yo abro un libro y leo. Soy sólo un aficionado, y me da igual
que los profesores me digan que con
García Lorca se consigue que el castellano alcance las cumbres líricas más
altas si a mí me aburre eso de “verde que te quiero verde” (que me aburre).
Un día comencé a leer a Luis García Montero, y algún tiempo
después me enteraron de que era uno de los representantes más renombrados de
la poesía de la experiencia. Pues qué bien: yo lo leía porque me llegaba,
porque se daba aquello tan extraño de abrir las páginas al azar y notar que escribe para ti. Ese criterio puede
parece muy débil, lo admito, pero es que yo no leo porque me lo digan los
divinos de Babelia o los académicos
de todo pelaje. Sólo leo.
Hace tres años fui a la feria del libro de Madrid. Como me
gusta ir a mi ritmo, me separé del grupo que con el que me desplacé a Madrid y
me dediqué a escrutar las casetas y los escritores: un encantadísimo de conocerse
a sí mismo (Dragó), un distante y casi ausente Javier Marías, tras sus gafas de
sol y a la sombra, unos desconocidos (para mí) autores de libros de
catrástrofes, autoayuda, mensajes varios de salvación, etc. Al final, no sé si
en dos casetas contiguas o en la misma, firmaban ejemplares Almudena Grandes y
Luis García Montero. Almudena Grandes, novelista, tenía una cola de más de 60
personas. García Montero, que presentaba libro de poemas, nadie. Yo pasé de
Almudena, abrí el libro del poeta, leí diez o doce versos al azar y supe que era
para mí. El libro es Vista cansada,
editado con esmero, tapa dura, buen papel, tipografía clara. Versos
maravillosos.
García Montero me escribió unas palabras y me quedé con ganas
de decirle que sus versos me habían acompañado en momentos duros. Pero no fui
capaz, soy así de corto. Así que balbuceé un agradecimiento y me senté justo
enfrente a leer mientras esperaba al grupo. Me estremecí de placer y miré al poeta,
al que no había visto nunca, mientras pensaba que él tenía experiencias
parecidas a las mías.
No puedo decir si es o no un gran escritor, pero sí que lo sus
palabras turban mi corazón y empujan mi sangre.
No tengo más argumentos. Si a alguien no le gusta, lo siento:
no escribe para él.
Por cierto, la fotografía está tomada de esta página de internet: http://www.escritores.org/biografias/131-luis-garcia-montero. Allí hay informaciones y enlaces excelentes, de éste y otros escritores.
Por cierto, la fotografía está tomada de esta página de internet: http://www.escritores.org/biografias/131-luis-garcia-montero. Allí hay informaciones y enlaces excelentes, de éste y otros escritores.
Os dejo
algunos versos de regalo (pertenecen al poema “Primer amor”:
Aquella casa no era la mía.
Yo contraté la luz, el agua y las palabras.
Dispuse que los muebles y los vientos
volvieran a jugar en los balcones.
El paisaje llegaba saludando
igual que los amigos,
y al levantar la mano y las botellas
abril subía por el ascensor
y las colinas de la tarde
cambiaban amapolas por un whisky.
El vulgo es poco dado a la poesía.
ResponderEliminarComo lo es a toda delicadeza, intensidad u hondura; pero tiene un excelente tracto digestivo para la peña taurina, los chistes de pedos o el auto de fe.
No entiendo el empeño en que esa cosa, el pueblo, lea. No entiendo esa locución de la “cultura popular”: ¡es un oxímoron!
“Cuando las jóvenes musas se presentan –dice Ortega-, la masa las cocea”.
Cuando el “crowd” te mira así, Atticus, se defiende de algo que intuye y no comprende pero que siente como peligroso. Témelos, amigo mío, porque te odian.
No he leído a García Montero. Lo que he captado al vuelo en su poesía me suena grato, cálido y sincero. Aunque me da una pena…
Muy aristocrático te veo, platónico a la vez que nietzscheano (tal oxímoron es posible, perdona pero sí). No creo de todos modos que la masa tema a los poetas: todo lo más los considera una especie exótica, una rareza de feria, tan risible como inofensiva.
ResponderEliminarQue yo te aconseje leer a García Montero es un tanto pretencioso por mi parte. Pero te gustará.
Comparto el criterio para decidir que un autor, sea quien sea, me gusta: "escribe para mí". También con las películas, la música, la pintura.
ResponderEliminar"El paisaje llegaba saludando
igual que los amigos" ¡bellísimo!!!!!!
Mis versos preferidos suyos pertenecen al poema "Desordenadamente":
"Tus ojos
que están llenos de selva y son un manifiesto,
desordenadamente
me hacen aventurero
y revolucionario."
Hermosos, desde luego.
ResponderEliminarInsisto mucho en ese criterio. Creo que lo dijo Borges a un estudiante universitario que la preguntó qué debía hacer, porque a él Shakespeare no le llegaba. El maestro contestó algo así: "No se preocupe en exceso, será que Shakespeare no ha escrito para usted".
Yo pertenezco al vulgo. La poesía nunca me ha atrapado quizás porque no he encontrado nunca a nadie que lea para mí. Es cierto que disfruto con los versos de Benedetti (algunos), que le leída a Ausias March con fruición y horror, que me he paseado por las letras salicadas de Leopoldo María Panero y que allá en los años adolescentes me atreví a componer algunos versos (de calidad puesta en entredicho). Sin embargo, no es algo a lo que vuelva. No hay necesidad en mi lectura, ni una verdadera empatía. Tal vez si un capricho intelectual pasajero, pero nunca un Disfrute así, con mayúsculas.
ResponderEliminarSin embargo el autor que propones (del que solo he leído este poema que nos regalas y el otro que posteaste con motivo de los recortes de un viernes), me gustan mucho literariamente, me resultan de un tono muy acorde con las lecturas que son de mi agrado. No prometo nada,pero pasearé algún día por sus versos, al menos has picado mi curiosidad :)
A ver, Silvia. Yo no he dicho nunca que quienes no gustan de la poesía sean vulgo iletrado. Lo único que digo es que a mí me gusta. Y no siempre, uno pasa por épocas más poéticas que otras, es una especie de necesidad corporal.
EliminarLeo sobre todo narrativa, suecos, japonenes, menú variado. Pero me gusta volver a ese género en el que las palabras van más allá de sí mismas, en el que se puede decir que el cielo se cubrió de nubes escolásticas (García Montero) o que me siento triste como la rama que deja caer su fruto para nadie (Aleixandre): las palabras se estiran, se adelgazan, explotan como fuegos artificiales. Lo siento, pero en prosa no hay nada de esto, o mejor: no "es" esto.
Pero lee a este poeta, que te gustará. Me juego el próximo recorte de sueldo, un par de dioptrías y las pelusas del pasillo.
No quería decir 'vulgo' en sentido peyorativo, sino más bien como 'amplia mayoría', siento la confusión.
EliminarAcepto la apuesta, en cuanto acabe el selectivo y la fiebre de los examenes finales, me pongo al tema poético, ya te (os) contaré ;)
Aceptamos los aquí escribientes. Pero selecciona bien el menú: no somos omnívoros. La poesía es el pan (lo dije una vez en el blog de CrisC, porque es alimento diario), pero también es delicatessen y droga dura).
EliminarMe encuentro en época de abstinencia poética. O, mejor dicho, de represión poética. No puedo leerla, me lo he prohibido hasta que alcance, al menos, el samādhi,jajaja. No obstante, si en algún momento volviera a ella, buscaré la obra que citas.
ResponderEliminarNo te creo lo de abstinencia. Esto es como ser alcohólico: uno no ha probado el alcohol en un día, tres semanas, seis años, pero está ahí. Puedes no leer poesía, pero la realidad se percibe de otro modo cuando has sido un adicto.
ResponderEliminarOtra cosa: explica a los ignorantes (myself)qué es eso del samadhi.
::: No advierto esa vulga pertenencia, Silvia. La sensibilidad poética no supone necesariamente un modo de leer o escriturar vida y poesía; ésta, la escrita, es sólo una forma de esa sensibilidad. Tu blog justifica lo que he dicho.
ResponderEliminarNo obstante, la poesía daña; no la recomiendo. Dila algo, Atticus, a la chiquilla (pero sin laísmo, que yo no sé), mira que se nos echa a perder en lecturas de epistemología inconsútil y luego su eximio progenitor me pide daños y perjurios al nueve por cien.
Y a “e” dila (o dile) algo también, Atticus, eso del samādhi suena hiperhórrido, reverberante y, lo que es peor, estronciobárico. Y no, eso no.
Anda, galán, tú que tienes “savoir faire”, “deja vu” y, mayormente, “autoritas in pectore”. Ea, no remolonees, white gypsy prince.
Suscribo lo que dice CrisC: quien escribe (tan abrumadoramente) un blog como el tuyo, no puede pertenecer al vulgo plebeyuno. No te empeñes.
EliminarEn lo que no estoy seguro es en lo del daño: ¿es causa o es efecto? ¿O circunstancia coadyudante? Quién sabe. Y mira, Silvia, yo te digo lo que haga falta para que no te dediques a la cosa epistemológica, que eso sí que hace daño a las meninges suprarreales, especialmente a la derecha, la más platónica escorando a Wert. Si te va la epistemología pídele un hueco laboral a Les Luthiers.
http://www.youtube.com/watch?v=uDd_1S52r_k
Lo de "e" lo veo mal. Mira que está minimalista. ¿Cómo se puede llamar alguíen "e"? Yo creo que esa cosa que dice es algo del no-ser (por eso su nick que le tiene querencia a la ausencia zen), así que ella verá. Pero mal la veo, sí, estroncibárico creo, mayormente teofrástico.
Oye, y eso que dices que tengo... mañana al amanecer, allá por Honrubia, te esperan mis padrinos. Eso sí, yo no iré que tengo clase.
Uffff, a mi la epistemología al uso (la de Goldman, Putnam y cia) me da dolor de cabeza, aunque de la de Les Luthiers nunca es mal recibida (adoro esa cumbia!! ajajaja).
EliminarA ver si se me entiende mejor: yo separo (aunque tal vez ilegitimamente) mi forma de sentir y expresar la sensibilidad del vehículo concreto de la poesía. La sensibilidad en prosa me place más que la escueta letra de un verso. Y es verdad que son muchas las veces en que menos es más. Pero nunca he encontrado en la poesía la horma de mi zapato, mi canal de expresión ni mi medio de inspiración. Quizás pueda abrir mis horizontes en breve, os contaré :P
Nunca digas eso de "menos es más" en este blog, que me suena a ministerio de la única verdad económica, es decir, al milagro de los panes y los peces...
EliminarEs broma, claro, di lo que te parezca. Cada uno encuentra su verso, su párrafo, su capítulo y hasta su versículo. Amén así sea. Gocemos.
Oye, Silvia, otra cosa. ¿Estás segura de que esos Goldman y Putman, y sobre todo Cía, son epistemólogos? A mí me suenan a esas agencias que califican nosequé, que se nos hace el culo pesicola y a poco nos intervienen hasta los botijos. Aunque también hubo un tiempo en que dijeron que esos de Lemanboders eran seguros como nadie. Por la cosa patria creo que su responsable era un tal Louis of Windows...
EliminarGoldman y Putman... Que no, que no me contamines el blog.
Me gusta Luis García Montero. Como dices "...y me da igual que los profesores me digan...".
ResponderEliminarAlguien que dice "Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi", lo ha dicho todo.
No necesito razones; cuando alguien lee un verso como el que citas, se rinde. Me gusta leer sus versos en voz alta, en casa, como si se los dijese a alguien. Miro el teléfono, cae la tarde: "Tú me llamas amor, yo cojo un taxi". Es imposible explicárselo a los que no se sienten afectados, imposible.
Eliminar"DiLE", favor, que uno es hombre de pelo en pecho.
ResponderEliminarCuando alcance el samādhi habré logrado tranquilidad y calma. Seré capaz de controlar mi mente y, seguramente, sea más feliz. Cuando uno está agotado y no le funciona la aspirina, ¡hay que transitar por los senderos del autocontrol y el dominio! Que sí, que me dirán que la vida es otra cosa, pero no quiero que la mía sea el archiconocido valle de lágrimas,¡qué no! ¡qué no quiero! Si me toca lidiar con ella, ¡que al menos no me pille en calzones! ¡O completamente desnudito! ¡Qué luego me constipo y no gano para kleenex!
En el samādhi, "au revoir" a la tiranía de los sentidos. Un abrazo para los dos, y todos tus lectores. ¡Enhorabuena por el blog!
PD: Siento si la "e", al ser femenina singular, pudo dar lugar a equívocos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Discúlpeme, usted, Míster e. Es que ha escogido un nick de lo más neutro. ¿No será usted por un casual Bibiana Aido? Lo digo por lo de la equidistancia de género, no por lo del pelo en pecho, naturalmente.
ResponderEliminarPues no me convence lo del samadhi. O sea, que adiós a la tiranía de los sentidos. Pues según y cómo. Hoy he hecho una paella que estaba para mandar al samadhi a tomar viento. Y anoche estuve leyendo a Jo Nesbo a la intemperie, mecido por la noche y una leve brisa, que solo me faltaba la mirada que yo sé para borrar al samadhi ese que dices. O sea, que no.
Una última cosa, e, yo para los pelos del pecho utilizo una cera fría que va de maravilla. Porque, aunque yo hable en masculino y de poesía, es para despistar: en realidad son una bailarina de los siete velos egipcia. Un figurín. Así que ya sabes, e, si tú me llamas amor, yo cojo un taxi.
¡Uy! ¿Cómo lo ha sabido si no era miembra de mi comité?
ResponderEliminarLa paella es una tentación, aunque reconozco que soy más de filete ruso. No imagino a una bailarina de los siete velos egipcia aplicándose cera en el pecho, pero si me acepta, ¡para mí unos pelillos no son problema!