Es cosa bien conocida que una ideología es un modo de mirar.
Y de alumbrar. Es una linterna que apunta hacia algo, lo deslumbra, lo fija
bajo un halo cegador. Y entonces lo desmenuza, analiza, disecciona, refuta o
verifica (según y cómo). Pero todo lo demás queda en tinieblas: una oscuridad
espesa e inabarcable en la que se esconden monstruos reales, imaginarios o
conceptuales. Una negrura sin alternativas, cargada de argumentarios,
explicaciones ad hoc, personajes
abisales, sofismas de la penumbra.
Sólo la luz nos salva. Platón lo sabía. Duelen los ojos.
(Fotografía de Alisa Andrei)
Así que debo dejar de lado mis gafas de sol, aunque me deslumbre.
ResponderEliminarAl contrario. A menudo hay que protegerse contra esta intromisión de luz mendazmente aclaradora. Ese deslumbramiento es absolutamente artero: ponte las gafas, que es como decir ponte en guardia, desconfía, sopesa, analiza...
Eliminarpoética y filosófica esa idea de las sombras que quedan fuera de foco: es el infierno patrio donde el sueño de la razón produce monstruos (lo supo, creo que ahíto de dolor, Francisco de Goya):::
ResponderEliminarLa razón ilustrada produjo unas cuantas luces y muchas sombras. Nos sirve hoy, más de 200 años después, para afear su cavernicolanismo a más de uno, pero en su tiempo dio lugar a un buen montón de cadáveres (no es metáfora). Conviene desconfiar de los que tienen TODA la razón, de los que se visten con ella todas las mañanas y la blanden contra tirios y troyanos con flamígeras espadas racionales.
EliminarLa verdad es que el mito de la caverna me parece muy interesante. Todos alguna vez estamos en penumbra o en la más absoluta oscuridad, y cuando salimos a la luz( nos damos cuenta de la realidad) queremos volver a esa oscuridad de la que hemos salido.
ResponderEliminarTe lo parezca o no es una de las grandes narraciones de la cultura occidental. Sólo es comparable al Génesis. Por cierto, qué buena calefacción central en el fondo de la caverna, arrebujaditos los unos contra los otros, mecidos en el dulce error... ¿Quién querría salir al frío, y someterse a la soledad, a la autoconciencia, al desamparo de la ignorancia?
EliminarSabio Platón.
ResponderEliminarDecía Norman Whitehead que toda la historia de la filosofía es un conjunto de notas a pie de página de los libros de Platón. Yo exageraría aún más: es un conjunto de comentarios a la alegoría de la caverna expuesta al comienzo del libro VII de la "República". Platón es grande y Sócrates es su profeta.
EliminarLa imagen no se me hace ajena. Leo. Vuelvo a la imagen. Podría ser yo. Esas tinieblas son inquietantes. Pero también es cierto que la tierra se mueve, y que la dirección del haz de luz se moverá permitiéndonos indagar en ellas. Felices fiestas, Atticus.
ResponderEliminarHiere, ¿verdad? Sabía que tú ibas a decir algo de la imagen. Casi todo lo que encontré son imágenes escolares del mal llamado mito de la caverna. La luz hiere; pero hay más luces. Y por último, y como bien dices, la tierra se mueve. No es filosofía: es física.
EliminarSí hiere, sí, ya lo creo. Por cierto, la tierra y la Tierra. No sé el motivo por el que no utilicé mayúscula, pero ahora me alegro. Ambas varían de formas distintas, y todo ello influye en la percepción que se tiene de la luz desde el interior de la caverna.
ResponderEliminarEmilio Lledó hablaba de la diferencia entre el alienado (el prisionero) y el alienador alienado (el engañador engañado, el sofista). Ambos están dentro de la caverna, ambos engañados, pero no del mismo modo. El engaño del prisionero es más puro, es absoluto; por así decirlo, es inocente. El otro no: en él hay matices que le obligan a saber cosas que el otro ignora; hay cierta ignorancia, pero también hay culpa (por acción y por omisión).
EliminarEn ellos hay una percepción mendaz de la luz que hay fuera. Es más, ¿existe un demiurgo (¿un metademiurgo?) que, al modo del juego de las muñecas rusas, es el responsable de los sucesivos juegos de oscuridad y luz? ¿Y es consciente de lo que ocurre? ¿Es también un producto de la farsa?