Me gusta el jazz, no especialmente el pop ni el rock. Naturalmente,
la clásica y algunas arias de ópera, aunque algunas óperas enteras se me hacen
intragables. También disfruto con esas músicas extrañas: Mertens, Nyman,
Vitale…
Hoy es el Día de la Música y estoy recordando que hace muchísimos
años estaba en París con la que entonces era mi pareja. La entrada a conciertos
y al ballet era gratis y las colas kilométricas, así que disfrutamos de la
ciudad. En Les Halles una joven orquesta interpretaba a Mozart. En el Centre
Pompidou un grupo de rockeros japoneses animaban al personal (a mí más bien
poco). Fuimos andando hacia la Place des Vosges y una voz maravillosa nos iba diciendo
que nos acercásemos más. Parecía una mujer interpretando ópera. Pero era un
hombre, hoy sé que un contratenor. Su aspecto era andrajoso, ropa viejísima y
un sombrero de cuero. Su voz… Qué pena ser tan ignorante y no recordar lo que
cantaba. El silencio a su alrededor era sepulcral, todos nos rendimos ante
aquel alarde.
Es una de las cosas que más recuerdo de aquel viaje a París.
No sé si es la causa, pero me gusta mucho escuchar a Philippe
Jaroussky y a Jakuv Józef Orlinski.
Nada más por hoy, disfrutad a menudo de la música. Tal vez,
sin ella, la vida sea un horror. O un error.
Pues sí, el pueblo francés ha sido y sigue siendo muy amante de la música. Además ha dado un buen racimo de extraordinarios compositores, especialmente en el siglo XX. Se fomenta la música porque se aprecia y se disfruta. Y no solo aprecian la suya, por mucho que les llamemos chauvinistas. Cuando Falla presentó su obra La Vida Breve, al concurso de La Real Academia de las Artes, y quedó ganadora, una de las base de dicho concurso era el estreno de la obra. Finalmente, no se "pudo" estrenar en España -desde mi punto de vista no se hizo todo lo posible- por vaya usted a saber que motivos, seguramente comerciales. Así, Falla no tuvo más remedio que hacer el petate y probar en Francia. Finalmente se estrenó en Niza y posteriormente en Paris.
ResponderEliminarAdemás de Falla, por allí cayeron también Liszt, Chopin, Granados, Albéniz, Stravinsky y un largo etc. Cuando un pueblo ama algo lo tiene. Cuando casi un siglo más tarde los grandes del jazz aparecieron por París, sobre los años 50, el pueblo francés los acogió de tal modo que nunca pudieron olvidar tal recibimiento. Flechazo.
Yo soy francófilo, ya lo sabes. Cualquiera que se asome un poco por aquí lo podrá comprobar. Su cultura, y el amor por su cultura, es grandioso, ya nos gustaría a los españoles, que siempre miramos lo propio con sospecha... Por cierto, si de algo podemos estar orgullosos es de la producción artística de este país. En música sin duda, también.
EliminarNo conocía todo eso de lo que nos informas tan amablemente. Bueno, de lo del jazz sí sabía algo. Gracias en cualquier caso.
Por cierto, mira que bonita historia vincula a Pau Casals, Albert Camus y Antonio Machado:
https://www.lavozdeasturias.es/noticia/opinion/2016/05/30/pau-casals-antonio-machado/00031464635872903340682.htm
¡Hola!
ResponderEliminarte cuento que amo la música y la necesito en mi día a día, pero no me gusta especialmente ni el jazz ni la música clásica, soy muy especialita con la música que escucho y que me gusta. Pero mira, creo que estrás de acuerdo conmigo en que con la música pasa como con los libros, lo importante es leer, cada cual con lo que se enganche, porque somos un mundo. Y lo importante es disfrutar con la música, con al que sea que nos haga feliz y yo ando todo el día escuchando mi Spotify, no sé que haría sin él. Que curiosa tu anécdota parisina (bueno, tus anécdotas)
Un beso
Te escribo mientras escucho a Marie-Nicole Lemieux, a la que han antecedido Orlinski y Jaroussky. Vaya maravilla de mañana de domingo. Ahora suena Andreas Scholl. Lo cierto es que soy un paleto ignorante, pero sé que me gusta esto y escribo mientras lo escucho, lo que a veces me hace imposible centrarme en la escritura.
EliminarDesde luego que estoy de acuerdo. A mí no me decía nada la música que escuchaban amigos y compañeros en la adolescencia y me importaba una higa. Lo mismo que ahora: hay mucha, encontremos la nuestra, los modos de gozar son infinitos.
Besos de domingo muy caluroso.