Hace poco, en el centro de salud: todas las agresiones físicas o verbales sobre los sanitarios serán denunciadas.
En una administración pública: está prohibido grabar a los empleados.
En un monasterio: pueden hacer fotografías, pero no está autorizado fotografiar o grabar al guía.
En muchos lugares (andenes de estación, puertas de hospitales, terrazas...): prohibido fumar. Y ni caso.
Todos esos, y muchos más, resultarían innecesarios en una sociedad en la que el respeto al otro y su dignidad fueran lo normal, lo de cada día.
Llevo mal esta aspereza social. Cuando conduzco y las normas de circulación parecen opcionales. Cuando voy por la acera y los patinetes son habituales. Cuando estoy en el súper y unos niños juegan con un balón por los pasillos ante la indiferencia de los padres. Cuando me tratan con grosería bajo la excusa de la sinceridad o dicen eso de “es que yo soy así”.
Me gusta la amabilidad, la cortesía, las buenas maneras: por favor, disculpe, muchas gracias, que tenga un buen día, encantado de saludarle.
Por aquí impera eso, en otras redes sociales no. Por eso estoy.
¡Pues sí, por eso estamos, Atticus!
ResponderEliminarde vez en cuando también me encuentro con carteles curiosos e innecesarios, o deberían serlo, el problema es que cómo dices pues tampoco es que sirvan de mucho. En la biblioteca ponemos carteles, claro, pero sabemos que la verdad nadie los lee, por más grande que sean o estén delante de sus narices. Oye, que no se puede usar el móvil dentro, pues como si nada, que no se puede meter comida, pues como si nada, que no se pueden sentar los jóvenes en las escaleras, pues como si oyeran llover.
Yo también llevo mal la aspereza social, el tema de los niños maleducados y padres que pasan del asunto pues me fastidia bastante.
En fin, curioso lo de las fotos en un gimnasio (cuando lo hacen constantemente, el postrero en el gimnasio en las redes) y lo de grabar al guía del monasterio, y lo de no fumar..., eso sí que lo llevo mal, no lo soporto. En el ascensor por ejemplo, con un cartel grande que lo pone bien clarito y oye, de vez en cuando tengo que coincidir con el vecino de turno que se monta fumando y se la trae al pairo. Ya me desahogué..., jeje
Besos
Qué decirte. El hecho de que haya tantos carteles es un síntoma de la falta de educación y del respeto al otro. Lo malo es que esos inciviles reclaman su derecho a serlo, aunque no toleran que los demás hagan lo mismo. Son los de los derechos sin deberes y también los de los derechos, pero solo para mí, ay como los demás se atrevan a hacer algo que me molesta...
EliminarSoy usuario habitual de bibliotecas. Y entiendo lo que dices.
Y de los niños maleducados... No olvidemos que la negligencia es de los educadores, o sea, sus padres. Eso nada tiene que ver con la niñofobia, como algunos dicen, sino con la groserofobia.
Me voy a hacer unas lentejas y luego a nadar. Besos.